Agustín. El pasado 12 de diciembre, Agustín Muñoz participó de una marcha contra los abusos sexuales. En la misma se gritaban nombres de abusadores y, para sorpresa del joven, su propio nombre comenzó a ser coreado. Quien lo acusaba en Twitter, Instagram y Facebook de ataque sexual era nada menos que su mejor amiga. El joven tuvo que irse corriendo del lugar rumbo a su casa, totalmente destrozado.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Durante toda una semana Agustín sufrió al extremo la crueldad de las redes sociales. Annie, menor de edad, reconoció días después públicamente que se trataba de una acusación falsa, producto de un enojo momentáneo por una pelea que había tenido con su amigo. “No puedo hacer más que pedir disculpas…de los errores se aprende y me las mandé posta”. «No supe ver el límite de esto», señaló en Instagram.
De todas formas, el daño ya era irreversible. Tres días antes de Nochebuena, Agustín se suicidó.
Este drama, ocurrido en Bariloche, Argentina, nos tendría que llevar a reflexionar sin fanatismos sobre los límites de una lucha por demás legítima contra los abusos en general.
***
Histeria. En Pinamar, se dio hace pocos días otro hecho que debe encender las alarmas. Una pareja bajó de su vehículo para increpar a un policía que les impedía el paso. El hombre, sin camisa y bastante más alto que el policía, se le acercó de manera amenazante; pero lo peor lo hizo la mujer, que agredió verbalmente cara a cara al funcionario público, el cual se mantenía prácticamente en silencio y actitud pasiva. De pronto a la encolerizada mujer se le ocurrió gritarle: “¡Me tocaste las lolas!”. La pareja trató de conseguir la complicidad de algún transeúnte que pasaba por el lugar; pero la respuesta fue que el agente solo estaba haciendo su trabajo. Ella recurrió nuevamente a la calumnia; luego regresaron al vehículo y arrancaron de manera agresiva.
Felizmente, todo fue grabado por alguien y el video se viralizó en las redes, que no siempre sirven para cosas negativas, salvando así la reputación y honor del funcionario.
Por otra parte, en Nicaragua, la actriz Thelma Fardin denunció al actor Juan Darthés por haberla violado en 2009 durante una gira del elenco de “Patito feo”, cuando ella tenía 16 años y él 45. No tengo la menor idea de si Darthés es culpable o inocente; pero la prensa argentina ya lo juzgó, condenó e incineró. Las actrices Natalia Juncos y Anita Coacci también ocuparon espacios televisivos al contar que Darthés se había propasado con ellas.
El actor perdió su trabajo y se fue para Brasil manifestando dos cosas: que era inocente y “ya estoy muerto”.
El abogado Fernando Burlando ha dicho: “Juan Darthés es hoy un hombre acosado”. “Es un hombre hostigado, si se quiere acorralado por personas que dicen repudiar a quienes acorralan con intención de contacto sexual”. “La paradoja es que si Darthés fuese todo lo que sus acosadoras dicen que es, no sería Juan Darthés”.
Ni le creo ni le dejo de creer; pero tampoco dejo de preguntarme: ¿y si fuera inocente? ¿Y si me pasara a mí?
Vale la pena ver el video en YouTube de un programa en el cual Burlando es entrevistado por Pamela David. Independientemente, de si Fardin dice o no la verdad, lo cierto es que Pamela jamás podría tener un programa si no fuera porque se casó con Daniel Vila, presidente del Grupo América. Es increíble ver cómo ella y otra chica del programa intentan, en incontables ocasiones, poner en boca de Burlando palabras que no ha dicho y cómo lo acusan de insensible por no creerle a Thelma Fardin. Cada cosa que dice el abogado es dada vuelta y distorsionada de manera alevosa e histérica. Espero que esta clase de periodismo terraja no se imponga en nuestro país, aunque de hecho ya está, puesto que los uruguayos consumimos buena parte de la basura que producen los canales argentinos.
Si Darthés es culpable, le deseo la pena más severa que la ley prevea; pero me preocupa que sea juzgado por la opinión pública, muchas veces la peor de las opiniones.
Si pretendemos una sociedad sana, debemos preservar el principio de inocencia y dar a cualquier acusado el derecho a un debido proceso legal.
***
Entre abusos y avivadas. El problema de los delitos sexuales es que son tan aberrantes e hieren tanto nuestra sensibilidad que necesitamos imperiosamente castigar a un culpable. La sola acusación ya es suficiente para que comencemos a odiar al acusado y las pruebas son innecesarias. El acusado, culpable o inocente, está frito desde el inicio de la denuncia, sobre todo si es pública. Para colmo, denunciar a un famoso te asegura popularidad y generosos espacios en televisión. El problema es que hay muchas personas realmente abusadas que luego de mucho tiempo consiguen reunir el coraje para denunciar al criminal que les arruinó la vida y tras ellas se suman otras que lo que buscan es dinero o fama. ¿Cuántas de las personas que denuncian a Kevin Spacey están diciendo la verdad y cuántas aprovechan la situación? “Si no pagué por lo que hice, no pagaré por lo que no hice”, ha dicho el actor a su abogado.
Comprendo el motivo por el cual la víctima no denuncia de inmediato. Lo ideal sería que no se bañara y fuera de inmediato a una revisión médica; pero sería inhumano no comprender a la víctima cuando lo primero que quiere es bañarse, sacar de su cuerpo toda la porquería y hasta el olor del violador y que nadie se entere de lo sucedido. Es triste y duro; pero hay que hablar con nuestros hijos para que sepan que si un día les sucede algo así, no deben tener vergüenza, cosa que tiene que sentir el agresor, sino la indignación suficiente para mandarlo a la cárcel de inmediato.
Si por mí fuera, equipararía la pena por violación a la del homicidio, ya que cuando se viola, por ejemplo, a un niño o niña, se le asesina su infancia, su inocencia y su alegría. Sin embargo, me preocupan también los casos de falsas denuncias. ¿Que son una entre cien? Sí; pero no podemos dejar de atender las excepciones. Conocí de cerca tres casos que me han llevado a tener esta inquietud. En Paraguay, una secretaria me dijo que un amigo que nos visitaba la había violado. Abrí los ojos invadido por la sorpresa e indignación y pensé en cómo cocinarlo a fuego lento; pero más sorpresa tuve cuando él me mostró un video de su celular en el cual ella festejaba la festichola. Ni drogada, ni presionada ni nada. ¿Explicación? Darme celos. Aberrante, irracional y retorcido; pero estas cosas suceden. Otro amigo muy cercano fue acusado con sus conocidos de pegarle a su expareja y otra dijo que su ex era gay (en aquel tiempo estaba mal visto serlo) y por eso lo dejó. Años después, años, ambas nos reconocieron que los acusaron por despecho.
***
Lo que nadie se atreve a decir. Tenemos que acostumbrarnos a oír todas las campanas. Redoblemos los esfuerzos para combatir a los abusadores; pero corrijamos algunas cosas. El problema no es la violencia de los hombres contra las mujeres, sino de algunos almas podridas, que son muchos, pero no la mayoría. Debemos educar desde la infancia contra el abuso y el acoso, no solo en la casa, sino también en escuelas y liceos hasta que todos tengan claro que cuando una persona dice no es No, sea mujer, hombre o niño. Educar contra la violencia en general, porque aunque hoy no se pueda decir, la violencia no tiene sexo. Es de cobardes pegarle a una mujer y es de histéricas atormentar a un hombre hasta llevarlo al suicidio.
La violencia, física y psicológica, puede ser ejercida tanto por hombres como por mujeres. Andy García se tuvo que comer a una empresaria de 700 años para tener un lugar en la industria del cine; pero por ser hombre jamás sería tomado en serio si lo denunciara. “Nadie te puso un revólver en la frente”, le diríamos con razón; pero si en lugar de un actor fuera una actriz, nuestra actitud sería diferente.
No es fácil; pero habrá que saber distinguir entre una persona acosada y una trepadora. Algunas fueron presionadas; pero otras optaron por ese camino antes que buscar un trabajo duro. Conozco madres ejemplares más bonitas que muchas de esas famosas y prefirieron salir a limpiar pisos antes que dejarse babosear por un patrón degenerado.
También es violencia que las legisladoras se nieguen a votar la ley de tenencia compartida, para que cuando una pareja se separa los hijos no sean castigados viendo al padre unas pocas horas por semana. También es violencia el discurso de las feministas radicales que vienen desde hace tiempo distorsionando la lucha de los que buscamos combatir la discriminación.
A ver si nos entendemos: cuenten conmigo en esta lucha porque detesto a los abusadores. Solo pido que estemos con la mente abierta para que nuestra lucha contra el abuso no se convierta en otro abuso.