En octubre, Uruguay debe elegir presidente y Parlamento, en medio de un mundo que supera las películas de ficción de los sesenta. George Orwell, en su novela 1984, no se imaginó que los protagonistas de un Estado dominado por el Gran Hermano pudieran ser hiperrealistas.
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Uno ve los noticieros y confunde realidad con aquellas advertencias de pérdida de nuestros valores.
También podemos citar la novela, llevada al cine, Fahrenheit 451, de Ray Bradbury: el totalitarismo loco de un bombero que decide quemar libros que considera ideológicamente incorrectos.
Cuando, siendo joven, leí estas cosas por primera vez, pensaba en un mundo alejado de la realidad. A veces me desencantaba tanto pesimismo. Pero hoy, viendo TV, pensé en escribir sobre ello. ¿Cuáles han sido las noticias que han llenado los titulares de la prensa internacional?
Italia anunció que todas las ONG que salven vidas en el Mediterráneo serán llevadas a corte, así como sus autoridades y tripulantes por el delito de “tráfico de personas”.
El 20 de julio, la capitana de la nave alemana Sea Watch, Carola Rackete, fue esposada por la Guardia Antimigratoria. Antes se castigaban los genocidios, ahora se pena salvar vidas.
Yo tuve el honor de participar por Uruguay, en Bogotá, el 13 de mayo de 2015, en la Primera Cumbre Iberoamericana Sobre Derechos Humanos, Migrantes y Trata de Personas. El problema se veía ya hace cuatro años. La trata de personas es la explotación sexual organizada, en su mayoría de mujeres y niños, sometidos a la esclavitud e incluso riesgo y pérdida de vida. Es el segundo crimen organizado en el mundo tras el narcotráfico, al que se le acerca casi 10% por año. No se arregla dejando que se ahoguen mujeres y niños en la frontera del que seguimos llamando el “mundo civilizado”.
El presidente Trump anuncia que derribó un dron Iraní: más gasolina a la precaria paz de la región. ¿Habría estado mal que Irán tirara a un dron enemigo en su propio espacio aéreo? Ni me detengo a pensar porque resultó que fue un error del Twitter del presidente de EEUU: no era iraní. Washington derribó su propio dron destinado a espiar territorio persa.
Donald no se da por vencido. Prohíbe la solicitud de asilo diplomático dentro de territorio nacional. Yo mismo no lo hubiera podido hacer en 1976, cuando llegué tras los asesinatos del Toba y Zelmar, en pleno gobierno de su propio partido.
Se sumaron voces de su viejo partido, sumaron su protesta a la opositora. Se vuelve a hablar de juicio político.
Trump levantó la apuesta. Acusó de forma racista, sin precedentes, a cuatro congresistas que le criticaron, por ser negras: “Que se vayan a su país de origen, que ni nacieron acá”. La Constitución no pide nacimiento territorial para el cargo (solo al presidente), pero, además, tres de ellas eran nacidas en EEUU. También quiso acusar a Obama de no haber nacido en EEUU, solo por ser afrodescendiente, pero no era verdad.
Brasil reprime de manera brutal un crucero gay, de los tantos que llegan a Uruguay, por orden expresa de Bolsonaro.
Hasta el papa respalda a Lula, pero por presiones de la Justicia brasileña, incluyendo a los propios involucrados, el expresidente sigue preso. El único que podía ganarle las elecciones a Bolsonaro.
Ante los atentados ecológicos de la Amazonia, patrimonio ecológico de la humanidad, el mandatario reprime a indígenas guaraníes y dice “Es nuestra, no de ellos”. En junio de este año, el patrimonio ecológico de la Amazonia ha sido destrozado 88% más que nunca antes ¿Nos preguntamos aún de donde viene el cambio climático? Ya afecta la salud y la economía de Uruguay.
En Francia, ocupada en la Segunda Guerra Mundial por la Alemania de Hitler, gana las elecciones parlamentarias europeas el partido nazi.
En este complejo mundo Argentina y Uruguay eligen presidente. En el país hermano se sabe contra quién. Aquí permanece la duda de contra quién disputará Martínez la elección. Sean cuales sean los contrincantes. Un mundo que requiere un presidente con respaldo, por lo pronto de su partido. Pero, además, carácter e independencia de los grandes poderes mundiales como para que, una vez más, como nos contaban de chicos, Uruguay siga siendo un regente moral en el mundo. De ello depende, también, nuestro futuro económico.