La autointerpelación del gobierno por la construcción del Antel Arena demuestra de forma terminante que la coalición multicolor no tiene otra estrategia de propaganda que el vilipendio de las administraciones anteriores. La ejecución del circo viene alcanzando carcaterísticas insólitas en las historia parlamentaria, como la ridícula comisión investigadora promovida por Germán Cardoso para desviar la atención sobre los actos verdaderamente sospechados, que son los suyos, o este espectáculo sin precedentes, donde el senador oficialista y el ministro de Industria fingen una interpelación para hacer un show a dúo de cuestionamiento concertado al gobierno pasado sobre una obra magnífica, moderna, bellísima y útil que aprueba la inmensa mayoría de la gente.
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Todas las semanas es lo mismo. O un escandalete sobre el Antel Arena o uno sobre el proyecto de Regasificadora o sobre las inversiones de Ancap o sobre el café del Mides o sobre cualquier cosa que tenga que ver con gestiones anteriores, como una manía de sembrar sospechas que después, por cierto, no prosperan en la Justicia. En el único lugar donde han prosperado hasta ahora es en los organismos controlados por la propia coalición o las auditoras contratadas por ellos mismos para hacer dictámenes a la medida. Fuera de eso, nada. Y ya estamos acercándonos a los dos años de gobierno.
Insisto: la estrategia de la coalición está condenada al fracaso, más allá del esfuerzo encomiable que la agencia de publicidad o el concurso generoso de los medios. Es imposible sostener la adhesión de este proyecto liberal conservador solamente en base a denuncias altisonantes de anteriores gobiernos y circos mediáticos. Eso puede servir coyunturalmente como distractor, para objetivos inmediatos, pero no para construir ni sostener por un tiempo significativo una base de adhesión mayoritaria en un país medianamente estable, con un sistema de partidos razonablemente representativos donde no está destruida cualquier noción de credibilidad.
Por eso, además, la estrategia de la coalición es todavía más cuestionable: dado que su única oportunidad de éxito estriba en la capacidad que tenga de convertir a Uruguay en un páramo de las ideas bajo una atmósfera irrespirable de odio y suspicacias, donde se sustituya el debate por el insulto y la propuesta por las denuncia.
¿Qué deberíamos estar debatiendo ahora? A falta de iniciativas gubernamentales, la discusión política más importante es el contenido de los 135 artículos impugnados de la Ley de Urgente Consideración. Esa es la polémica que la sociedad reclama y necesita, toda vez que el propio gobierno, que antes afirmaba suelto de cuerpo que era una ley buena, popular y demandada, ahora reconoce que la mayoría de la gente no sabe ni de qué tratan la mayoría de sus artículos.
Sin embargo, el gobierno esquiva ese debate y se prodiga en imprecaciones y señalamientos a los promotores del referéndum, a los que acusa todos los días de mentir sin ofrecer ninguna prueba que no sea, de hecho, una mentira tras otra, como la cantidad de veces que han dicho que se busca derogar el registro de violadores, cuando ese artículo no está entre los impugnados.
En las últimas horas, trascendió en palabras del senador Guido Manini cuál es la campaña que tiene pensada el gobierno luego de que la Corte Electoral confirme que las firmas se han alcanzado. Y lo que están pensando es tremendo. Manini la llama una estrategia emotiva, pero lejos de ser una estrategia que apele a la afectividad, a las emociones positivas de los seres humanos, es una estrategia que apela a las emociones primarias más violentas: es una estrategia del terror. Cuando se aproxime la fecha quieren inundar el país de spots publicitarios que le digan a la gente “usted vote Sí y después no se queje”. ¿No se queje de qué? No se queje de que le maten a un hijo , a un ser querido, a un vecino. Eso es lo que habría que decir según Manini en lo que califica de campaña que no sólo “toque la razón”, sino también “el corazón”, “lo emotivo”.
Es notable cómo parece que no se dan cuenta que eso no es tocar el corazón, eso es extorsionar. Es un vote lo que dice el gobierno, porque sino le van a matar un pariente y va a sufrir las peores atrocidades a manos de matones que dejarán tierra arrasada.
En suma, la coalición está convencida de que para mantener en pie su programa de gobierno debe instalar la idea de que la izquierda es un conglomerado de delincuentes y que la gente en el referéndum tiene que dirimir su voto entre seguir con vida y la muerte violenta. Como vemos, no ofrecen un conjunto de argumentos racionales, ni una propuesta más o menos empática, sólo un continuado interminable de vilipendios sobre sus opositores y un montón de apelaciones a la irracionalidad y al miedo.