«La irrupción de los smartphones cambió nuestra vida de arriba abajo en menos de diez años. Con la llegada del 5G el cambio seguramente será mayor, más profundo en la sociedad, más disruptivo.
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Podemos imaginar cuáles serán algunas de las aplicaciones que traerá el 5G, como el coche autónomo o la cirugía teleasistida, pero los modelos de negocio y los cambios socioeconómicos que desencadenará esta tecnología son todavía una gran incógnita», afirma Roberto Sánchez, director general de Telecomunicaciones del Ministerio de Economía.
Gracias al 5G, se podrán conectar entre sí millones de dispositivos, y procesar miles de petabytes de datos en tiempo real para gobernar en remoto desde fábricas a hogares completamente domotizados y ciudades inteligentes (smart cities). Las conexiones 5G son ya 10 veces más veloces que las 4G actuales, pero en el futuro se alcanzarán velocidades 250 veces superiores. Bajarse una película de 1GB desde un PC con conexión de fibra óptica tarda medio minuto; con el 5G, se podrá hacer en menos de un segundo. Además, el 5G puede soportar la conexión de hasta un millón de dispositivos por kilómetro cuadrado, lo que unido a la baja latencia, le convierte en la tecnología ideal para explotar a escala masiva el Internet de las cosas y la inteligencia artificial.
La latencia es el tiempo que tarda un dispositivo en ejecutar una orden desde que se le manda la señal. Cuanto más baja, más rápida será la reacción del aparato que accionemos a distancia. El 5G reduce ese retardo a menos de 5 milisegundos. Esa respuesta instantánea es la que permite que la conducción autónoma sea segura, pero también dirigir a distancia los sistemas de comunicación, seguridad o defensa.