Pongo el acento en dos claves para entender todo esto: el poder y la guita no tienen patria ni ideología.
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Paso a explicar.
Las peculiaridades de Uruguay
Real de Azúa caracterizó a Uruguay como un país de cercanías, de una penillanura suavemente ondulada en las relaciones. Esa definición sociológica, explica la historia social, política y cultural del país. La publicidad decía: “En el país de Nix todos nos conocemos”. Esa peculiaridad -que tuvo a la educación pública como uno de sus ejes identitarios, en donde el hijo del obrero compartía banco y recreos con el hijo del contador- es única y pinta las relaciones entre los uruguayos.
Desde antes de la dictadura, hubo empresarios de diverso porte -algunos de la colectividad judía progresista- que colaboraron desde su íntima convicción con partidos de izquierda. (Ellos, los judíos progresistas, estaban marcados por la experiencia con sesgo socialista de Israel y sus kibutz, y el talante humanista de los primeros gobiernos).
En ese marco, se registran varios hechos de la relación empresarios e izquierda. Cito uno. Se trata de uno de los casos más pintorescos y dramáticos. Fernando Secco Aparicio era un fuerte empresario de Tacuarembó. Fundó e impulsó el innovador frigorífico Tacuarembó que hoy está en manos de Marfrig, el grupo brasileño. Secco Aparicio había tenido alguna militancia política junto a Luis Alberto de Herrera. En los años 60 es contactado por el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y en su avioneta se movilizaron varias veces Raúl Bebe Sendic y otros dirigentes tupamaros. Con la ofensiva militar sobre el MLN, Secco Aparicio es detenido y acusado de colaborar con el MLN. Estuvo preso y varios exdetenidos recuerdan que los familiares del empresario le llevaban kilos de milanesas que se repartían entre los soldados y los presos. Secco Aparicio estuvo detenido en el cuartel de La Paloma, sede del Grupo de Artillería Nº 1. El preso tenía como abogada defensora a la Dra. Adela Reta, luego ministra del primer gobierno de Julio María Sanguinetti. No es el único caso de relación entre empresarios poderosos y la izquierda.
En los años duros -los 60 y 70- las relaciones entre gente de diferente ideología permitió un cierto nivel de convivencia hasta que la radicalidad de los hechos pulverizó algunos vasos comunicantes. Pero aquellas miguitas se volvieron a encontrar.
El poder
La cercanía del poder construye poder. Esa máxima es posible explicarla en infinidad de momentos de la historia mundial y de Uruguay. Cito, tan solo, lo ocurrido en el período efervescente de la Revolución Sandinista, poco antes de derrotar a Somoza. Empresarios de diversos ámbitos se fueron acercando al fueguito del poder para no quedar afuera del calorcito de los que mandan. En Uruguay eso ocurrió con el Frente Amplio. Para poner un ejemplo relativamente cercano. En diciembre de 2001 -Argentina era un caos, los presidentes subían y bajaban con inusitada velocidad y la proximidad de una crisis regional estaba en la vuelta de la esquina- se formó en Uruguay la Concertación para el Crecimiento, un movimiento impulsado por gremiales de comerciantes y que luego se fueron sumando otras, como la Asociación de Cultivadores de Arroz, “malla oro” clarísimo. Al frente de esa gremial, estaba Hugo Manini Ríos -hermano del senador Guido Manini Ríos – que advirtió un par de cosas: la izquierda estaba por llegar al gobierno y que una forma de favorecer la devaluación -que luego vino- era erosionar al gobierno de Jorge Batlle. (Un libro del periodista Claudio Paolillo narró detalles de los empresarios que querían que Batlle renunciara). La devaluación solo le servía a los exportadores, claramente a los arroceros que venden al exterior el 90% de su producción.
Ese movimiento táctico de Hugo Manini –real politik, solía decirle a sus allegados para explicar su conducta- permitió tejer relaciones con la izquierda. La devaluación llegó, los bancos se rompieron, la zozobra llegó a la mayoría de la población, al pelotón y a los rezagados. Menos a Manini y sus amigos, los exportadores. Ellos, con esa devaluación, con el inicio de la recuperación de los precios internacionales, más la evolución del valor de la hectárea que llegó a estar a 200 dólares hasta llegar a los valores de hoy, de 4.000 dólares, lograron acrecentar sus ganancias. Los ahorros crecieron en bancos del país y en el extranjero. En los años 2003 y 2004 cuando ya se veía que el triunfo del Frente Amplio era inevitable, el camino iniciado por Hugo Manini Ríos fue seguido por otros. Nadie quería quedar afuera de la fiesta del poder. Así fue que influyentes empresarios “malla oro” acercaron plata, avionetas y barcos (Buquebus) a los candidatos del Frente Amplio. Mirá si iban a quedar afuera. Cuando uno repasa los “malla oro” que asistían a las cenas para recaudar fondos para la izquierda, observará claramente ese movimiento. Destaco una cena, organizada por el MPP. Fueron todos, incluyendo los dueños de Concierto y radio Independencia, los Rupenian. Sabían que estaban en el horno y quería salvar algo. Instalado el gobierno del FA, fueron presos y se les quitó la onda como consecuencia de la detección de voluminosos montos evadidos al fisco. De nada sirvió la cena en el MPP. Las cenas a beneficio y las reuniones en ADM -hablaba Astori y nadie quedaba afuera- permitían tejer relaciones y obtener teléfonos. El país es más cercano si tengo el teléfono del que corta el bacalao. Para concluir este capítulo, cito otra anécdota. Teresa Eisemberg es representante de la Unión de Exportadores. Fue innumerables veces al BCU cuando era presidido por Mario Bergara, hoy senador. Obvio: reclamaba lo que hizo Manini: devaluar. Públicamente, Eisemberg hablaba de “competitividad” y otros asuntos relacionados, pero nada de “devaluar”. Puertas afuera, amabilidad; puertas adentro del BCU el tono era diferente.
La guita
Está claro que la plata no tiene ni patria ni ideología. Si vos me garantizás negocios, no te jodo y somos todos amigos. Esa máxima domina las relaciones entre empresarios y quien detenta el gobierno de cualquier signo. En los primeros años del gobierno de Tabaré Vázquez -instalado en marzo de 2005- los empresarios eran escépticos con respecto a la izquierda. Vázquez y Danilo Astori daban garantías. José Mujica -que ya lo había iniciado antes- fortaleció sus relaciones con los empresarios “malla oro” a través de los asados en el Quincho de Varela. Mujica cortaba la pulpa y los chorizos y servía el vino. Tejía. Metía alguna ocurrencia y todos reían. A la estabilidad política e institucional que brindó Vázquez y su equipo se sumó la creciente suba de los valores de lo que exporta Uruguay (carne, granos, celulosa). Desde el gobierno se descartó de plano poner un impuesto a las exportaciones -las retenciones – como lo hizo Néstor Kirchner en Argentina. Los exportadores comenzaron a confiar mas en la izquierda y sin dudas, en Vázquez, Astori y Mujica. Un punto muy interesante de observar fue la conducta de las cámaras empresariales cuando Kirchner habilitó el corte de los puentes sobre el rio Uruguay, en rechazo a la planta de Botnia (hoy UPM). Todas las cámaras manifestaron su rotundo apoyo a la posición del gobierno encabezado por Vázquez. El marco general de Uruguay permitió que se avanzara en un crecimiento con inclusión -Consejos de Salarios y otras herramientas- y que los “malla oro” hicieran plata a paladas. No solamente los del agro y la ganadería. La política de izquierda fue bien recibida por la Cámara de Comercio, bastión histórico e indeleble de la burguesía comercial de Uruguay. ¿Por qué? Porque hicieron plata. El aumento sostenido del poder adquisitivo de los salarios y pasividades -más un dólar favorable -repercutió clara y positivamente en el consumo interno. Todas las estructuras comerciales -en donde recae un enorme peso del empleo en Uruguay- se favorecieron.
Un punto interesante a mencionar en este relato fue la cena en Punta del Este en diciembre de 2009, con Mujica electo presidente. Estaban los “malla oro” de Uruguay y Argentina. Mujica les dijo lo que querían escuchar. Salieron contentos y prometiendo inversiones. Hermoso. La plata estaba asegurada. El mercado internacional sonreía y éramos todos felices.
Quiero ganar más
Avanzado el proceso de gobiernos de izquierda, la cuestión comenzó a cambiar. En los últimos tres años del segundo gobierno de Vázquez, cayeron los precios internacionales de los commodities. Vázquez, Astori y Mujica ya no eran altos, rubios y de ojos celestes. No. Eran el diablo mismo, Chávez, Maduro, Cuba. Todo servía para alfombrar un cambio de gobierno que garantizara alejarnos de los “tupamaros y comunistas”. Ese marco externo hizo que los “malla oro” ya no ganaran tanto; pusieron el ojo en el “atraso cambiario”, “los altos costos”, el “Estado gordo” y otras perlitas. Así nació “Un Solo Uruguay” en aquel enero de 2018, en Durazno. Y allí estaba Hugo Manini Ríos, fogoneando un dólar alto. Ya había dejado de ser un izquierdista y ahora, con su hermano, armaban el partido militar con base oligárquica, el viejo anhelo de los Manini de principios del siglo XX. Llegó Lacalle y respiramos.