Por Martín Narbondo
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La devaluación del dólar en Uruguay, que fue de 10,45% entre el 28 de febrero (el último día hábil antes del cambio de gobierno) y el 9 de marzo (fecha en que se estabilizó parcialmente), tiene un claro origen en la campaña electoral y los mensajes inaugurales del gobierno que asumió el 1º de marzo, y las expectativas que creó entre los agentes económicos.
Es congruente con todo el discurso preelectoral del candidato Luis Lacalle Pou, que enfatizó permanentemente en la difícil situación por la que, según él, atravesaba el sector agropecuario, así que no debe sorprender a nadie que un ajuste cambiario esté entre las primeras medidas adoptadas.
En la Asociación Rural del Uruguay ante la pregunta de los periodistas, consignado por El Observador, formuló su recordado planteo: «¡Qué no va a haber atraso cambiario! Solo Astori increíblemente lo niega. Pregúntenle a Azucena y pregúntenle a los productores».
En su discurso inaugural del 1º de marzo pasado ante la Asamblea General, el presidente Dr. Luis Lacalle Pou manifestó: «Hicimos campaña de una manera y la vamos a practicar en el gobierno. Debemos actuar sobre los costos de producir, de comerciar, de industrializar y de prestar servicios. Debemos iniciar urgentemente una recuperación de la competitividad nacional. Por eso, tenemos un compromiso ineludible con […] generar apertura de mercado en mejores condiciones para nuestros bienes. Esta es la tarea del gobierno que hoy empieza. Y conducir esa tarea es la función del presidente de la República. Nos hemos preparado para este desafío. Lo asumimos con conciencia y también con mucha confianza. Llegó la hora de hacernos cargo, llegó la hora de hacerme cargo. ¡Viva la patria!».
Por su parte, la ministra de Economía y Finanzas, Ec. Azucena Arbeleche, manifestó en su discurso de asunción del 2 de marzo no se refirió directamente al atraso cambiario (que había mencionado en la campaña electoral), sino que puso énfasis en la competitividad (que se logra con devaluaciones) y enfatizó que «además de la regla fiscal, debemos tomar medidas inmediatas».
Exponiendo en el I Foro Internacional de Integración y Desarrollo, organizado por Latinfinance y Fonplata el 5 de marzo, Arbeleche afirmó que «entendemos que buena parte de la falta de competitividad de nuestra economía […] es lo que está detrás del atraso cambiario y, en definitiva, de nuestra pérdida de competitividad».
En las principales ideas fuerza que lucen ambos discursos está el que «están a cargo» (lo cual es cierto, porque el gobierno dispone de un equipo económico potente, encabezado por el Ec. Isaac Alfie, de gran formación y experiencia, exministro de Jorge Batlle durante la Crisis de 2002) y, por lo tanto, habría grandes decisiones por su estricta orden y responsabilidad. Otra es que hay un gran déficit de competitividad, detrás del cual está el atraso cambiario. Podemos o no discutir el concepto base, pero el hecho es que el gobierno asocia la falta de competitividad «que está detrás del atraso cambiario», de cuya existencia no dudan el Presidente de la República ni la ministra de Economía y Finanzas, y que fue tema de varios artículos del Ec. Isaac Alfie en el suplemento Economía & Mercado de El País.
¿Cómo se corrige el atraso cambiario? Devaluando la moneda nacional, o sea, aumentando el precio del dólar de Estados Unidos, que es la moneda en que se realizan si no la mayoría, por lo menos el mayor volumen de las transacciones en nuestro país. Si algo está fuera de dudas es que el nuestro es un país «dolarizado» (pruebe el lector comprar un inmueble, un vehículo o un electrodoméstico de importancia en moneda nacional a ver qué le dicen), y por lo tanto el valor del dólar es indicador principal de nuestra economía, mucho más aun que en la argentina y la brasileña.
Otra prueba de ello es que todas nuestras principales variables macroeconómicas, como el Producto Interno Bruto (PIB), el PIB per cápita, o el valor de las exportaciones e importaciones las medimos y denominamos domésticamente en dólares de Estados Unidos.
Ahora bien, por eso y por otras razones es que devaluar la moneda nacional es una de las principales, más inmediatas, más invisibles y más fáciles formas de licuar las remuneraciones de aquellos que reciben ingresos fijos -como los trabajadores y jubilados- aumentando el precio del dólar, lo cual se traduce de inmediato en menos poder adquisitivo y mayor inflación.
Pues bien, todo indica, ya que hay un gobierno potente a cargo, que a menos de una semana de asumir se tomó la primera medida para «aumentar la competitividad» disminuyendo o eliminando el «atraso cambiario», ya que hubo una devaluación del 10,45% del valor de la moneda nacional, lo cual se traduce, como dijimos, en un aumento inmediato de la capacidad exportadora y de los ingresos del sector agropecuario, aunque también en una automática disminución del valor real de las remuneraciones de trabajadores y jubilados.
Siempre se habló en la campaña del «rezago del campo», siendo los grandes agroexportadores (nucleados en la Asociación Rural, la Federación Rural y también en el movimiento Un Solo Uruguay) el grupo económico dominante en la coalición multicolor de gobierno, tal como se vio en las expresiones de satisfacción del ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, que se ha comportado como «un representante gremial» en sus demandas al gobierno que integra (al pedir también que se demorara la suba de tarifas hasta después de las cosechas y aumentos diferenciales en las mismas), según el senador nacionalista Sebastián Da Silva.
Los hechos
Entre el 28 de febrero (es decir, antes de asumir el nuevo gobierno) y el lunes 9 de marzo, el valor del dólar pasó de $ 39,15 (tomando el tipo de cambio intercambiario vendedor) a $ 43,24, lo que implica un aumento de 10,45%.
A mitad de una jornada febril en que el valor vendedor del dólar en pizarras había sobrepasado los $ 46, y la devaluación superaba el 15%, intervino el Banco Central del Uruguay (BCU) vendiendo US$ 17,3 millones, con lo cual el precio se estabilizó, y ha fluctuado en ese entorno.
El mismo lunes 9 se conoció que el valor del petróleo (tomando como referencia el crudo Brent) caía un 22% al cotizar a US$ 35,45 el barril, mientras en EEUU se cotizaba a US$ 33,15 el barril, un descenso del 21%.
La reacción del gobierno se conoció por boca del ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, que, según El País, «celebró ayer el aumento del dólar», y afirmó que «es una solución que ansiábamos, incluso se habló con el equipo económico [sobre ello] ya que ayuda al sector agroexportador».
La negación
Sin embargo, la «verdad oficial» fue otra. Entrando prácticamente en cadena, y con comentaristas que repitieron lo mismo desde distintos espacios de difusión, los grandes medios atribuyen la devaluación a la crisis mundial provocada por el coronavirus (que comenzó hace muchas semanas), a la baja del petróleo, y al supuesto «vuelo a la calidad» de los inversores que preferirían invertir en bonos del Tesoro de los EEUU (justamente en momentos en que la Reserva Federal bajó nuevamente las tasas), todas causas externas que implícitamente exculpan al gobierno del impulso devaluatorio, coincidiendo lamentablemente con algunos representantes de la izquierda que deberían consultar con personalidades como Danilo Astori y Daniel Olesker.
Lo mismo ocurrió con las crisis de 1982 y de 2002, que fueron atribuidas a causas externas, cuando fue demostrado que respondieron a decisiones internas de los gobiernos del momento, ya que solo afectaron a Argentina y Uruguay, que tenían idénticas políticas económicas.
Lo dice claramente un reconocido comentarista, Nicolás Lussich, en su columna de El País del domingo 8 de marzo, que concluye afirmando:
«La suba reciente del dólar no hace otra cosa que mejorar -parcialmente- su valor real. No se está ‘disparando’ ni nada por el estilo: está saliendo de las profundidades, de valores reales mínimos históricos, consecuencia de la política monetaria expansiva de EEUU luego de la Crisis de 2008, pero también del retraso cambiario autóctono.
Cabe recordar que las crisis en Uruguay -1982, 2002- irrumpieron porque el dólar estaba extremadamente bajo, no porque subiera. Hay que ver un poco más allá de la pizarra. Por suerte Uruguay tiene un régimen cambiario flexible que permite amortiguar los bamboleos externos.
Política de Estado.»
En efecto, nada explica mejor la suba de la divisa que la campaña preelectoral de la coalición triunfante y los discursos inaugurales del presidente y la ministra de Economía. Cualquier operador y hasta cualquier ama de casa sabían lo que iba a pasar (que el dólar iba a subir), lo que tenían que hacer hasta para protegerse, y actuaron en consecuencia, para satisfacción de la corporación agropecuaria, encabezada por el ministro Uriarte.
Con referencia a la incidencia de las crisis externas, cabe recordar que la Gran Recesión 2007-2010 no afectó a Uruguay, que continuó creciendo económicamente. Tampoco la anterior epidemia global.
Si lo miramos desde el punto de vista económico social, estamos ante una gran transferencia de ingresos fijos, desde los sectores asalariado y jubilado, hacia los propietarios agropecuarios.
El ajuste fiscal comenzó en la primera semana y se apresta a continuar con los aumentos de tarifas.
Cr. Astori: «Desde el gobierno se alientan conductas devaluatorias»
El 10 de febrero pasado, el entonces ministro de Economía y Finanzas, Cr. Danilo Astori, en declaraciones a radio Sarandí, señaló que el gobierno entrante tenía intenciones de «aumentar el tipo de cambio nominal» y añadió que «eso es peligroso porque llevaría a fijar el tipo de cambio», o sea, crear una nueva «tabla» de fijación del tipo de cambio, como tuvimos antes de la gran crisis de 1982 y de la megacrisis de 2002, ya que este procedimiento «condujo a desastres para el país».
«La receta para evitar los saltos bruscos, dijo Astori, es dejar flotar el dólar, promoviendo intervenciones del Banco Central. Sería un error enmendar esta posición, añadió.
Astori respondía así a las críticas de la coalición multicolor sobre política cambiaria y déficit fiscal, y afirmó que «Lacalle Pou debe haber estado distraído los últimos 15 años».
El entonces ministro concluyó que «Uruguay es muy fuerte financieramente porque tiene cubiertos todos los vencimientos. Posee 43% de su deuda en moneda nacional, lo que elimina el riesgo de devaluación. Esa es una fortaleza ignorada por los críticos».
En reportaje otorgado a La República el 9 de marzo, titulado «El gobierno está alentando conductas devaluatorias que pueden tener repercusión en la inflación», se señala que «el exministro de Economía criticó a Lacalle Pou por decir que el dólar debería estar más arriba de lo que está».
Astori afirmó que «es un tema que me tiene preocupado. Veo que el gobierno actual no está manejando correctamente los equilibrios macroeconómicos y eso puede traer consecuencias negativas a Uruguay […] Desde el gobierno se ha venido alentando una política de aceleración de la devaluación de la moneda nacional, eso me preocupa porque puede desarticular los equilibrios macroeconómicos que habíamos construido con mucho esfuerzo durante unos cuantos años, practicando la política monetaria y cambiaria que el país necesita.
Consultado sobre las tendencias que considera más preocupantes, respondió el exministro: «Desde el gobierno se están alentando conductas devaluatorias porque nada menos que el presidente de la República en un extenso reportaje reciente dice que el dólar debería estar más arriba de lo que está, o cuando un ministro como el de Ganadería le pone una cifra concreta al tipo de cambio, están alentando conductas devaluatorias, están generando expectativas en la gente de que el dólar va a seguir subiendo a una velocidad mayor de la que tenía hasta ahora, y la gente transita conductas de previsión y sale a comprar dólares antes de que suba más. Eso alienta una devaluación más rápida, y por lo tanto una repercusión indudable sobre la inflación, que la vamos a estar viendo próximamente. Ese impacto sobre la inflación puede tener efectos depresivos sobre el contenido de los salarios, de las jubilaciones, y castigar especialmente a los más humildes».
Ec. Olesker: «Generan expectativas al alza del tipo de cambio»
Telemundo señaló que «para Daniel Olesker, los mensajes que ha dado el gobierno crean una expectativa de suba del dólar. Dijo el economista y exministro Daniel Olesker: “Si en el discurso de asunción presidencial y de la ministra de Economía, se dice que hay un atraso cambiario, y si además el ministro de Ganadería dice que no lo esperaban, pero es una buena noticia, eso genera una expectativa al alza del tipo de cambio. Más allá del contexto internacional, la expectativa interna agudiza el problema. Entonces, más razón para pensar que en este contexto hay que intervenir, con la regularidad y cautela que esto exige. Creo que hay que hacerlo más allá de lo que se ha hecho hasta ahora. Y creo que también hay que trabajar sobre las expectativas evitando declaraciones que no son las mejores para la actitud de los agentes”.