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El “otro yo” del Dr. Merengue

Al fin se descubre la agenda oculta de los partidos tradicionales

Por Alberto Grille.

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Hace ya unos cuantos años, el talento del inolvidable dibujante argentino Guillermo Divito -hombre de la noche porteña conocido por sus dibujos de pulposas   chicas que enloquecieron a varias generaciones en la revista Rico Tipo, allá por fines de la década del 50 y principios de la del 60- nos dio un personaje que le calza como un guante a varios infatuados que soportamos: el Dr. Merengue, un abogado de impecable traje oscuro, que alardeaba de su prosapia y su cultura, pero tenía un “otro yo” sinvergüenza, medio fantasmal, procaz, dañino y mal hablado, que decía y expresaba a viva voz todos los deseos irreproducibles que el doctor no podía o no se atrevía a expresar en público. El personaje de la popular historieta que publicaba Clarín en Argentina y El Diario en Uruguay fue, tal vez, el más popular en la época en que las series de historieta causaban furor en las ediciones gigantescas de la prensa. En nuestro país, hay muchos aspirantes a Dr. Merengue. El doctor Javier García tiene un sosías que es pediatra; el intendente Bascou tiene un doble que es bandido; Bordaberry tiene un otro yo que sueña con “hacer mierda a Tabaré”; el timorato Larrañaga tiene un fantasma que es guapo; dicen que Verónica Alonso profesa varias religiones, pero sólo reza ante la caja registradora; y el popular Pompita es un “borrego arrogante” que grita en la pulpería, pero calla en la comisaría. Pero el ejemplo más parecido al Dr. Merengue y su “otro yo” es el  presidente Julio María Sanguinetti, que al mismo tiempo que alardeaba de su vasta cultura, estrangulaba el presupuesto de la educación y abandonaba, destruido, durante una década el Auditorio del Sodre; su trayectoria política y su obra recuerdan el desmantelamiento del ferrocarril, la privatización del sistema previsional, y lo que hoy heredamos, el problema de los  cincuentones, que fueron obligados a afiliarse a las AFAP siendo muchachos jóvenes, sabiendo que tarde o temprano la granada iba a estallar y las consecuencias las íbamos a pagar todos. Al salir de la dictadura, Sanguinetti pudo haber construido, con el apoyo del general  Seregni y Wilson Ferreyra, un “país modelo”, pero lo primero que hizo fue deshacer la trabajosa obra del convergencia de la Concertación Nacional Programática(Conapro), dividir los partidos, imponer una política continuista de la militar (que hasta tuvo como ministro del Interior al exembajador de la dictadura Carlos Manini Ríos y como ministro de Defensa Nacional al general Hugo Medina) y ocultar todas las pruebas del genocidio político, económico y humano cometido, incluyendo, probablemente, la llamada “Operación Zanahoria”. Por eso tuvo como ministro de Economía a Ricardo Zerbino, el mismo que diseñó el Plan de Desarrollo 1973-1977, que aplicó la dictadura a rajatabla. Por eso un conocido político blanco dijo a voz en cuello, el día del preestreno de la película Wilson, que sobre Sanguinetti y Lacalle -la misma cosa-  pronto tendríamos películas… pero de otro tenor. Como hemos dicho otras veces, el relato se sigue escribiendo y sobre él falta escribir todavía muchos capítulos, aunque parece que los historiadores de izquierda no se animan todavía con el Dr. Merengue, y hasta le presentan sus libros llenos de mentiras, como que en Uruguay no hubo muchos torturados ni muertos en la dictadura, ni escuadrón de la muerte, ni lucha antidictatorial ni en Uruguay ni en el exterior, y que de la dictadura cívico militar se salió gracias al diálogo entre militares y colorados. ¡Ja ja! Ni el Dr. Merengue jamás se habría atrevido a decir algo así.   Los “otros yo” del Dr. Sanguinetti   Pero el Dr. Sanguinetti, como el Dr. Merengue, ha tenido y tiene más de un “otro yo”. En un tiempo fue Washington Abdala, rápidamente devenido payaso, al que todos recordamos vestido todo de nailon rojo y gorra roja, diciendo tonterías presuntamente graciosas con la complacencia de un público cada vez más escuálido. Uno de los más recalcitrantes “otros yo” de Sanguinetti es el abogado y periodista Álvaro Diez de Medina, que tras un fugaz pasaje por el Partido Nacional, cuando ganó Sanguinetti las elecciones viciadas de 1984, se acomodó velozmente con el nuevo presidente y así fue periodista de la revista Punto y Aparte y de El Día. También trabajó en El Observador y en 1995 sacó el premio mayor cuando Sanguinetti lo nombró embajador ante Estados Unidos, en el gobierno de Clinton, cargo en el que se mantuvo hasta junio de 2000. Luego fue (o sigue siendo) representante de bancos internacionales en Uruguay. De periodista pasó a mandadero del poder financiero, igual que su jefe, que recorre el mundo financiado por el megamillonario mexicano Carlos Slim. Vuelto el Dr. Diez a columnista de El Observador, pero en el rol de “otro yo” del Dr. Sanguinetti, ha venido apoyando con una brutalidad exacerbada las peores causas, nacionales e internacionales. También el Dr. Álvaro Diez de Medina tiene un “otro yo”. De embajador uruguayo en Estado Unidos pasó a vocero de Estados Unidos en Uruguay. Pero eso es harina de otro costal. Como vimos, en esto de los Merengues hay mucha competencia de personajes, que no sólo tanto te dicen una cosa como la otra, sino que, además, hoy mismo son uno y el otro, sin ningún paréntesis. Las campañitas de Diez de Medina contra el Frente Amplio siempre han rozado o sobrepasado lo insultante, pero nadie se molesta en darle pelota, y por esta vez, como sería en el caso del Turco Abdala, les concedo razón. No valen la pena en su condición de arlequines del Dr. Merengue. Sin embargo, ese “otro yo” dice lo que Sanguinetti no puede o no quiere decir por sí mismo. Al menos, por ahora.   Sanguinetti: la ideología de la reacción Hace muy pocos días, en un artículo adornado con una foto en la que aparecen sonrientes José Amorín Batlle, Luis Pompita Lacalle Pou, Juan Pedro Bordaberry y Jorge Larrañaga (los cuatro precandidatos de la oposición), Diez de Medina retoma, sin nombrarla, la sentencia sanguinettista de que “el Frente Amplio está preparado para perder, pero la oposición no está preparada para ganar” (que Larrañaga perfeccionaría al decir que “no está preparada para gobernar”), lo cual podría interpretarse como una velada incitación a que se pida la intervención o el arbitrio del octogenario líder que llevó al Partido de Batlle y Ordóñez a 9% del electorado, por ahora… Con el título ‘Seguimos sin ver el bosque’, y tras afirmar que “la posibilidad de una victoria opositora depende de su capacidad de organizar una concertación nacional”, el articulista afirma, con cierta decepción, que “hay días en que pienso que el conglomerado partidario al que llamamos ‘oposición’ no pierde su tiempo leyendo diarios”. A continuación descarga su furia contra los  “anónimos ‘analistas’ del grupo Itaú”, que habrían proyectado un triunfo electoral frenteamplista en 2019, y comenta que Javier García propuso renovar el mecanismo del Partido de la Concertación “que, en 2015, pretendiera ser el instrumento mediante el cual blancos y colorados comparecieran juntos a fin de disputar la Intendencia de Montevideo y terminara por ser la semilla del grupo político que encabeza Edgardo Novick, que es motivo del odio cerril de Sanguinetti, y con el cual el abogado, diplomático y representante de bancos extranjeros se ensaña. Le recuerda a la oposición que “faltan 24 meses para los próximos comicios nacionales” y afirma que “la dirigencia política de la llamada ‘oposición’ sabe muy bien lo que hasta los observadores de Itaú saben, y por ello también saben que la posibilidad de un relevo en la administración depende de su capacidad de organizar no después de este verano, sino ya mismo, una real concertación nacional basada en un programa alternativo veraz y esperanzador”. Afirma que están muy lejos de ello porque “todos temen la contundente verdad de un programa alternativo. Porque todos ellos saben que de la amortiguada catástrofe frenteamplista el país no saldrá sin enfrentar ineludibles senderos”. Y entonces, al fin, un vocero conocido y representativo de uno de los principales, o el principal operador político de la derecha, el por algo dos veces presidente Julio María Sanguinetti, enumera el verdadero programa de los poderosos de Uruguay.   El programa real de la derecha por uno de sus voceros El premiado libro Jorge Batlle/El profeta liberal, de Bernardo Wolloch, acusó a Diez de Medina de ser uno de los cuatro líderes golpistas contra el expresidente en 2002, junto con Ramón Díaz, Jorge Caumont y Juan Carlos Protasi. Según el libro de Claudio Paolillo Con las horas contadas, Sanguinetti le preguntó al vicepresidente de Batlle, Luis Hierro López, si estaba preparado para ser presidente en caso de que se dieran las circunstancias y este respondió afirmativamente. O sea que méritos, el hombre tiene más que sobrados. Por suerte habla. Álvaro Diez de Medina siempre ha sido considerado un “bocón presuntuoso” en los círculos en los que se ufana de moverse. Ahora no tuvo mejor idea que descubrir el programa que cuidadosamente encubren los cuatro personajes que muestra la foto del artículo. Refiriéndose a los “ineludibles senderos” que debe transitar la oposición, dice: “¿Cuáles? Apertura comercial agresiva. Un programa de clausura de agencias y programas estatales o privatización en los muy pocos casos que ella sea viable. Programas de reducción de la plantilla estatal. Simplificación tributaria y recorte de impuestos que prive a la fiera de su alimento. Detener la bomba del endeudamiento público. Flexibilización laboral que incluya desmontar el cogobierno sindical. Créame: hasta en la intimidad de sus guaridas, los colectivistas también saben que sin estos remedios el camino del país será sostenidamente descendente”. Repasemos y analicemos punto por punto.

  1. “Apertura comercial agresiva”. Es muy claro que lo que está pidiendo es la firma de TLC bilaterales, como los que impulsa Donald Trump, y la incorporación de Uruguay a acuerdos como la Alianza del Pacífico.
  2. “Un programa de clausura de agencias y programas estatales o privatización en los muy pocos casos que ella sea viable”. ¿Cuáles serían las agencias y programas estatales a cerrar? Es muy claro que, como anticipamos, se refiere al Mides y al Fonasa, es decir, las usinas de los programas sociales que tanto han hecho por reducir la inequidad de la sociedad uruguaya, recuperando a mucha gente del tsunami en que los sumió la Crisis de 2002, producto de las decisiones tomadas en los gobiernos de Sanguinetti, Lacalle y Batlle.
  3. La palabra privatización es clave, y si no la desarrolla, es porque hasta Álvaro Diez de Medina sabe que los uruguayos abominan de la entrega de su patrimonio a los poderosos nacionales y, sobre todo, extranjeros, como los bancos que él representa. Reiteramos una vez más que el objetivo principal de la derecha uruguaya, cuyo pensador más claro fue Ramón Díaz, otro golpista, es la privatización de las empresas, los bancos y la enseñanza públicos.
  4. “Programas de reducción de la plantilla estatal”. Esto sólo es posible mediante los procesos de privatización señalados y encubren otro sueño de la derecha: el desmantelamiento del Estado y la creación de un inmenso ejército industrial de reserva, como llamaba Marx a los desocupados, ya que lo único que generarían estos “programas” es desocupación. Desocupación de militares y efectivos de seguridad, de docentes de la educación pública y de agentes de la salud pública. En sus sueños de apropiación, la derecha engendra monstruos: no habría peor error en un país como el nuestro que arrojar a la calle, al hambre, a 200.000 familias. Pero ellos lo quieren y el “otro yo” lo dice.
  5. “Simplificación tributaria y recorte de impuestos que prive a la fiera de su alimento”. Alejandro Végh Villegas fue el primero en extender el IVA y eliminar impuestos a los ricos. Diez de Medina propone profundizar esas políticas de privilegio a los poderosos.
  6. “Detener la bomba del endeudamiento público”. Lo dice un representante de quienes aumentaron la deuda externa hasta llevarla a 101% del PIB. Es sólo una frase para incautos.
  7. “Flexibilización laboral que incluya desmontar el cogobierno sindical”.

Al contrario de lo anterior, esta frase tiene dos aseveraciones que representan objetivos ciertos de la oligarquía. La primera parte habla de una reforma laboral que elimine conquistas de los trabajadores obtenidas desde la época de José Batlle y Ordóñez, como las que aplicó Michel Temer y busca aplicar Mauricio Macri en la onda de la nueva derecha latinoamericana. La segunda parte implica desmontar los sindicatos, los Consejos de Salarios y toda forma de negociación de los trabajadores. Todo para el capital y sus sirvientes. Attenti al lupo! Resplandece la verdad. Este es el programa de la derecha, lo dice el “batllista” Álvaro Diez de Medina, el “otro yo” del Dr. Julio María Sanguinetti.   Una más Álvaro Diez de Medina no cree que los actuales líderes le ganen al Frente Amplio y en eso tiene razón. Por eso su artículo tal vez debió llamarse ‘Buscando al salvador’, como lo buscaron en medio de la Crisis de 2002, conspirando contra Jorge Batlle. Hace pocos días el columnista Francisco Faig formulaba una pertinente pregunta retórica: “¿Los blancos quieren ganar?”. Me atrevo a redoblar su apuesta: los blancos no pueden y tal vez no deban ganar. Es que la inmensidad del desafío de la alternativa, las circunstancias imperiosas de moral y ética que encierra la tarea de poner fin al ciclo frenteamplista, la hondura patriótica de la apuesta colectiva, hacen que quien deba triunfar sea el restablecimiento de la virtud y el decoro públicos en los que aún creen ciudadanos de toda raíz política. Esta “admirable alarma” es la que exige un liderazgo digno de su talla y urgencia e inevitablemente desbordante de los viejos lemas. Sí, la derecha uruguaya está buscando un dictador: atención.   Los miserables La del estribo: ¡hay que ver cómo les duele UPM! No hay más que escuchar a Pompita y leer todo los que los medios de prensa grandes escriben contra el mayor emprendimiento de la historia de Uruguay. Eso demuestra cabalmente la naturaleza destructiva de la oposición uruguaya y la veracidad de su teoría de “campo arrasado”. El mejor ejemplo es Ernesto Talvi pronosticando recesión en 2008 (culminación de la crisis global), año en que Uruguay creció casi 9%, a pesar del “genio de Ceres”, que ahora se ha dedicado a aconsejar que se construyan liceos (¡qué descubrimiento el hombre!) y eso hace que lo estén promocionando poco menos que como el nuevo José Pedro Varela. Incluso hasta algún medio de izquierda le ha batido el parche a este neoliberal rabioso pero acomodado siempre con el Estado, al que Ramón Díaz metió por la ventana en el Banco Central. Sigamos leyendo a la derecha. Y advirtiendo al pueblo uruguayo -que la detendrá otra vez- sobre sus verdaderos objetivos.  

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