Nuestra diplomacia se despliega lejos del pago, la Patria Grande, y más lejos aún de sus intereses. Mientras, en México, el presidente llega a la cima de su popularidad, a mitad de su mandato. Cuquito fue a Catar y pasa Navidad en el Congo. La primera dama, en Dubái, firma un “documento de amistad” con Emiratos Árabes (¿?).
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En la cumbre virtual de Mercosur Uruguay vuelve a quedar solo (1 a 3). No han advertido lo que pasa en México.
Faltan días nada más para que se venza el plazo proclamado por Bustillo para firmar una Carta de Intención para un Tratado de Libre Comercio con China. No llega. Como dijimos. Pasaron por México, escala hacia EEUU. Pasaron por la reunión del Celac para señalar con dedo acusador a Cuba y Venezuela. ¿Todos esos países árabes son modelo de democracia? ¿Dijeron algo? Lo más grave: no vieron lo que pasa en México.
Tuve el privilegio de estar allí (Coordinador de la Misión Internacional de Observación Electoral) cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue electo presidente. Conociendo México, vi que esa noche todo empezaba a cambiar. Gente con banderas del PAN y del PRI -que perdían la rotación hegemónica del poder- salían a saludar a los militantes de Morena (AMLO) que celebraban.
México elige sus presidentes por seis años, para un mandato que no pueden repetir. El lema de su revolución fue “sufragio efectivo, no reelección”. Desde el primer día de su mandato utilizó un estilo de cercanía, que rompía una tradición casi imperial de la Presidencia de México.
Conferencia de prensa todos los días, lenguaje llano, dignidad ante EEUU y no genuflexión ante los poderosos. Un mandatario europeo visitó México sin obtener nada de lo buscado en beneficio de los inversores de su país. Un periodista de ese país le increpa al día siguiente y AMLO con gran serenidad, y pausadamente, respondió “es que el respetable visitante no sabía que algo cambió en México: no negociamos nuestra dignidad soberana por dinero”.
AMLO fue ungido presidente en diciembre del 18 y ya asumió la presidencia pro témpore de Celac en el 20. Pero estos 2 años no pasaron desapercibidos (parece que a la diplomacia uruguaya sí). Tras el desmantelamiento de Unasur logrado por la restauración neoliberal, AMLO plantea el fin de la OEA y su panamericanismo. Ofrece a Celac como el foro natural interamericano.
Con ese giro en política exterior, AMLO llega a la mitad del mandato en el pico de su popularidad, desde que asumió: 67%. Al revés, Uruguay aleja su mirada de nuestra América Latina, México condena los nuevos ataques contra Cuba a la que, contra las advertencias yanquis, manda buques con ayuda humanitaria.Se aleja de la retórica cipaya de los inicios de la Guerra Fría. Se había impuesto en la región tras el derrocamiento de Jacobo Arenz en Guatemala en el 54. Un lustro después Carlos Puebla cantaba: “En eso llegó Fidel”.
AMLO resiste y pone en jaque la OEA. Por cierto, Almagro estos años se ha atrincherado con la oposición del PRI, a quienes ha confiado cargos de confianza, aunque México sea Estado miembro. ¡Ay de la OEA si deja de serlo! Uruguay repite el discurso de la Guerra Fría. Inconsistente: Me pregunto: el Partido Comunista Chino, felicitado en sus 100 años por el partido de gobierno, ¿no es único? ¿Hay democracia liberal en Catar, en Dubái y Emiratos árabes? Doble discurso.
AMLO va de la mano de la historia de México y sus vínculos con Centroamérica y el Caribe. Similares a los de Cuba. Esto, como debe ser en política exterior, independientemente de afinidades ideológicas. Las relaciones son con los Estados, no con los gobiernos. Ese encuentro con lo mejor de la tradición mexicana se traslució también ante el golpe en Bolivia. Le salva la vida (junto a Alberto Fernández) a Evo Morales; apoya al gobierno de Arce, restaurada la democracia.
En política doméstica no debe pasar desapercibida su política energética. Ante la protesta de EEUU fortalece al Estado para competir en el mercado contra las multinacionales. Desde Washington le acusan de violar el T-MEC (el tratado ex-Nafta, modificado por Donald Trump).
México ha cambiado. Ojalá nuestra cancillería se dé cuenta. Por el bien de los uruguayos.