Su escritura es híbrida: combina materialidades de distinta naturaleza. Es maciza porque está despojada de lo inútil y accesorio. Es fluida porque estaUna de las voces más destacadas de la literatura latinoamericana actual, su obra explora los límites entre lo humano y lo no humano.blece relaciones de sentido abiertas entre cosas que aparentemente no tiene relación y te permite navegar con fluidez entre esos puentes. Su escritura reinventa la inocencia porque te invita a vincularte con lo dado con el vértigo de la primera vez. Y a la vez parece portar un saber antiguo como el del que ya aprendió a hablar en silencio.
La escritura de Tamara Silva Bernaschina no tiene nada que ver con el futuro ni con las promesas. Su escritura es una parte luminosa del presente de la literatura latinoamericana.
Embed - Atardecer naranja #11. Tamara Silva Bernaschina, escritora
Compartimos en esta nota algunos fragmentos de la entrevista del episodio #11 de Atardecer naranja y los invitamos a verla por el canal de Youtube de Caras y Caretas. Todos los jueves a las 19, conversaciones con artistas y personas vinculadas a la cultura.
Lo que se calla también narra
¿Qué te pasa en el cuerpo mientras escribís? ¿En qué medida la escritura para vos también es una experiencia corpórea además de mental y emocional?
Hay un gesto de la escritura que es el de estar en un lugar quieto. Cuando me pongo a escribir hay algo del cuerpo que involucra el deseo y las ganas de sentarme y estar en ese lugar. Pero también después hay como una abstracción total del del cuerpo. Puedo estar sentada en la peor posición y me doy cuenta después que me duele la espalda porque estuve 3 horas encorvada. Entonces ahí me parece que lo interesante que pasa es cuando te olvidaste de que estabas en esa posición. Después me puede pasar estar escribiendo algo que yo quiero que genere miedo, entonces, de repente siento un poco ese miedo. Si eso pasa, algo ahí me hace sentir que está encaminado hacia un buen lugar. Pero me pasa más eso de disociación de lo que estoy haciendo cuando estoy escribiendo. Cuando releo sí es distinto, ahí sí me pasa algo físicamente que me parece interesante. Con el asco me pasa mucho. Yo me impresiono muy fácil y muchas cosas me dan asco, pero cuando estoy escribiendo podría escribir cualquier cosa y no sé si me genera alguna reacción. Es después cuando lo leo que digo “esto me genera repulsión”.
El epígrafe de Olga Tokarczuk del cuento Desastres naturales dice “Está claro que lo grande está contenido en lo más pequeño”. ¿Cuánto hay en tu proceso creativo de ir descubriendo esa información a medida que escribís y cuánto hay de ir administrándola?, ¿lo que escribís siempre aparece desde lo más pequeño o a veces aparece grande y entero y al escribir lo vas desarmando?
En mi proceso creativo siempre está esto de lo chiquito de la imagen, nunca aparece algo completo. Me cuesta llegar primero a algo acabado y decir, "Bueno, lo voy a desarmar y administrar." Nunca lo pude hacer, siempre es la inversa, aparece algo chiquito y se va construyendo. Esto del descubrimiento está en el proceso de escritura de cualquier tipo de texto para mí, no solo de un cuento. Esto de ver a hacia dónde va, quiénes son los personajes que aparecen, qué les pasó, qué vínculos establecen con su entorno, entre ellos. Eso a mí me parece lo más emocionante de la escritura, ver hacia dónde va. Creo que eso que pasa en la lectura de que se va descubriendo de a poco la información, es lo que me pasa en la escritura también, porque yo no lo sé todo desde el principio.
Hay algo de verdadera incertidumbre en la escritura. Me gusta pensar que las cosas que me pasan y las cosas que pienso mientras estoy escribiendo de alguna manera terminan en el texto y me da ilusión que alguien lo lea y pueda rescatar y revivir esa sensación.
Es una sensación que tampoco sabría describir. Tiene que ver con lo latente y con lo que no se está diciendo todavía, pero va a aparecer en algún momento.
Comentaste también que a la sutileza de tus textos la construís con mucho trabajo de sacar, de pulir lo que no es necesario. ¿Cómo es ese trabajo de corrección sobre lo que escribís?, ¿cómo te das cuenta de la diferencia entre lo que necesitaste escribir y lo que el texto necesita?
Me gusta hacer el ejercicio de tratar a mis posibles lectores como a mí me gustaría que me trataran los autores. Hay veces que estoy leyendo un texto increíble y de repente se me pincha porque me están diciendo lo que ya sé o algo que no es necesario decirlo, que capaz que se siente y vos no podrías ni siquiera llevarlo a palabras.
Hay algo mucho más sutil que está pasando con el texto, que cuando se lo nombra y se explica mucho se rompe. Eso me parece lo peor. Me gusta cuidar eso, que tiene que ver un poco con cuidar el misterio.
Entonces hago el ejercicio de identificar cuando estoy explicando demasiado porque me da miedo que alguien no entienda. No creo que la finalidad del texto sea que se entienda todo y quede cerrado. Es divertido de hacer también, y me gusta darme cuenta de que cada vez me importa menos que se entienda o que cada vez hago menos ese esfuerzo de explicar para que no parezca que está mal escrito o que no funciona. Hay algo ahí que empiezo a desarticular yo misma.
Dijiste que como lectora solés decidir si seguís con un libro o no en las cinco primeras líneas y que no sos muy generosa con ese asunto. ¿Cómo te condiciona eso al escribir vos las primeras líneas de algo, al pensar en el orden de los cuentos de un libro?
Hay algo de no seguir por un camino que no me entusiasma, que también lo aplico en la escritura. Si me pongo a escribir y veo que me está costando y que hay algo que no fluye, lo abandono. Al principio creía que tenía que ver con una cuestión mía de no tener ganas de explorar por ese lugar pero ahora creo que no. Creo que con esto de la fidelidad hacia mí misma y hacia mi proceso, tiene que ver con entender que hay ciertos textos que arrancan y después no me interesan más. Y si no me interesan más hay algo que no puedo hacer bien con ese texto. Es el entusiasmo que a mí me da cuando estoy escribiendo.
Si estoy emocionada escribiendo, esa emoción después se puede de alguna forma resucitar en la lectura. Lo primero que pienso para los comienzos es en el sonido.
A mí me interesa mucho más que suene bien el comienzo y el final a que sea algo muy potente o una imagen muy fuerte.
¿Cómo trabajás los finales?, ¿cuál es el desafío en las últimas oraciones para construir eso que abre y cierra a la vez?
Me gusta pensar los finales para que no sean asesinos del relato. El final como cierre, como atar cabos o como una solución no me parece que sean los finales que estén en mis cuentos. Es más bien un dejar de narrar. Un dejar de suceder de la historia. La historia del cuento puede continuar, pero lo que se termina es el relato, lo que está narrando el narrador o el personaje. Pensarlo así me alegra y me da una libertad mayor. Me parece interesante como lectora cuando pasa eso, cuando me da la impresión de que estos personajes podrían seguir. Que no me lo estaban contando para decirme algo, sino que me estaban mostrando cómo son y qué hacen y qué tal su vida.
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Escuchar el mundo para inventar un lenguaje
Tu escritura también está muy vinculada a la escucha, al acto de escuchar. ¿Cuál es el vínculo de la escritura con la escucha y el sonido para vos?, ¿cuál es la diferencia entre el lenguaje y el sonido?
Cuando publiqué temporada Desastres naturales me preguntaban mucho en las entrevistas cómo había hecho para que las personas de los cuentos hablaran como las personas del mundo. Y eso es escuchando hablar a las personas del mundo. No hay un truco mayor. Es ver cómo se dice una palabra y de qué manera cambia la sintaxis en la oralidad. Y eso se hace de puro estar callado oyendo conversaciones. Charlar con tus amigos y escuchar lo que te están diciendo. Con los niños también, ¿cómo habla un niño? Aprendés escuchándolo. En ese sentido la escucha se vincula muy fuerte con la escritura, porque no es solo para los diálogos y cómo hablan los personajes. También para entender cómo piensan los narradores y cómo construye ese pensamiento y esa forma de hablar particular.
Es la construcción de un lenguaje propio, de un universo poético también propio que tiene que ver con escuchar el mundo, y prestar atención a esos movimientos y a esos sonidos.
Te interesa la ecocrítica, como perspectiva donde se explora la relación de la literatura con la naturaleza y el medioambiente, y que incluso te seduce la idea de “hacer un libro sin gente a ver qué pasa”. ¿Cómo dialoga esa inquietud con tu forma de construir ficción?
Hay algo de esa búsqueda que me interesa. Todavía no sé muy bien por dónde va la cosa, ese deseo de hacer un libro sin gente yo creo que sería difícil de realizar, al menos ahora, con los intereses que estoy teniendo, porque la gente también me interesa mucho. Pero sí hay algo de formas del lenguaje que creo que se puede ir un poco hacia lo deforme, en el mejor de los sentidos. Deformar no sólo el lenguaje sino también la manera de narrar y la forma que pueda tener un cuento o una voz narrativa o un paisaje. Es mucho de experimentar, de poder dislocar mi propia narrativa para ver hacia dónde va y qué le pasa, y darme cuenta de que no es tan inestable como yo creía cuando experimento. Esto se puede mover y no pasa nada. La formación académica creo que te da como una perspectiva siempre para todo, no solo a la escritura, también a la mirada del mundo. La ecocrítica me parece una cosa que me interesa explorar, que estoy explorando y me parece estimulante el camino. En algunos de los textos hay como una expansión, algo de persona que deja de ser un poco persona y se transforma en algo más, que no es persona ni animal, que es otra cosa que está ahí como en el medio. Y no pasa nada, eso también existe en el mundo, puede existir en el mundo de la narrativa. Esa posibilidad abre muchas puertas que a mí me interesan.
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Dijiste también que, más que una generación, hay una red de escritoras latinoamericanas que se expande. ¿Cómo alimenta esa red tus procesos de escritura?, ¿qué es lo interesante de estar escribiendo en este momento del tiempo?
Este año me he encontrado con muchas autoras a las que he leído con muchas ganas y mucha admiración, y de repente la obra se me resignifica, termino conociendo a una persona increíble y los libros me quedan chicos. Me parece interesante el encuentro, la posibilidad que dan los festivales, las ferias, para charlar con gente e ir más allá del libro, también conversar sobre el perrito, sobre lo que le gusta comer. Hay algo de humano que también está bueno y me parece que es algo en lo que se está poniendo el foco.
Es un buen momento para pensar juntas no solo sobre cosas que pasan sino sobre posibilidades futuras.
No es que nunca haya pensado en términos de generación, sí hay algo de pensar en mi generación y en la que vino antes. Pero también de pensar en qué hace que tengamos que pensar en generaciones, y pensar en qué pasa cuando no hay una generación. O qué pasa si el concepto de generación se empieza a desintegrar, ¿qué hace eso para la crítica, el mercado? Me parece interesante pensarlo al menos, esto que te estoy diciendo más que algo cerrado es un proceso de pensamiento.