En el tercer tomo de su canónica biografía de John Maynard Keynes (titulada Fighting for Britain, 1937-1946), el decano emérito de la Universidad de Warwick, lord Robert Skidelsky, rescata un episodio asombroso. El economista revolucionario que había señalado como una falacia absoluta de la economía capitalista la que afirma que el mercado genera automáticamente empleo (parienta de la que afirma que toda oferta genera su propia demanda, y ahí están todas las grandes depresiones y recesiones para demostrarlo), y que había derrotado a la Gran Depresión de 1929, escribió nuevamente en 1944 al presidente Franklin D. Roosevelt (FDR, seguramente el más importante mandatario estadounidense del siglo XX, y el único que fue electo cuatro veces para el cargo), alertándolo sobre un peligro inminente. Cuando la suerte de la guerra ya estaba decidida (y un triunfal Estados Unidos relevaba a Gran Bretaña como gran república imperial conductora del mundo occidental, con 53% del PIB mundial, y se aprestaba a imponer su orden y valores al mundo entero), Keynes advirtió a FDR que debía tomar urgentes medidas para crear programas de empleo masivo destinado a los casi 9 millones de soldados que volvían de Europa. Si esas extraordinarias medidas no se hubiera tomado, el impacto negativo en la economía hubiera sido tremendamente negativo y habría incidido en el desarrollo de la incipiente Guerra Fría. Una vez más (como cuando en carta abierta en The New York Times del 31 de diciembre de 1933 le aconsejó las políticas expansivas necesarias para vencer la Gran Depresión), Keynes ayudó a Roosevelt -que no fue piadoso con el Imperio británico- señalándole el peligro que se cernía sobre la variable que siempre consideró como principal del funcionamiento económico, además de ser el mejor instrumento de inclusión social y de apoyo a la dignidad humana: el empleo. Por algo su opus magnum se tituló Teoría general del empleo, el interés y el dinero. Para Keynes (el impulsor de las políticas expansivas que derrotaron la Gran Depresión de 1929 y todas las grandes contracciones subsiguientes en el mundo desarrollado, incluyendo la Gran Recesión 2007-2010), el empleo era lo primero desde todo punto de vista. La mala noticia El tema de la disminución del empleo adquiere una relevancia dramática a la luz de los datos ya publicados por Caras y Caretas sobre el impacto probable de las nuevas tecnologías y de un reciente estudio realizado por la Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo, que señala que 57% de los empleos en Uruguay estarían amenazados (es decir, “tienen alta probabilidad de ser sustituidos por tecnología, y aparte existen a nivel local estímulos para que eso se concrete”), lo que podría afectar a unos 915.000 trabajadores sobre una Población Económicamente Activa (PEA) de 1.786.000, y una Población Ocupada (PO) de 1.645.000. El hecho es que el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio a conocer el 10 de abril los indicadores relativos a desempleo, empleo y actividad correspondientes a febrero de 2018, que surgen de la Encuesta Continua de Hogares. La tasa de desempleo se ubicó en febrero en 9,3%, mes en que creció 0,8% sobre el mes anterior, y 1,1% sobre enero de 2017. Es el mayor registro desde julio de 2007, cuando fue 10,06%. Fue mayor en Montevideo (9,8%) que en el interior del país (9%) y más alta entre las mujeres (11,8%) que entre los hombres (7,2%). La tasa de empleo se ubicó en 57,3%, sin variación sobre en enero pasado, pero inferior a la de febrero de 2017 (58,2). Fue mayor en la capital (58,7%) que en el interior (56,4%), y más alto entre los hombres (66,6%) que entre las mujeres (48,8%). El subempleo se situó en 9,7%. El 25,2% no presentó registros en el BPS. La tasa de actividad se ubicó en 63,2%, aumentando 0,6% en relación a enero, pero cayendo desde el 63,4% del mismo mes del año anterior. Fue más alta en Montevideo (65%) que en el interior (62%). Las buenas noticias También según el INE, en 2017 se redujeron la pobreza, la indigencia y la desigualdad en Uruguay, registrándose las cifras más bajas de la historia en relación a la primera categoría, lo cual fue destacado por el presidente Tabaré Vázquez en el Consejo de Ministros recientemente celebrado. La pobreza, medida por el método del ingreso (que registra el número de personas que no superan el ingreso mínimo para cubrir las necesidades básicas alimentarias y no alimentarias), pasó de afectar 41% de la población en 2002 a 7,9% en febrero de 2018 (fue 9,4% al cierre de 2017), y la indigencia (las personas cuyos ingresos no superan el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas) cayó a 0,1%. El presidente Vázquez afirmó que “es el registro más bajo que se conoce en la historia de la medición de la pobreza”, y que los datos “no son casualidad ni un milagro, sino el resultado de políticas públicas y sociales que algunos quieren que recortemos”, agregando que “no lo vamos a hacer”, y remarcando que “este es el compromiso que asumimos en un año en que hemos comenzado a discutir la última ley de Rendición de Cuentas, con gastos posibles a llevar adelante y que trabajaremos con la responsabilidad y seriedad que pretendemos hacerlo desde que estamos en el gobierno”. El mandatario también señaló que en la franja infantil la pobreza pasó de algo más del 56 % en 2006 a 17 %. En 2006 la pobreza llegaba a 1,2 millones de personas y el año pasado se ubicó en 260.000 personas. El índice de Gini (que va de cero a uno, y marca mayor nivel de desigualdad cuanto más cerca de uno se ubica), alcanzó la cifra de de 0,380 registrando una disminución de la desigualdad interanual, ya que estaba situado en 0,383. Discusión sobre la reforma previsional El martes 10, hablando para un medio radial, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, afirmó que en función del “abultado déficit fiscal”, “Uruguay va a tener que encarar de cualquier manera una reforma importante de la seguridad social, que tome nota de los cambios que ha habido en la sociedad”, agregando que “lo va a tener que hacer un próximo gobierno”, señalando que lo mejor sería que la discusión se dé en el primer año de la misma, por fuera del período electoral. Remarcó que “la esperanza de vida ha aumentado en los últimos años, por lo que no se pude seguir con el mismo sistema que refería a situaciones distintas”, a lo que “se suman los problemas con el déficit que en febrero se ubicó en 3,5% del PIB, por encima de las previsiones plasmadas en el presupuesto”. Argumentó que “la sostenibilidad fiscal hace que en algún momento haya que revisar los parámetros fundamentales sobre las cuales se apoya, por ejemplo, el sistema de seguridad social”, agregó. También dijo que la reforma futura debería afectar edad de jubilación y haberes. “No quiero adelantar cuál puede ser el contenido de una reforma de ese tipo porque lo tendrá que hacer un próximo gobierno en Uruguay, pero vamos a tener que encarar todos los parámetros fundamentales. Sin duda uno de ellos es la edad de retiro, los haberes de retiro y las tasas de reemplazo”. Reiteró su conocida opinión de que “los cambios en la Caja Militar son una medida imprescindible que debe realizar el país”, y destacó que “se firmó el decreto de asistencia al sistema de pasividades de las Fuerzas Armadas para este año y eran US$ 450 millones”. Aludió al déficit fiscal y dijo que es difícil reducirlo en 1% del PIB (US$ 59,3 millones) según lo prometido. Destacó que “entre las soluciones no se puede seguir aumentando la carga tributaria a la población porque se entiende negativo para la generación de ingresos genuinos, que son los derivados del crecimiento”. Afirmó que “se está tratando de fortalecer el clima de inversiones en el país”, y destacó que “el turismo es el principal ingreso de divisas del país, US$ 2.300 millones de base anual”. En relación a la importancia de la inversión de UPM, el ministro Astori afirmó que “no estamos jugados a la inversión de la segunda planta de UPM. Es muy importante para el país en caso de concretarse, pero el esfuerzo que debe hacer Uruguay para superar esa depresión de inversión que hubo recientemente va más allá de UPM”. Según consigna El País, “poco después de que Astori planteara la necesidad de reformar el sistema de seguridad social, el ministro de Trabajo, Ernesto Murro -quien no suele estar de acuerdo con las iniciativas de su colega de Economía-, le salió al cruce. Consultado por la prensa, Murro reconoció que el déficit fiscal “preocupa y ocupa” al gobierno, pero relativizó su magnitud. “Argentina, Brasil, España e Italia tienen déficits más altos que Uruguay y no los veo alarmados”, dijo el ministro en rueda de prensa. “Estados Unidos llegó a tener un déficit de 10%”, remarcó, y dijo: “Nos importa el déficit fiscal, pero más, la vida de la gente”, sentenció”. El artículo agrega que “El País hizo consultas entre integrantes de varios sectores del partido de gobierno y todos coincidieron en que la reforma de la seguridad social no es un tema que en la actualidad esté entre sus prioridades”.
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