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Política

Bayardi: “Estados Unidos necesita políticos obsecuentes en los gobiernos de la región”

El ministro de Defensa José Bayardi recibió a Caras y Caretas en la sede del ministerio para hablar a fondo sobre todos los temas de actualidad.

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Cree en la disciplina militar, pero también en las garantías para los subordinados. Les recordó por circular que los miembros de las fuerzas, por Constitución, no pueden hablar de política ni siquiera en las redes sociales personales. Aborda su pasión, la política internacional, y analiza lo que pasa en Venezuela en el contexto de una guerra geopolítica mundial impuesta por Estados Unidos, que no admite un gobierno soberano en un país con esas reservas petroleras. Dice que EEUU se metió en la campaña electoral uruguaya porque necesita políticos obsecuentes que se subordinen a su estrategia.

Este segundo pasaje por el Ministerio de Defensa le permite estar en el momento en que, luego de más de 40 años, hay una nueva Ley Orgánica de Defensa, que cambia la doctrina que orienta a nuestras Fuerzas Armadas. ¿Qué significación tiene para nuestro país este cambio que acaba de ser promulgado?

Bueno, en primer lugar cuando nosotros asumimos el gobierno en  2005 -yo fui primero subsecretario y después fui ministro-, teníamos tres objetivos, desde el punto de vista de los marcos legales: uno fue la ley marco de defensa que se aprobó durante el primer período, después venía otra propuesta programática, que eran las modificaciones a la Ley Orgánica y, además, venía otra propuesta que era que el país contara con una ley de inteligencia. Sobre el final del primer período de gobierno se terminó aprobando la ley marco de defensa; en el segundo período debía haberse impulsado la Ley Orgánica, pero se le dio prioridad, por la vía de las circunstancias, al debate sobre la ley de inteligencia, tema que en el Parlamento llevó a que hubiera -ahí yo ya había vuelto al Parlamento- una comisión bicameral, Diputados y Senado, y se aprobó un texto que se presentó al Poder Ejecutivo en 2014. Yo fui presidente de esa comisión bicameral que refería a una ley general de inteligencia; ley que, finalmente, no se terminó aprobando en el segundo período y se terminó aprobando en este. Había quedado relegado el tema de la Ley Orgánica. Cuando asumí acá, el Poder Ejecutivo ya había presentado el texto de la Ley Orgánica y a mí me tocó completar las etapas de comparecencia en el Senado para la aprobación definitiva de la nueva ley. La Ley Orgánica que teníamos había sido aprobada durante la época de la dictadura y tenía consolidados todos los elementos doctrinarios de la doctrina de seguridad nacional. Entre ellos, el concepto de que hay un enemigo interno. Si bien se fue atemperando con el devenir del tiempo, las definiciones que podían tener referencia con la doctrina de la seguridad nacional, no se había terminado de eliminar del texto de la Ley Orgánica. Con el texto actual se pretende eliminar todo vestigio de la doctrina de la seguridad nacional y, dentro de las misiones y dentro del componente militar de la defensa y de los objetivos de este componente -que obviamente es defender, como dice la ley marco, la integridad territorial, la soberanía de los intereses estratégicos, por que eventualmente puede llegarse a la necesidad de hacer ingresar al componente militar en defensa de esos intereses estratégicos-, se incorpora que el objetivo central es la defensa de la población. O sea: la población no puede ser considerada como enemigo interno a los efectos de las tareas y las misiones del poder militar y, en este sentido, queda reafirmado en más de una oportunidad en el nuevo texto de la ley, que ya está promulgada y, por ende, en vigencia. Por otra parte, se introducen algunas otras modificaciones organizacionales: se simplifican la cantidad de cuerpos dentro de las Fuerzas Armadas y del personal combatiente y se genera una nueva lógica en el poder sancionatorio. Acá hay un poder sancionatorio fuerte -yo creo que la estructura y el estamento militar tiene que estar sujeto a disciplina- y colocarse por fuera de la disciplina, por fuera de los estatutos, de lo que marcan reglamentos, implica estar sujeto a sanciones, pero era extremadamente discrecional ese poder sancionatorio. A partir de esta ley se incorpora un conjunto de garantías, desde el punto de vista del subordinado, ante la aplicación de ese poder sancionatorio. Es decir, dar la baja, dejar sin el ejercicio del cargo, y un montón de secciones que existían, hoy se pueden llevar adelante, pero sobre la base de la investigación administrativa, del sumario, con las garantías del debido proceso, cosa que no estaban planteadas anteriormente. Insisto, yo defiendo la disciplina, yo defiendo la necesidad de que el reglamento tenga sanciones a las que quede sujeto todo el personal militar, pero era necesario incorporar garantías para que ese poder, que es discrecional, fuera una vía de corregir las eventuales inconductas, pero no motivada por otros factores. Hay dos elementos más de la ley que yo destacaría; uno es que adecua la estructura de los cuadros de oficiales generales y los cuadros de oficiales superiores: la carrera, concebida en la construcción de la pirámide del mando en la oficialidad, ahora va a quedar sujeta a algunas reglas: por ejemplo, el ascenso sólo se va a poder dar con la existencia de vacantes reales. Antes, uno permanecía en el grado una cierta cantidad de tiempo -el doble del que implicaba para estar en condiciones de aspirar a ascender- y una vez que lo alcanzaba, si no había tenido sanciones,  pasaba a un grado superior sin que existieran las vacantes. Entonces, había una cantidad de vacantes que estaban por fuera del cuadro de la estructura de los grados y eso llevaba a que tuviéramos una cantidad excesiva de coroneles. A partir de ahora va a haber un número máximo de 130 coroneles en el Ejército y, de 16 oficiales generales, se va a pasar a 12. Obviamente va a haber que estructurar todo el resto de la pirámide. el ascenso va a tener que ser dado por concurso, en el concurso se va a considerar el legajo del funcionario, los méritos, pruebas y, a partir de ahí, se va a poder aspirar a ascender, con la lógica de la búsqueda del perfeccionamiento y la excelencia. Por otra parte, cuando se estaba discutiendo la ley, se dio la situación respecto a los tribunales de honor y en la bancada de diputados del Frente Amplio se planteó la eliminación lisa y llana de estos tribunales. Yo ya estaba como ministro en funciones, y me oponía a que no existieran tribunales que pudieran evaluar la ética y la conducta militar; yo aceptaba que se eliminaran los viejos tribunales de honor, pero en cambio se construyeran “tribunales de ética y de conducta militar”. Dentro de la lógica de este tipo de tribunales hay que elaborar -ya se está trabajando en ello- un código de ética y de conducta militar que hagan al prestigio del cuadro de oficiales. Va a haber tribunales, van a ser electivos, pero va a haber un código nuevo, porque el código que había para los tribunales de honor era un código un poco demodé.

 

El caso de lo tribunales de honor derivó en el cese del anterior comandante en jefe y también en la intención del Poder Ejecutivo de pasar a retiro a varios generales que los integraron, pero eso después chocó en el parlamento con la oposición.

Acá hubo una modificación en 2013. En la ley 14.157 había un artículo con un inciso particular que determinaba, en la época de la dictadura, que la junta de comandantes podía sacar a quien quisiera. Eso había sido eliminado ya antes, había sido eliminado en la década del 80.

 

Ahora se necesita venia.

Ahí está, ahora se necesita venia en la medida en que los coroneles y los generales necesitan venia del Parlamento para ascender. Entonces, se entendió que dejar a discreción de cualquier Poder Ejecutivo que pudiera sacar de la carrera a un oficial general o a un coronel no tenía mucho sentido, si había necesitado venia para asumir, y se introdujo en el 2013 una modificación o una nueva redacción a ese inciso -el inciso G- por el que se dispuso que para pasar a retiro a un oficial general o a un oficial coronel había que solicitar la venia por tres quintos del Senado. El Poder Ejecutivo solicitó la venia en este caso al que estamos aludiendo, pero el Partido Nacional y el Partido Colorado no la votaron, por lo cual no dieron lugar al pasaje a retiro obligatorio de estos oficiales generales que habían estado en los tribunales de honor, el tribunal de primera instancia y el tribunal de alzada.

 

Entonces quedaron en sus cargos.

Ellos están en sus cargos por el momento

 

Pero no gozan de la confianza del Ejecutivo. A mí me resulta una situación peculiar porque estamos hablando de la plana mayor.

Sí, son cuatro oficiales. Yo no pongo en cuestión la confianza. Yo estoy trabajando con ellos y he discutido con ellos cuál ha sido mi valoración respecto a la falla que tuvieron integrando el tribunal de honor. Les ha quedado claro. Me consta que dos de ellos, por lo menos -no hablé con los cuatro-, reconocen perfectamente que fue un error lo que omitieron de sancionar en el fallo. Recuerde que el fallo sólo pasó a reforma al teniente coronel Gavazzo y al coronel Silveira por haber afectado el honor del cuerpo de oficiales, por haber mentido o no haber dicho la verdad en el caso del coronel Juan Carlos Gómez, pero omitieron juzgar que el teniente coronel Gavazzo había confesado que dispuso del cadáver de un preso. La omisión fue no haber sancionado a Gavazzo por haber dispuesto, envuelto en alambre el cadáver [N. de R: de Roberto Gomensoro] y haberlo tirado con piedras al Rincón del Bonete.

 

Y asesinado.

Yo no tengo ninguna duda, para mí. No tengo ninguna duda, pero es la Justicia la que reabrió el caso, y es la que lo tiene. Pero sólo con esa declaración ya deberían haber manifestado en el fallo que no solo se le pasaba reforma por afectar el honor del cuerpo de oficiales por haber mentido sobre la responsabilidad del coronel Gómez, por no haber dicho la verdad para defender a un camarada que fue preso injustamente, sino que la sentencia tenía que haber determinado que lo que hizo Gavazzo ofendió el honor, no del cuerpo de oficiales, sino de toda la fuerza, del Ejército como tal, y deberían haberlo sancionado por eso [N. de R.: lo que confesó haber hecho con el cuerpo de Gomensoro]; Ante esto, en las conversaciones que yo he tenido, me han reconocido que debió haber sido así, que ellos pensaban que dando cuenta a la Justicia de esa situación -es un tema que hoy está analizando la Justicia, si se procedió o no correctamente para dar cuenta a la Justicia-, ellos pensaban que de esa manera, ya estaban sancionándolo, aunque por otra cosa. Yo les dije que fue un error. Y creo que fue un error, además, y se lo dije y lo puedo decir acá, porque además los hubiera dejado muy bien parados. Por primera vez. Los hubiera dejado muy bien parados a los oficiales si hubieran manifestado que lo primero que se ofendió es el honor del Ejército, al haber dispuesto del cadáver de un prisionero de la forma en que Gavazzo lo dispuso en su oportunidad. Este es un tema que… Mucho les he dicho que cada uno de nosotros es uno y sus circunstancias: les tocó actuar en ese momento, cometieron un error, que si no hubieran cometido, no digo que habrían pasado a ser héroes, pero se hubieran destacado si hubieran hecho un fallo de esta manera.  Sin embargo, ese error determinó que enfrentaran las circunstancias que enfrentaron.

 

En estos días debió recordar a los integrantes de las Fuerzas Armadas que tienen la prohibición expresa de manifestarse políticamente, más allá del voto. ¿Has detectado que hay manifestaciones de los integrantes de la fuerza?

En realidad la Constitución es clara, no es una disposición que se me haya ocurrido a mí. Es un impedimento constitucional: la única manifestación que pueden hacer es la de votar, pero nos hemos encontrado en este tiempo con la existencia de las redes sociales, y hay muchas manifestaciones que militares hacen en las redes y que tienen expresión política. A partir de ahora lo único que hace esa circular es recordarles que no pueden tener ningún tipo de expresión política, salvo el voto, ni siquiera en las redes de uso personal. Porque eso va a ambientar las sanciones correspondientes por violar la disposición constitucional y, bueno, cada cual sabe, una vez que tiene las reglas de juego bien claras, a lo que se expone.

 

Usted fue presidente durante bastante tiempo de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio. Me consta que participó en muchas de las actividades regionales e internacionales en que participa la fuerza política que está en el gobierno. Hay un tema que se ha transformado en un tema de campaña electoral, no solo en Uruguay, sino en bastantes países de América Latina: Venezuela. ¿Qué opinión tiene sobre los acontecimientos que se han producido en Venezuela, ahora con el bloqueo total de sus activos decidido por el gobierno de Trump en los últimos días?

Efectivamente, una de las tareas que más me gusta es dedicarme a la geopolítica y al análisis internacional. Ahora estoy en esta tarea, pero efectivamente nunca dejé durante los últimos 30 años de trabajar en el tema, a pesar de que en la última etapa, de 2018 hasta ahora, tuve la responsabilidad de la presidencia de la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio. La situación en la que está Venezuela se da en un contexto geopolítico de tensión. Hay una situación de una potencia que fue hegemónica durante el siglo XX, pero hoy está disputando su hegemonía con otras potencias, particularmente con China. Todos los días vemos lo que es la guerra comercial, suben los aranceles, una vez que suben los aranceles de Trump a China, en realidad China maneja su moneda o sube aranceles también, o impide compras en áreas sensibles del electorado del propio Trump, tal como es el área agrícola del centro de Estados Unidos. Así que hay una guerra geopolítica y hay un escenario de esa guerra que se desarrolla en los países de América Latina. Tenemos que tener presente que para Estados Unidos América Latina fue su patio trasero; lo dice la doctrina Monroe de 1823, que fue reivindicada por el actual gobierno; Rex Tillerson, el año 2018, antes de irse, dio una conferencia en la universidad de Austin, en Texas, en la que reivindicó la doctrina Monroe y la volvió a poner sobre la mesa; ni hablar ahora con el nuevo secretario de Estado, con Pompeo, con Bolton, y  la prioridad que le dan a la región y a América Latina. En este contexto, Venezuela es un país que, desde el punto de vista de la contienda global, de lo que está en disputa y del papel que tiene en la economía, fundamentalmente por sus reservas de petróleo, por sus minerales -podríamos nombrar una larga lista de minerales de la de las cual tiene reservas muy importantes ya detectadas- es un objetivo estratégico de Estados Unidos. Por el valor que le dan a tratar de controlar la región, las políticas que ha dirigido con respecto a Venezuela desde el momento en que el presidente Chávez llegó al gobierno -estamos hablando del año 1998-. En realidad, para Estados Unidos, Venezuela pasó de ser un área que controlaba totalmente a un área sobre la que perdió el control. Puedo poner un ejemplo que tiene que ver con la actual responsabilidad que tengo, porque la tuve con anterioridad. Como ministro Defensa, visité el Comando Sur en el año 2009, y en una entrevista con el comandante del Comando Sur empezamos a hablar de la región. En un momento determinado le hago una pregunta sobre el plan Colombia, que se había desarrollado a partir del año 2000, y le digo: “No van a arreglar el problema con la enorme cantidad de recursos que van a volcar con el plan Colombia; la única posibilidad que tienen para arreglar el tema de la droga es que legalicen el consumo en Estados Unidos. Una vez que lo hagan, la droga va a venir, pero no por el cartel de tal o cual. Va a venir por el laboratorio Merck. Todos los grandes laboratorios van a llevar la droga en un paquetito con prospecto”. Segundo tema, Cuba. Le pregunté cuál era el problema con Cuba. “Con Cuba no tenemos ningún problema” -me respondió-.“Es más, quisiéramos tener cooperación” -me dijo el comandante. Ya otro comandante lo había dicho acá en el año 2001, en el Parlamento y yo integraba la Comisión de Defensa. “¿Y cuál es el problema con Cuba entonces?”- insistí.  “El problema con Cuba es el lobby de presión cubano-americano de Estados Unidos, que tiene expresiones muy fuertes”. Muy bien, tercer problema: “¿Cuál es el problema que tenemos con Venezuela?”. -Yo le reconozco a los norteamericanos una cosa, me saco el sombrero, no dicen “gre gre para decir Gregorio”; aunque tampoco tendrían que decir “gre gre” para hablar con un ministro de Defensa de un país de 3 millones de habitantes-, pero al comandante del Comando Sur en ese momento, le digo: “¿Cuál es el problema de Venezuela si Venezuela les llena el tanque todos los días?”. Estábamos hablando en aquel momento de 2.000.000 y pico de barriles diarios de petróleo. Me miró y, con un pragmatismo digno de reconocimiento, me dice ese: “Es mi problema, ese es mi problema: mi problema es si el presidente Chávez algún día no me quiere llenar el tanque”. Ese año era el año de las elecciones que ganaría Obama. Cuando yo estuve, entonces, el nivel de pragmatismo era: “No, no, no le vamos a tolerar la soberanía porque hoy o mañana pueden decidir no llenarnos más el tanque”.

 

A partir de la muerte de Chávez, Estados Unidos incrementó mucho la presión sobre Venezuela.

A partir de ese momento creo que se dio una lógica de un cambio de políticas muy agresivas con respecto América Latina. Ya desde el año 2009. Recordemos lo de Honduras, recordemos lo de Paraguay. Y se da la muerte del presidente Chávez. En Estados Unidos todo el mundo ubicaba al presidente Chávez, de alguna manera, como el tema central. Creían que si no estaba, esto iba a cambiar. Había una fuerte apuesta del gobierno de Estados Unidos de que esto se diera. Si esto no se dio esta manera, es porque muerto el presidente Chávez, el presidente Maduro vuelve a ganar las elecciones, y a partir de ahí hay un cambio de agresividad en la política hacia Venezuela, que va a ir dirigida a generar fenómenos de desestabilización creciente en Venezuela. Primero, fenómenos de desestabilización interna. Se va a enunciar por parte del presidente Obama la orden ejecutiva de que Venezuela pasaba a ser un problema de seguridad para Estados Unidos, cosa que no puede ser concebible para nadie que Venezuela pueda poner en riesgo la seguridad de Estados Unidos. Y, a partir de ahí, se desarrolla una política muy agresiva, cada vez más agresiva, que se va a seguir incrementando durante el gobierno del presidente Trump, que se expresa en generar inestabilidad interna y en bloquear, desde el punto de vista económico, la utilización de las divisas que son de los venezolanos, y de los recursos económicos, que son de los venezolanos, para llevar a la asfixia económica al país e incrementar el malestar interno. Esta es la realidad, como se expresa la crisis institucional de Venezuela. En este contexto, el Frente Amplio, desde que yo tuve la responsabilidad de la Comisión de las Relaciones Internacionales, y cuando esto se incrementó mucho, durante 2013 y 2014, siempre ha apostado a la solución política negociada y así se lo transmitimos en su oportunidad, tanto al gobierno de Venezuela como en su oportunidad a la oposición agrupada en la MUD.

 

El gobierno del Uruguay y el Frente Amplio tomaron una posición por el diálogo y de mantenerse apartados del grupo de Lima. ¿Esta actitud puede explicar la incursión directa de Estados Unidos en la campaña electoral uruguaya, por ejemplo con la advertencia a los norteamericanos de que no viajen o que tengan cuidado si viajan a Uruguay?

Para los norteamericanos todo el continente americano desde el Río Bravo para abajo es su zona de influencia, por decirlo de alguna manera, o su patio trasero, como se dijo en algún momento. En esa zona de influencia, Estados Unidos pretende, en mi opinión equivocadamente, muy equivocadamente, ya desde 1811, porque siempre se alineó mal respecto a toda la región, tener el control político de ellos, para tener el control político de ellos necesitan en los gobiernos políticos que sean obsecuentes.

 

Es una dura afirmación.

¿Que necesitan políticos obsecuentes?

 

Sí.

No, es leve, discreta. Lo estoy contestando en forma leve, dadas mis responsabilidades institucionales; Así es: políticos obsecuentes que se subordinen a su estrategia, mucho más en el marco de un conflicto global en el que la hegemonía de Estados Unidos hoy no es la misma que la que tuvo en la segunda mitad del siglo 20. ¿Por qué? Y porque en la segunda mitad del siglo XX, cuando salimos del Bretton Woods, tenían 50% de la reserva de oro, 80% del comercio internacional, con cifras que eran como para tener control. Hoy no lo tienen. Hoy tienen 25% del comercio internacional y las reservas de oro están en otro lado. Por lo cual, la sostenibilidad del dólar es lo que está en juego como moneda de intercambio. Hoy el dólar es un problema de fe. ¿Qué quiere decir que es un problema de fe? Que a diferencia de cuando salimos de Bretton Woods, que teníamos otra sustentabilidad, porque salimos de Bretton Woods con aquella famosa 1 onza -US$ 35-; eso se rompió durante la guerra de Vietnam. ¿Después qué lo sostuvo? La venta de petróleo en dólares. Entonces, todas aquellas sociedades o gobiernos que a lo largo del mundo pretendieron salir -los productores de petróleo sobre todo- de la venta en dólares fueron derrocados: fue derrocado Saddam Hussein, que fue, no digo un invento, pero que fue sostenido por Estados Unidos en la guerra Irak-Irán. Fue derrocado Gadafi cuando quiso pasar al dinar de oro para comerciar Petróleo en la región de África. Y Gadafi, en el momento en que es derrocado, estaba en idilio con los países del capitalismo central, porque había tenido una época beligerante, pero en ese momento estaba en idilio. Entonces, hoy, cuando se ve que el tema de la sostenibilidad de la hegemonía del dólar está en cuestión, y eso pone en cuestión la propia estructura de hegemonía general que ha tenido Estados Unidos, entonces necesita obsecuencia en la región. Porque como es un actor global y tiene otras regiones que están complicado, no se le puede complicar acá. ¿Con esto qué quiero decir? Lamentablemente, porque Estados Unidos ha perdido una oportunidad histórica desde 1800 de tener unas buenas relaciones con sus vecinos, siempre han tenido la del big stick, la del gran garrote. Creo que esto es un error de la política estadounidense. Ahora, esto no lo voy a cambiar yo, ni nada que yo diga va a incidir en que haya ese cambio. Entonces voy a la respuesta, esto lleva a que se tenga más predilección, para decirlo de alguna manera, por algunos gobernantes que han demostrado a lo largo del tiempo mucha más obsecuencia con respecto a ellos. De ahí que los posicionamientos puedan ir por cuestionar, como ha sido el caso, la seguridad en Uruguay y decirles a los ciudadanos: “Cuidado con Uruguay”. Yo entendería que se dijera “cuidado con Uruguay” si se le dijera a los ciudadanos estadounidenses: “¡Cuidado con viajar a muchas ciudades dentro de Estados Unidos!”.

 

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