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Columna destacada | Claveles | Portugal | masas

Organización de masas

Claveles y motos

El 25 de abril celebramos el 49° aniversario de la revolución que más cambió al mundo en el último medio siglo y la hicieron capitanes y soldados portugueses fuera de pantallas, con claveles en las puntas de sus fusiles, sin disparar una bala.

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¡Tantas veces a los clásicos científicos se les fue la moto contra la ingenuidad de los utópicos!

–(Déjenme de joder) “El poder del Estado es esencialmente destacamentos armados y cárceles”. (Carlos Marx en la redota de la Comuna de París).

–“El poder nace del fusil” (Mao Zedong, en proverbio lacónico interpretando a Marx).

–“El socialismo es la electrificación del país y controles contables” (Lenin cuando los consignatarios socialistas le tenían las bolas llenas).

No eran tiempos y lugares en que el 96% de los medios masivos estuviesen en manos oligopólicas. Hoy, aquí, acaso dirían los clásicos:

–El poder pasa por 6G y la IA.

Sin embargo, el 25 de abril celebramos el cuadragésimo noveno aniversario de la revolución que más cambió al mundo en el último medio siglo y la hicieron capitanes y soldados portugueses fuera de pantallas, con claveles en las puntas de sus fusiles, sin disparar una bala.

Se me puede decir que la parte contundente del asunto estaba detrás de los claveles, con el dedo en el gatillo, pero también es verdad científica que los claveles fueron decisivos.

Las guerrillas de Mozambique, Angola, Zimbabue, Guinea Bisseau, Cabo Verde, Sudáfrica, entre otras, alcanzaron el poder de hecho ese mismo 25 de abril o se les abrió el camino para alcanzarlo poco después. Las excolonias portuguesas, todas antes de finalizado 1975.

Eran los mismos fusiles de la Columna Prestes, movimiento militar brasileño de los años veinte, conducido por el capitán Luis Carlos Prestes, luego secretario general del Partido Comunista de Brasil, y otros oficiales de un ejército brasileño al que, 50 años después, los Capitanes de Abril influyeron lo suficiente para que fuese factor importante, aunque no el decisivo, de los cambios que luego ocurrieron en América Latina, incluido el también militar -y este sí decisivo- chavismo.

Todas las cosas tienen un principio práctico y un fundamento posterior (eso decía Marx con otras palabras). El comandante de Artillería portugués, nacido en Mozambique, Otelo Saraiva de Carvalho y sus Capitanes de Abril con los fusiles florecidos en Lisboa, no sabían que las muchachas lisboetas pondrían los claveles en las puntas de los cañones y de los fusiles y se enamorarían aquel día de sus soldados. Porque lo fundamental, lo que determina, el dueño de la historia, es el pueblo, son las masas.

Con anuencia de los clásicos científicos, que Dios los tenga en la gloria, el gobierno salazarista dictatorial portugués cayó el 25 de abril, pocas horas después de que las grandes masas movilizadas tomaran las calles. Lo que hubo desde antes, por décadas, lo que en todo asalto a los cielos hubo, fue organización.

Una fuga para desvelar

La noche del 3 de enero de 1960, el dirigente comunista portugués Álvaro Cunhal se escapó de la mayor prisión política del país, el fuerte de Peniche, a 80 kilómetros de Lisboa, una prisión de alta seguridad donde habían sido encarcelados más de 2.000 presos políticos.

Otros diez presos y el histórico secretario general del partido consiguieron anestesiar a un guardia con la ayuda de un centinela, pasar varios puestos de control, trepar un árbol y salir escalando una muralla hasta su cima, para desde allí deslizarse por unas sábanas.

El régimen fascista de Salazar tuvo la primera señal de que cuarenta años de trabajo del Partido Comunista en las fuerzas armadas (desde 1921) no lo iba a dejar dormir.

El 24 de abril de 1974, a las once de la noche, el periodista Paulo Diniz dio la contraseña al irradiar la canción “E depois do Adeus”, de Paulo de Carvalho, que había representado a Portugal en el Festival de Eurovisión unos días atrás. Las tropas del Movimiento de las Fuerzas Armadas, que hacía muchos años venía oponiéndose a la política colonialista de sus superiores, siendo represaliadas por estos, se prepararon en sus puestos.

A las 00.25 horas del 25 de abril, radio Renascença transmitió “Grândola, Vila Morena”, una canción revolucionaria de José Afonso, prohibida por el régimen. Era la segunda señal pactada por el MFA para ocupar los puntos estratégicos del país, coordinados por el entonces mayor Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel de la Pontinha en Lisboa.

Las guarniciones de las principales ciudades (Oporto, Santarém, Faro, Braga, Viana do Castelo) decidieron seguir las órdenes del MFA, ocuparon aeropuertos y aeródromos, y tomaron las instalaciones del gobierno civil. En el correr de la madrugada las autoridades del Estado Novo perdieron el control del país.

Los Capitanes de Abril (los oficiales jefes del MFA) exhortaron a la población a que permaneciera en sus hogares y, a la Policía, a que no se opusiese a las actividades de las tropas. Al amanecer miles de civiles portugueses ganaron las calles en varias ciudades, mezclándose en festejo con los militares sublevados. En Lisboa, una camarera, Celeste Caeiro, que regresaba a casa cargada de las flores retiradas de los adornos de un banquete suspendido por la situación, no pudo dar el cigarrillo que un soldado le pedía desde un tanque en la plaza del Rossio, los sublevados aguardaban nuevas órdenes en una tensa espera desde la madrugada. Como la joven solo llevaba los manojos de claveles, se los dio. El soldado puso uno en su cañón y los compañeros colocaron el resto en sus fusiles, como símbolo de que no deseaban disparar sus armas, extendiéndose la acción por toda la ciudad con multitud de ciudadanos, generando el nombre con que la revuelta pasaría a la historia, “la revolución de los claveles”.

El primer ministro, Marcelo Caetano, sucesor de Salazar, se refugió con sus ministros en el cuartel del barrio del Carmo, en Lisboa, que fue cercado por el MFA a la hora diez, apoyado por una multitud de manifestantes con claveles. Cuatro horas y media después el régimen se rindió.

Paranoia general

El 30 de abril volvió a Portugal Alvaro Cunhal, y cosultado por la prensa sobre la decisión de la Junta Militar que integraba Saraiva, ya general, de no respetar las leyes colonialistas, respondió: “En una revolución las leyes no se respetan; se hacen”.

A fines del 75, no solo se habían independizado todas las colonias portuguesas no europeas, excepto Macao y Madeira, sino que en Brasil había dado un giro nacionalista el gobierno militar, con Ernesto Geisel al frente y le retaceó participación al Plan Cóndor represivo del Cono Sur americano, que la CIA venía fraguando desde 1964, precisamente con Brasil como pivote.

Entre los fascistas que gobernaban los países que rodeaban a Argentina, cundió la paranoia desde entonces y el propio Pentágono empezó a preocuparse por posibles desenlaces “portugueses” de otras dictaduras fascistas.

Cuando ya tenían suficiente información sobre el MLN, los dictadores uruguayos a una compañera tupamara todavía la interrogaban en tortura, preguntando por la gente de Trabal, coronel uruguayo asesinado en París, el 19 de diciembre de 1974, con quién ella había tenido años antes, un encentro casual, sin carácter político.

Al final los clásicos se pusieron de acuerdo. La revolución se consolidó en los eslabones débiles de la cadena imperialista, un buen tercio de África, pero se hizo en un país central, aunque en Lisboa no duró mucho más que los 61 días de la Comuna de París. En marzo del 75, Saraiva sofocó un intento de golpe derechista del general Espínola, pero a fines de ese mismo año, los capitanes de los claveles perdieron la interna, hasta ser relegados por completo cinco años después, con el pase a retiro del general Saraiva De Carvalho.

Hace ocho años leí una gran pregunta de Andrea Blanqué: ¿qué hubiesen hecho Aparicio Méndez, Bordaberry, Peirano Facio, Pacheco y CIA sin los militares cercando el Palacio Legislativo en 1973? ¿Qué hubiesen hecho? ¡¿Eh?!

Hubiesen hecho lo que hicieron. Hubiesen trabajado las fuerzas armadas desde los tiempos de Baldomir hasta asegurarse una correlación favorable para el momento indicado.

Y sus sucesores de clase se hubiesen asegurado, tal cual lo hicieron, a las fuerzas armadas en sus bloques de poder.

El miércoles 20 de marzo de 2013 le preguntaron a Mujica en la diaria:

–¿Qué predomina hoy en las FFAA?

–Predomina la derecha, abiertamente. Porque la izquierda es tan tonta que, como tiene la herida de los derechos humanos, de lo que pasó, no se preocupa. ¿Sabés cuál es la crítica que nos tendrían que estar haciendo? Que está lleno de gente de izquierda que entra a las FFAA, pero esa crítica no la hacen porque no va nadie. Y no va nadie porque los despreciamos. ¿Y sabés por qué los despreciamos? Porque no nos planteamos la cuestión del poder. Y no la planteamos porque ahí vemos cómo nos ha entrado el liberalismo adentro.

Pero cualquier compromiso sobre bloque histórico con sectores militares u otros poderes fácticos debe dejarnos siempre con las manos libres a los cambios de correlación de fuerzas porque la política no es.

La política va siendo como las mujeres y los hombres vamos haciéndola.

Así fue cambiando la correlación en Portugal hasta que Cunhal, victorioso en el mundo pero vencido en su país, en 2005 murió diciendo sobre Portugal: “Desilusión es poco”.

La historia no es lineal. La huelga general del 73, que este año cumple 70 años, le marcó a la dictadura fecha de vencimiento, pero si el informe del coronel Trabal al ingeniero Massera -según describe Sergio Israel en El enigma Trabal- en vez de “tenemos el treinta, esto se lo come Cristi”, hubiese podido ser “tenemos el cincuenta, pongan diez más”, el golpe hubiese fracasado.

Que no se nos vaya la moto contra la ciencia de los clásicos.

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