¿Quién ganó?
Bueno, según quién lo diga. Los politólogos más destacados, Caetano, Bottinelli y otros aseguran que el Frente. Ojeda dice: “Lo más importante es que ganó la coalición” (sic). Los números dicen que Orsi sacó el 44 % y fracción, y su nuevo contrincante en segunda vuelta, Delgado, 26 % y fracción. Lo que pasa es que Ojeda suma los votos de todos los partidos que la integran. Un quinto criterio distinto que no contempla ni la ciencia exacta de Arquímedes (unos 200 años a.C.) ni la Constitución.
El cálculo aritmético de Ojeda desconoce que esto no se dio nunca desde que entró en vigencia el nuevo régimen constitucional. Influye, entre otras cosas, el cambio de criterio entre emitidos y vigentes, que siempre favorece al mayoritario.
Los principales analistas académicos dicen lo contrario… Bottinelli ha llegado a decir que el FA “se sacó la lotería con una votación extraordinaria y su ventaja hacia el balotaje es muy alta”. ¿Sabe mañas Bottinelli o Caetano?, ¿Ojeda?
La coalición multicolor, ahora bautizada “Republicana”, ¿qué festeja?
El Partido Colorado, con 93 años ininterrumpidos en el poder, sacó apenas algo arriba del 16 % de los votos emitidos. Con un candidato que llegó a algo más que su techo, con pesas, gimnasio, cuadrilátero de box; un humorista sin tradición ni militancia política y un discurso de “familia multiespecie”.
Por otro lado, en ese 16 % están los votos de Vamos Uruguay (Pedro Bordaberry), quien, no subido al estrado, tiene una impronta y sobre todo un discurso distinto. A ver. Su primera aparición en TV fue para explicar cómo, a pesar de las obvias discrepancias con Lucía Topolansky, nunca había tenido el más mínimo problema en sentarse a negociar con ella en el pasado.
Ya han aparecido en el coloradismo diferencias de criterios. Ojeda plantea un cogobierno (lo que ya mereció una dura respuesta de la vicepresidenta Beatriz Argimón), mientras que Bordaberry plantea una “colaboración” con el Gobierno en caso de ser electo Delgado. Más allá de los eventuales acuerdos, o no, entre Ojeda y sus senadores mayoritarios, su gente, sus votantes sufragarán juntos por dos proyectos distintos.
¿Hubo perdedores?
El mismo candidato que entró segundo, su partido tuvo la segunda votación más baja de la historia. En efecto, la baja votación de la colectividad —¿de Oribe?— solo sigue en derrota a la magra del expresidente Lacalle de Herrera en la elección que perdió contra Tabaré Vázquez en el 99. El Partido Nacional perdió en el Senado contra el FA que ya tiene 16 senadores, sin contar el eventual de Carolina Cosse. ¿Coalición con 17 senadores de la oposición en 31?
Sí, el estrado de Delgado:
Magra votación del propio candidato y achicamiento considerable de la bancada de su colectividad. Mientras hablaba —donde nombró hasta al “que ensilló el caballo de Artigas”, pero olvidó a Wilson (por algo, el único sector que llevaba el nombre de su movimiento fundado en 1968)— le robaban los candidatos que se le aliaban. Ojeda, obvio. Manini perdió sus únicas dos bancas del Senado. Mieres perdió su intento de regresar al Senado, tras haber ocupado cargos muy importantes en el Gobierno. También estaba Lust, que perdió su propia banca de diputado. Su propia candidata a vicepresidenta...
¿Qué festejaban?
La foto de la reunión previa, sus rostros, su lenguaje corporal, habla por sí sola. Las sonrisas ante la cámara de televisión eran puro Lafluf: marketing.
Ya al día siguiente anunciaban las conclusiones a las que arribaron: le cambiarían el nombre al acuerdo que los junte. Cambio de nombre, muy importante para las necesidades de la gente.
Lo que no se anunció pero se hizo fue bajar de los logos a las fuerzas que perdieron toda representación parlamentaria. Dos con un diputado cada uno. La coalición se redujo de siete miembros originales a cuatro. Quedaron Cabildo Abierto y el Partido Independiente junto al Nacional y Colorado.
Que ganen los proyectos políticos, no el marketing.
Coalición o fuerza política
El Frente Amplio nació hace 53 años como una coalición, pero rápidamente las fuerzas coligadas pudieron ir generando una permanente síntesis del pensamiento político. Por eso, sin perder las identidades propias de cada fuerza, hay una identidad propia frenteamplista. Eso son los votantes del FA. Todos terminan votando una u otra opción sectorial, pero la impronta frenteamplista es tan fuerte en los que primero lo son y luego se definen internamente, como en aquellos que llegan al Frente a través de su propio partido.
No menos importante es que, sin que ello estuviera mal, en la primera vuelta teníamos una reforma constitucional sin postura oficial del Frente. Ahora no, vamos todos por un solo objetivo que es el mismo.
Nos criticaron mucho, desde afuera, eso de la libertad de acción. Y hablan de libertad responsable… ¿El Partido Colorado le votó a Lacalle padre el referéndum de empresas públicas? No. ¿Todos los blancos votaron “Vivir sin Miedo” y la baja de imputabilidad? Y en el 71 la mayoría de los colorados votaron contra la reelección. Ni siquiera presentaron papeletas para el régimen proyectado. ¡Por favor!
Recta final
Ahora vamos por lo que queda. Y esa fórmula que anduvo como una topadora, que ganó en 14 departamentos (4 el Partido Nacional y 1 el Colorado, los otros “republicanos”, ninguno, solo perdieron bancas) ahora seguirá haciendo que a la gente se le escuche, pero insistirá más en el programa. Los demás seguiremos con el pie en el alambrado buscando a los uruguayos que lo pidan de a uno.
En muchos departamentos varios ediles blancos (11 que yo conozco) ya han dicho que se suman ahora al voto por Orsi-Cosse. Queremos que lo hagan público y ayuden a convencer a otros.
El último domingo de noche festejamos, seguiremos hasta que el cuerpo aguante el lunes. Martes descanso. Y los otros cinco años no dejar de salir departamento por departamento. No hay que esperar los tiempos electorales.
¿Qué tiene que hacer el Frente Amplio en esta recta final? Aquello que mejor hace, aquello para lo que fue creado, contra lo que no pudo el terrorismo de Estado, menos el terrorismo publicitario: ¡LUCHAR!