“Con 300 pesos puedo comprar un par de championes y un pantalón para mi hijo”, dice Elianne, que tiene 3 hijos y vive cerca de Piedras Blancas. Elianne tiene celular y en su casa posee una antena de DirecTV.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
La enorme mayoría de los ingresos de ese hogar de mujer sola con hijos -su pareja hace tiempo que se fue- se gasta en comida. Otra parte va para el celular y el cable, en el mejor de los casos. No paga luz ni agua y no paga alquiler. En esos sectores operan sistemas informales de conexión a canales de televisión y acceden a muchos canales con una antenita y tras pagar una sola vez. Los sectores pobres, que no tienen contrato con su compañía telefónica y viven a tarjeta, pagan más por los minutos y volumen de datos de internet que los que tienen contrato. Ridículo. Es como que los pobres subsidian el celular a los sectores medios y altos. (He leído críticas de algunos que comen todos los días, acerca de que los que reciben subsidios del Mides, se la gastan en celulares. Hermoso: los quieren bien lejos de las casas perfumadas y, además, aislarlos comunicacionalmemte. No tienen derecho a comunicarse).
¿Gastan mal? En verdad, gastan su dinero de la manera más eficiente posible, precisamente por ser pobres. Los que (posiblemente) gasten mal el dinero son los sectores medios y altos, que, seducidos por el consumismo, lo dilapidan. En el bolsillo del caballero y en la cartera de la dama, las billeteras exhiben un catálogo de tarjetas de crédito que alimentan esa ilusión de tener toda la plata del mundo. Ni saben que los pobres, además, son mucho más responsables con el crédito: la morosidad de los sectores pobres es más baja que otros segmentos de la sociedad. Es que, si no pagan, nadie les prestará.
Con la ayudita de los chinos
Hace 30 años, vestirse era un problema para los sectores bajos. Es que la industria de la vestimenta y el calzado de procedencia china vino a compensar en algo los deseos de los sectores populares. (Basta observar el vigoroso movimiento comercial en la avenida 8 de Octubre -en la Unión- para darse cuenta del perfil de los compradores. También hay un circuito de venta informal de ropa usada, tanto en ferias como en grupos de WhatsApp. Con poco dinero se solucionan cuestiones mínimas. En los sectores medios y altos, esos canales de venta se llaman second hand).
Desde la liberalización de las importaciones -iniciada en la dictadura y profundizada luego- se destruyó el tejido industrial del calzado y la vestimenta. La industria textil que se desplegaba en la avenida Veracierto, hoy, son galpones, depósitos de productos importados. En el calzado: Santa Lucía (Canelones) era una ciudad que vivía casi del empleo de la fábrica de calzados Seral. Cerró. Eso coincidió con la ofensiva comercial, la generación de empleo genuino chino, sacar de la pobreza a millones de chinos y la revolución del comercio por parte de China. Resumen contradictorio: menos trabajo industrial en Uruguay, menos empleo y, por otro lado, más facilidades para los sectores populares.
De avenida Italia a la rambla
No es literal, pero se suele decir que, desde avenida Italia hasta la rambla, hay un sector de la sociedad en donde prevalece la clase media, media alta y de altos ingresos. Y no es literal porque ese perfil se encuentra en otras zonas de Montevideo. Esos hogares gastan menos en alimentación, proporcionalmente, que los sectores bajos. En estos sectores, el gasto en telecomunicaciones suele ser alto. Ejemplo: celulares con contrato, wifi, televisión por cable, Netflix u otras plataformas de entretenimiento. En movilidad: gastan otra parte importante en auto, combustible y seguros. Estos sectores tienen un gasto duplicado en educación. Vía impositiva aportan al sistema público y, por otro lado, pagan colegios y universidades privadas. (En la próxima columna este tema será central para ver la segregación educativa y la crisis del modelo de convivencia). En algunos casos tienen capacidad de ahorro y, por tanto, el capítulo vacaciones ingresa en la rutina de gastos anuales de estos sectores.
El tema ingresos, como siempre -pero más acentuado en los últimos años- define, junto a otros fenómenos, un modelo de sociedad. Si se suma a ello el fenómeno del consumismo, la droga y el “sálvese quien pueda” -perdiendo, entonces, la visión integradora y colectiva-, aquel modelo de convivencia, que arrojaba bajos índices de criminalidad, hace tiempo que renguea, dando paso a otro modelo que nadie sabe cuál es, pero en donde la violencia (inseguridad) es un dato diario y elocuente.
Aquel modelo integrador fue derrotado. O está en franca retirada dando paso a la fragmentación social y la desintegración.
De cualquier manera, no todo está perdido. Existe una malla de contención institucional que permite que el derrumbe no sea total. Un ejemplo de ello es que el Estado gasta más en sus viejos que en sus menores. Hay más niños pobres que viejos pobres. Pero la contracara de esa realidad, es que esos niños -de hogares pobres, con natalidad bastante más alta que los sectores medios y altos- andan regalados y su futuro en una sociedad fragmentada tiene un destino prefijado: reproducción del modelo de pobreza y marginación, profundizando cuantitativamente la grieta social.
Los esfuerzos que realizó y realiza el Mides no son suficientes. La diputada de izquierda Cristina Lustemberg trabaja en un proyecto con foco en primera infancia, en niños, niñas y adolescentes de los sectores más pobres. No crea una institucionalidad nueva. Ordena lo que hay. Se trata de un gabinete donde lo coordina el Ministerio de Desarrollo Social, con la presidencia de la República, INAU, MSP, Vivienda, ANEP, BPS, y tiene una cuestión innovadora que involucra a la unidad de presupuesto del Ministerio de Economía y Finanzas. O sea: coordinación eficaz y recursos. Se lo ha presentado al gobierno y no se descarta un apoyo gubernamental en ese sentido. Ha conversado con el gobierno de coalición y parece haber ambiente para aprobar esa ley.
Por otro lado, la bancada de senadores del Frente Amplio ingresó un proyecto de ley para “garantizar el acceso diario a una alimentación adecuada y saludable para los niños, niñas y adolescentes” que asisten a los diversos niveles de la educación pública, lo que supone ampliar las instituciones que brindan comida y asegurar que el sistema funcione todos los días del año y no solo cuando haya clases.
Síntesis: hay coincidencia en los diagnósticos y parece abrirse un campo de coincidencia para enfrentar claramente esta problemática. (Agrego: no habrá reforma educativa triunfal -que los adolescentes no abandonen los niveles secundarios casi masivamente como pasa hoy- si no se atiende la problemática social que está detrás del abandono de escuela, liceo o UTU).
Será necesario una articulación eficiente de la institucionalidad existente. Pero también habrá que destinarle recursos. Fuertes y vigorosos recursos. Y ahí viene lo planteado en alguna columna anterior: las prioridades del gasto público. Dónde pongo la plata, porque los pobres son eficientes en su uso.