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Columnas de opinión | masones | católicos | parroquia

Puja

La (casi) clandestina lucha entre masones y católicos conservadores

En el año 2020 se registró una serie de hechos que exponían la batalla reservada, casi clandestina, entre colectivos que pujan en la sociedad uruguaya desde el siglo XVIII: masones por un lado y el catolicismo conservador por el otro.

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Recordemos: el 13 de febrero pasado del año 2020, el todavía presidente Tabaré Vázquez resolvió a través del Ministerio de Educación y Cultura, designar Monumento Histórico Nacional la sede de la Masonería en la calle Casinoni. Lo hizo 17 días antes de entregar el gobierno. El segundo hecho ocurrió el 2 de marzo del año 2020, cuando el doctor Lacalle Pou ya era presidente. Lacalle concurrió a una misa organizada por monseñor Sturla y la Conferencia Episcopal del Uruguay, junto con representantes de la colectividad judía e iglesias cristianas. Ser trató, dijeron, de una oración interreligiosa por la patria. “Todas las iniciativas a favor de la nación y del país son bienvenidas, las religiosas, las laicas, todas”, precisó el mandatario uruguayo antes de ingresar a la catedral. El tema generó controversia porque fue una actividad difundida por el portal de la Presidencia; o sea: una actividad oficial, el Estado promoviendo un acto católico.

La historia y sus cercanías

El 2 de julio de 1751, el rey Fernando VI aprobó un decreto para España y las Indias, en el cual se prohibió la organización de los francmasones “por sospechosa a la religión y al Estado”.

Eso llegó a nuestras costas. En términos muy gruesos, uno podría decir que los masones alentaron todas las rebeliones independentistas en América Latina y los cristianos defendieron la presencia española.

Los ingleses -fundadores de la Masonería- fueron desplazados de América y una forma de reacción fue organizar las logias acá y fomentar la erosión del mandato español. Los masones promueven, genéricamente, los derechos del hombre y eso fue y es considerado como “anticatólico”.

Hay un libro llamado La identidad nacional y el poder político que aclara bastante este asunto. Ya en la contratapa advierte: se trata de un ensayo histórico-político que analiza “los poderes que combaten (en el país) por su mando y la fe que los inspira”.

Fue escrito por el Dr. Álvaro Pacheco Seré, que fuera prosecretario de la presidencia de Juan María Bordaberry y uno de los ideólogos de la propuesta del dictador de eliminar los partidos políticos, iniciativa que fue rechazada por los militares; un católico conservador.

Este libro (no por casualidad) fue editado por el Centro Militar en 1987. Digo no por casualidad, porque fue en el seno del Ejército en donde más se dio esa puja entre masones y católicos conservadores, aunque no hay evidencia nítida de quién tuvo la supremacía durante la dictadura.

Hay sí, al inicio de la misma, una clara impronta católica en el nacionalismo militar de la época, pero fue contrabalanceado por otras expresiones.

En el año 2020, en una columna que difundí en la emisora M24, dije que en el libro de Pacheco Seré “se habla del batllismo de principios del siglo XX y dice que esta doctrina ‘domina la vida pública del país y arrastra consigo a todos los integrantes de lo que puede calificarse ya como sistema partidario de gobierno. Lo que él (Batlle y Ordóñez) va conquistando se legaliza y constitucionaliza; las costumbres que cambian serán ‘avances’, ‘progresos’. Las voces defensivas son genéricamente acalladas como ‘reacción’, ‘oscurantismo’, ‘clericalismo’”.

Pacheco Seré dice que con Batlle y Ordóñez “el Estado no se pone al servicio del ser nacional, sino que, mediante su poder, se procura construir otra sociedad: liberalizada, sin moral objetiva, sin Dios”.

Esas diferencias quedaron claramente marcadas en 1913. En ese año, el batllismo y el socialismo se unieron por un lado y el riverismo de los Manini Ríos y el herrerismo por otro. Este grupo -riveristas y herreristas- se llamaban a sí “evolucionistas” y recuerden que el verbo “evolucionar” estuvo en esta última campaña electoral de la mano de Lacalle Pou.

¿Se entiende ahora cómo se repite magistralmente en estos días aquella polarización?

Manini y las parroquias

Durante el gobierno de T. Vázquez -y siendo ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro- se permitió que el general Manini Ríos -entonces jefe del Hospital Militar- inaugurara un parroquia en el citado centro de salud.

Ruido por diversos lugares. Una de las voces que se levantó en contra de esa parroquia fue la del diputado colorado Ope Pasquet.

En aquel momento Pasquet cuestionó la decisión y rescató la filosofía de un Estado laico.

Ahora, el Ministerio de Salud Pública resolvió instalar una parroquia en el hospital Vilardebó. (El MSP es ocupado por una representante de Cabildo Abierto; y este ministerio obedece a Manini Ríos y a sus militares ubicados en diversos lugares de la estructura del ministerio, que pertenecen a círculos de la periferia de los Tenientes de Artigas, la logia del Ejército cuyo cerno ideológico se vincula al pensamiento católico conservador).

Nuevamente Ope Paquet salió al cruce de la parroquia en el hospital Vilardebó. Pero esta vez -quizás con el viento en la camiseta porque estaba preparando la fiesta de beatificación de Jacinto Vera en el estadio Centenario- monseñor Sturla le respondió que la Iglesia Católica estuvo en el país antes que el Estado.

Pero no fue sólo el: la Masonería emitió un comunicado que cuestiona el desarrollo de la misa católica en el Vilardebó, pero sobre todo porque en la convocatoria del director del hospital se habla de “divulgar la palabra de Dios y el rezo del rosario”. Los masones citan que desde la aprobación de la Constitución de 1918 “el Estado uruguayo no sostiene religión alguna”. Por tal motivo, dicen, la Gran Logia de la Masonería del Uruguay rechaza “incumplimiento de esta norma y exhorta a todas las dependencias del Estado al estricto cumplimiento del artículo 5º de la Constitución de la República”, que reconoce que “todos los cultos religiosos son libres en Uruguay” y que el “Estado no sostiene religión alguna”.

Asimismo, los masones exhortan a “la promoción de espacios en hospitales públicos de todo el país para que todos aquellos que sufren tengan un lugar de reflexión personal o espiritual”.

Como se observa, aquella puja de principios del siglo XX sigue tan campante por estas orillas del mundo.

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