El presidente Lacalle y la coalición multicolor reunió una buena porción de la ciudadanía y, en particular, fue motorizado por las élites del “campo”. Creyeron la fantasía, la matraca y los papelitos de colores. Creyeron en las “pompitas” pero la realidad pudo más. Igualmente, el objetivo era y es, desplazar al Frente Amplio, aunque tengan que admitir que todo era papel mojado y tinta difusa.
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“Hay que sacarlos de cualquier manera”. El mes de enero del año 2018 estaba agitado. Dirigentes del “campo” autoconvocados se aprestaban a realizar una importante movilización para el nombre de “Un Solo Uruguay”. Enseguida se formaron grupos de whatsapp de personas con intereses comunes. La empresa “Agronegocios”, por ejemplo, armó uno al que se sumaron productores argentinos, brasileños, paraguayos, chilenos y hasta colombianos. Hubo una particularidad: los productores argentinos contaban sus experiencias de movilización contra la resolución 125 que fue el vértice de las concentraciones contra la presidenta Cristina Kirchner. La empresa Gerardo Zambrano -remates y negocios rurales- puso a disposición todos sus escritorios en el país para colaborar de distinta manera con la movilización agraria. En ese grupo de whatsapp se le adjudica precisamente a Zambrano la frase del inicio: “Hay que sacarlos de cualquier manera”, aludiendo así al Frente Amplio.
EL CAMPO COMO FUERZA SOCIAL
Hace alrededor de 15 años, el ex presidente Luis Lacalle Herrera dijo que el Partido Nacional tenía que reunir a las fuerzas sociales para construir una alternativa. No pudo. Apenas logró convocar a Rodrigo Herrero, entonces presidente de la Federación Rural. Era una señal. Tras 15 años de gobiernos de izquierda, aquella idea funcionó con otro Lacalle. Pero no fueron los dirigentes políticos de los partidos tradicionales los que conformaron el bloque social con aspiraciones de desplazar al Frente Amplio. Fueron los propios sectores del agro y la ganadería -que lograron ingresos siderales durante los gobiernos del FA, los que tejieron esa alternativa. Desde el año 2015 se registró un “paro” de las inversiones lo que se tradujo, junto a otros fenómenos, en un enlentecimiento del crecimiento. Hubo menos actividad económica, bajaron las compras de maquinaria agrícola y las poblaciones ligadas al negocio del agro y la ganadería sintieron esa caída.
En ese marco, como es habitual los meses de enero, el empresario Gerardo Zambrano era entrevistado por el diario “El País”. Fuerte avisador en ese diario, Zambrano comenzó a aumentar sus criticas a los gobiernos de izquierda, señalando precisamente que se estaba viviendo una “crisis”.
Es sintomático que aquel enero de 2018 -días antes del acto de “Un Solo Uruguay” el diario “El País” titulara su tradicional entrevista de los veranos a Zambrano con la siguiente frase: “Permanencia mucho tiempo en el poder alienta a la corrupción”.
Eso ocurrió el 6 de enero de 2018. Los “autoconvocados” había solicitado una entrevista meses antes al presidente Tabaré Vázquez y este postergó su respuesta y en algún momento dijo que esos sectores tenían representantes en diversos organismos y que podían canalizar por allí las inquietudes.
En sus declaraciones de enero de 2018, Zambrano dijo que el 2017 fue un año de contradicciones, con crecimiento de la economía, pero con 112 empresas en concordato. Responsabilizó al ministro Astori, “que estuvo en los tres gobiernos”. Sostuvo que veía un desgaste dentro del Frente Amplio por la permanencia
en el poder “que debilita la democracia y alienta la corrupción”, la que aseguró “existe sin ninguna duda”. Y agregó: “el ministro Aguerre debe saber retirarse a tiempo”. Eso fue el 6 de enero de 2018. Aguerre que era ministro de Ganadería renuncio el 12 de enero. Y “Un Solo Uruguay” hizo su acto fundacional en Durazno, el 23 de enero.
EL MOVIMIENTO DE PINZAS
La movilización del “campo” tuvo una enorme cobertura y gremiales de distinto porte -incluyendo a la Cámara de Comercio y la Asociación de Bancos- se sumaron a los reclamos.
En aquella entrevista a Zambrano, el empresario agropecuario propuso que “los Partidos Tradicionales nombren los mejores técnicos para presentar un plan de Estado para aplicar, gane quien gane, en temas sensibles que a todos nos preocupa como salud, educación y seguridad”.
Días después de esas declaraciones, “Un Solo Uruguay” hizo un llamado abierto a diversos técnicos para conformar un programa.
Los dirigentes de los partidos fundacionales más otros menores aplaudieron los reclamos y un general en actividad no fue a la concentración, pero merodeo. El también estanciero, fue a un paraje cercano invitado por un vecino a comer un asado. Era el general Guido Maniní Ríos, entonces comandante en Jefe del Ejército. No estaba, pero estaba. Tanto es así que su hermano, Hugo Maniní Ríos, recientemente fallecido, estuvo presente en el acto de Durazno.
La movilización agro ganadera impactó fuertemente en las localidades del Interior.
No es un dato menor: los blancos se hacen fuertes en determinadas plazas. Es histórico. A ésto se suma que los canales cable del Interior -entregados a dirigentes blancos durante el gobierno de Lacalle Herrera- amplificaron los reclamos del “campo”. El clima de crisis -abonado por economistas “independientes” -como Ernesto Talvi (cuando era director de Ceres), Javier de Haedo y Aldo Lema- iba acompañado del discurso de “Un solo Uruguay”. Tanto fue así que uno de sus dirigentes llegó a decir que la situación que se vivía era igual que en el 2002.
El 2018 fue duro para Tabaré Vázquez y más el 2019. En julio fallece su esposa y en agosto le diagnostican cáncer. En el 2017 había renunciado su vicepresidente Raúl Sendic, rodeado de escándalos de diversa entidad. La economía disminuía su actividad y aumentaba el déficit fiscal. Todo ese complejo panorama fue respondido por Vázquez y el Frente Amplio con escasa eficiencia política. Faltaron reflejos y la centralidad que no ocupa uno, la ocupa el otro.
El ritmo de la agenda pública fue dominada por la oposición conformada por los partidos políticos fundacionales y el bloque agro ganadero.
“Queremos un cambio”, decían al unísono. Cuando se les pedía precisión, apenas hablaban de los temas de agenda: seguridad, educación y dólar.
Noviembre de 2019: triunfo opositor. Las botellas de champan se abrieron en el nuevo local de Zambrano en Carrasco. Todos felices. “Ahora sí”, decían.
AHORA NO
Los blancos arrollaron en el Interior. El Partido Colorado vivió su kermesse mientras duró Talvi, el Partido Independiente -con apoyo económico del “campo”- apenas logró un diputado y Cabildo Abierto, liderado por aquel general que fue a comer un asado cerca de “Un Solo Uruguay”, reunió a su base social cuartelera y emergió como tercera fuerza de la coalición ganadera.
¿Y los cambios prometidos? Dicen los entendidos que los populismos son primos hermanos de la demagogia y que cuando se promete mucho y no se cumple, el que sufre no es solamente el elenco prometedor, sino la democracia.
Hoy todos los reclamos o las fantasías del campo se están yendo por el caño de la demagogia. Veamos: el dólar está planchado (atraso cambiario); el alivio fiscal (“aflojarle la cincha”, había dicho un Lacalle prometedor) no se ve; la inserción internacional queda en planteos inocuos que no convence ni a los chinos; las tarifas públicas siguen su ritmo; los combustibles por el estilo (aquello de importar combustible no se lo creen ni los que lo proponían) y el Mercosur abierto y flexible es un hilito de discurso cada vez con menos brillo.
A mediados de marzo, el productor Andrés Formoso fue preguntado sobre los apoyos que había recibido el sector de parte del gobierno a raíz de la sequía. “Ayer fue una de las preguntas que hicimos acá. Había 42 productores y se preguntó quién se había acogido a las medidas que había tomado el gobierno y que resultados había tenido. La repuesta fue la que esperábamos: ninguno se había acogido. Todos se habían inscripto, habían llenado los formularios. Ninguno. Podes tener muy buenas ideas pero en la práctica es totalmente insuficiente”. Luego comentó una de las propuestas del gobierno: permitir que se pastoree en los predios de las escuelas rurales. “Pueden tener media hectárea para pastorear. ¿Cuántas vacas vamos a poder poner?”, expresó. Informó que estaban “trancadas” las importaciones de grano porque las “trabas burocráticas” hacen que se demore un mes la importación. “Y cuando llegue la ración será tarde”, explicó. “Queremos que el gobierno haga como gobiernos anteriores -que muchas veces no tenían mucha empatía con el campo- que saque una resolución que libere la importación”.
Hace pocos días, el hijo de Zambrano, Alejandro, fue entrevistado por el diario El País. Dijo que se vivía un tiempo “contradictorio” y en materia de inserción internacional dijo en forma textual: “si bien se habla mucho y que todos coincidimos en donde hay que mejorar, en los hechos no se avanza, y no creo que haya novedades por un buen tiempo”. O sea: nada.
Otro referente del “campo”, el empresario arrocero Gustavo Ferrari, también entrevistado por “El País”, dijo que los costos del sector eran “los más caros en años”. O sea: nada.
NOTA: Aquí llega el final de esta serie. En la próxima columna trataré de contar como hay temas, sensibilidades y emociones comunes a los dos bloques sociales.