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Con Lula, por la democracia y por Uruguay

Por Juan Raúl Ferreira.

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Caras y Caretas Diario

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La prisión de Lula no parece tener mucho de jurídico y demasiado de político. Todo comenzó con el juicio político a Dilma Rousseff acusada por Da Cunha, presidente de la Cámara de Diputados de entonces. Desde que fue removida del cargo, Dilma no ha sido citada por un solo delito ante ningún juzgado, vive en su casa y reasumió sus responsabilidades partidarias. Da Cunha, su acusador, está preso por coimero. EL presidente Temer que la sustituye tiene una causa abierta en el Supremo Tribunal Federal a raíz de una grabación donde dice el nombre de la persona que recibirá una coima de una empresa constructora.   Todo esto ocurre casualmente en vísperas electorales. Según las encuestas, Lula estaba llegando al 37% y en su momento más bajo estando ya preso y anunciándose que eventualmente no podría ser candidato siempre ha estado encima del 30%. Mientras tanto el presidente Temer que sustituyó a Dilma aspiró a la reelección y cuando en caída libre quedó por debajo del 2% retiró su candidatura y, repito, sigue con deudas pendientes ante la Justicia. Baldasano, candidato de ultraderecha, tiene menos de la mitad en las encuestas que Lula preso.   El candidato que le sigue a Lula electoralmente, Arturo Baldasano, más allá de hacer la apología del racismo y otras excentricidades (tomar en brazos una niña de 3 años y medio e imitar con  los dedos de la pequeña una pistola y enseñarle a disparar contra la gente que la rodeaba) hay un hecho que le describe de pies a cabeza. Cuando como diputado, vota a favor del juicio político a Dilma fundamenta: “Voto contra el Comunismo, en homenaje a la dictadura militar de los años 60 y en honor a… (prefiero no nombrarlo, el militar que torturó con sadismo a Dilma cuando estuvo presa en dictadura).   El último presidente destituido por juicio político en la región había sido el presidente Lugo de Paraguay. Fue el resultado de una masacre contra campesinos en tierras que reclamaban como tomadas por la familia Pittamiglio, muy allegada al Partido Colorado de Paraguay. 11 campesinos fueron condenados a 35 años de penitenciaría. Hace pocos días la Corte de Justicia les dio la libertad tras seis años de injusto encarcelamiento. Eran inocentes y las tierras supuestamente eran fiscales aunque la poderosa familia cobraba por arrendarlas.   En esa ocasión al presidente Lugo le dieron 2 horas para tomar nota de la acusación y responderla. Curiosamente fue entonces el gobierno de Brasil (2012) el que argumentó que correspondía, como ellos habían hecho con Collor de Mello, darle 6 meses de licencia para preparar su defensa. No se hizo con Lugo, ni con Dilma en el Brasil  de hoy, en lo que claramente constituye un golpe parlamentario. Por otra parte a Lugo solo le quedaban 6 meses de mandato, hay derecho a sospechar que todo debía hacerse con premura para evitar que se supiera algo, quizás lo que hoy, seis años después, se supo.   La solidaridad con Lula es también con nuestro propio destino. Un comunicado del Sindicato del Gas da cuenta de que “la represión ante la protesta de los trabajadores se aplica no solo en Brasil sino que también se intenta llevar adelante por Petrobras contra Uruguay y sus trabajadores”.   Y sigue, “porque no solamente la empresa se desentendió de la correcta gestión del Servicio Público de distribución de gas natural (en Uruguay) lo que ha llevado a perder más de 6.000 usuarios en los últimos años (un 13%), y ha entablado dos demandas económicas sin justificación alguna en tribunales arbitrales contra el Estado uruguayo por US$ 100.000.000. Lo que de prosperar implica un claro perjuicio económico contra nuestro pueblo, ya que dichos recursos se podrían utilizar en áreas estratégicas del país. Contra los trabajadores del gas natural de Petrobras porque se ha planteado un ataque sistemático contra los mismos. Ya en noviembre de 2017 envió al seguro de paro a casi el 25% del personal, lo que fue revertido gracias a un duro conflicto y la solidaridad de múltiples organizaciones de todo tipo, incluida la Iglesia Católica. Sin embargo tuvimos que aceptar la congelación de nuestros salarios y un número limitado de reestructuras”.   Por eso cuando esta nota llegue a manos del lector yo estaré en Curitiba. Acompañaré una amplia delegación donde está representado el movimiento sindical, la cultura, la política. Ojalá la Policía no nos impida ver a Lula. Pero a las 10 de la mañana estaremos con el arzobispo de Curitiba, José Antonio Peruzzo.   La música y el canto de Larbanois y Carrero los oirá Lula, será como ponerle al alcance de su mano el corazón de la patria de Artigas.

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