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El ENIGMA ROSARIO PORTELL

Contrapunto

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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A algunas personas les parece raro que un diario que se presume serio como El Observador, dirigido por una persona que se supone bondadoso, equilibrado, humanista, cristiano y católico, “como el señor Ricardo Peirano, se preste a una operación tan vil, misógina, carroñera, mezquina y aparentemente inexplicable como la que se hizo con la hoy embajadora en Vietnam, Rosario Portell, a quien el Senado de la República ha otorgado la venia en la mañana del miércoles pasado. Tengo elementos para sospechar que el “escrache” fue montado por los “servicios” y quiero creer, aunque no estoy seguro, que no contribuyó con ella algún “compañero”. La misma  fue disfrazada de investigación periodística y lo informado está repleto de datos  precisos, como instruyen los manuales de los servicios de inteligencia, para darle más credibilidad a lo informado y  plantar sospechas que pudieran justificar, en este caso, el voto contrario de blancos, colorados  e independientes y algunas vacilaciones entre los propios senadores frenteamplistas. Se podría catalogar entonces de operación “encubierta” o de falsa bandera y detrás de ella estará alguno o varios de los tantos espías que operan en la Cancillería, que no son pocos. En verdad, la montaña parió un ratón y toda la basura informada no pudo quebrar la voluntad de los senadores del gobierno y de tres senadores de la oposición, la senadora Verónica Alonso, el senador Besozzi y el senador Bianchi del Partido de la Gente que, para ser honestos, se retiraron de sala para no prestarse a esta canallada que parece no tener sentido. Yo  esperaba que  Verónica Alonso hubiera expresado su solidaridad con quien estaba siendo escandalosamente  lesionada en su honor, pero lamentablemente no tuvo la valentía de expresar con su voto la solidaridad con quien estaba siendo agraviada, entre otras cosas, por el hecho de ser mujer, de origen humilde y frenteamplista…. Pero a veces es difícil sostener principios. Yo conozco hace muchos años a Rosario Portell aunque  nadie debe creer que escribo esto porque  soy su amigo. En realidad, la aprecio mucho, y respeto mucho su trayectoria, pero no soy su amigo. Ella fue integrante de la juventud  comunista desde  los quince  años y participó activamente en la Federación de Estudiantes del Interior desde su militancia en el liceo de Las Piedras cuando recién salíamos de la dictadura. Rosario tiene un origen muy humilde… pero muy humilde,  una infancia muy pobre y una vida muy dura en un entorno familiar muy problemático. El resto de su vida es la de cualquier uruguayo  común y corriente. Estudió  escuela, liceo, psicología y negocios internacionales en instituciones públicas, aprendió inglés y francés todo lo que pudo, trabajó como visitadora de un laboratorio farmacéutico, muchos años en una agencia de viajes y también en una prestigiosa empresa productora de software, que curiosamente no es ni por asomo del hijo de Tabaré Vázquez  (que últimamente parece ser como Dios, por estar en todos lados). Su origen y su vida justificarían  consideración y respeto, al menos del diario del señor Peirano, integrante de una de las familias más ricas y corruptas del Uruguay  y, quiero creer, el más honesto de la familia. Pero tal vez semejante grosería, como las dos páginas que  tituló El Observador como ‘El enigma de Rosario Portell’, escapó a los ojos del director del diario . Los que no merecen ni siquiera la duda sobre su responsabilidad son los líderes de la oposición Juan María Bordaberry y Luis Alberto Pompita Lacalle Pou, el primero porque no tengo ni siquiera necesidad de mencionar su pedigree y el segundo porque a los cuarenta años no solo no conoce el hambre ni las ganas de comer, sino que tampoco conoció ni por casualidad las 8 horas y hasta su propio correligionario Bottana nos recuerda que le falta calle, boliche y carnaval y le sobra ‘clarión’ para el pelo y tabla de surf. El cronista que escribió la mencionada basura se comportó como un astuto sabueso. Le faltó ladrar. Durante semanas, se comunicó telefónicamente con Rosario  sobre el lugar en el que estaba en ese momento. En muchísimas ocasiones acosó, siguió, interrogó a conocidos y a la mismísima propietaria del apartamento donde vive. Averiguó sobre su patrimonio, sobre sus propiedades y la opinión que de ella tienen sus colaboradores, sus adversarios, sus críticos y sus antiguos patrones. Alguno se preguntará si tantas horas de trabajo se justificaban, tratándose de la designación de una embajadora en un país tan remoto como Vietnam al que solamente exportamos 40 millones de dólares mientras la Argentina le vende 3.000 millones y el Brasil 2.900 millones. Ciertamente yo me pregunto lo mismo pero la respuesta solamente la conocen quienes tejieron la operación. La investigación del periodista Martín Natalevich no prueba ni parece querer probar ningún acto ilegal, ni tener ninguna imputación sobre la conducta de Portell. Sin embargo la nota está plagada de insinuaciones o inexactitudes como ocurre a veces cuando el “periodista” quiere ganarse el sueldo ocultando un fracaso o el dueño del medio, acuciado por la caída de las ventas, aspira a cobrar una recompensa por el trabajo sucio. Martín escribe una novela  sobre los cabildeos políticos que preceden a la designación de un diplomático en la que participan los principales gobernantes de la nación. Semejante ficción en la que los interlocutores son los principales jerarcas del Estado no pueden ser más que fruto de la imaginación del periodista o de sus fuentes, si uno apelando a la inteligencia descarta que las fuentes del mismo no pueden ser ni el presidente ni la vicepresidenta de la República, que obviamente no le van a comentar sus diálogos privados a este ignoto cronista. El centro de la novela es el enigma que esconde el hecho de que alguien que cumplió una misión oficial en una oportunidad en que fue designada por un ministro (Reynaldo Gargano) fue cesada al cambiar el ministro (Gonzalo Fernández). En otra oportunidad  desempeñó un cargo de embajadora durante cinco años en China, designada por el presidente José Mujica y fue cesada por la nueva administración de Tabaré Vázquez después de cinco años. La circunstancia es absolutamente normal y yo de memoria podría nombrar cinco episodios similares, incluyendo alguno que tenía rango de embajador. Pero no vale la pena. La incongruencia, según el periodista, es que Tabaré Vázquez la nombrara nuevamente como embajadora en Vietnam. Esto, que cualquier persona interpretaría como la confirmación de que las razones de la rotación no es de otra naturaleza que meramente política, el escriba lo cubre de un manto de sospecha que abona con menciones al monto de los sueldos que cobró, las propiedades que tiene y las opiniones de un funcionario de la embajada uruguaya  en China, que según El Observador pertenece al Partido Comunista, el cual hace afirmaciones agraviantes entrecomilladas, por las cuales probablemente deberá responder ante la Justicia Penal y ante las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores si es que el “comunista” Leonardo Traversoni aún se desempeña en el servicio exterior. Para culminar el escrache de Martín Natalevich se dedica a estudiar las propiedades de Rosario Portell. Informa que se compró un apartamento en España de sesenta metros y se toma el trabajo de escudriñar en el registro de propiedades de Barcelona para confirmar la noticia. También hace constar que Rosario Portell compró un terreno de 300 metros en la calle Tabaré en donde había una subestación de UTE. Hace constar, para darle exactitud a lo descubierto, que lo compró en una licitación abreviada de UTE que se había realizado tres veces sin que hubiera habido ningún oferente y que la Intendencia de Montevideo le permitió construir algún piso más que la reglamentación, aunque el permiso expiró y no se construyó nada porque a Rosario se le acabó la plata. Yo me imagino la cantidad de veces que habrá ido Rosario al Palacio Municipal, máxime que hay algún funcionario que recuerda que era tan tozuda y ahorrativa( macheta) que hizo mil colas por no nombrar una gestoría que le “facilitara” el trámite. Ambas propiedades fueron adquiridas luego de cesar en la actividad pública, luego de ganar un sueldo voluminoso que en los 5 años sumó cerca de 900.000 dólares, más o menos igual al que ganan todos los embajadores que se desempeñan en una  embajada de similar importancia. Hay que saber que Portell es una mujer soltera y sin hijos con capacidad de ahorro de una parte sustantiva de sus ingresos. Sobre su casa en Chihuahua debe conocerse  que con su tía y su primo la construyeron en 1989 cuando tenía veinte años y ni soñaba con ser embajadora. Aún hoy es una propiedad compartida con su familia. Todas  los inmuebles mencionados están registrados a su nombre. Llama la atención que El Observador no investigara nunca las propiedades de otros funcionarios diplomáticos de carrera, ni sus ingresos, ni sus cuentas en el extranjero, ni  la repatriación de sus bienes y los impuestos que pagan al ingresar sus cargas desde el exterior. Tampoco los negocios que hacía el cuerpo diplomático hasta que el Frente Amplio ganó el gobierno en 2005. Llama también la atención que los embajadores blancos, colorados, independientes o del Opus Dei, nunca hayan sido investigados por El Observador. Más llamativo aún, es que el senador Pablo Mieres, que votó en Comisión del Senado la venia de Rosario Portell, votara en contra en el plenario de la cámara alta por lo informado en la prensa. No se sabe si el arrepentimiento de Mieres cuestiona a Portell  por haber adquirido un apartamento en Barcelona, por haber sido cesada dos veces por Tabaré Vázquez, por haber sido nombrada por Tabaré Vázquez, porque lo pidió Lucía Topolansky, por haberle comprado un terreno a la UTE en una licitación en que no hubo otro oferente, por tener una casa en Chihuahua con un primo hermano, por haber sido acusada por un cónsul comunista de incompetente, autoritaria y corrupta, por no hablar perfecto inglés o por no tener estudios terciarios completos. Curiosamente, a Natalevich no se le ocurrió averiguar cómo fue que al asumir como embajadora esta amable y simpática mujer, Uruguay exportaba a China 700 millones de dólares y cuando abandonó la Embajada, Uruguay exportaba 2.100 millones, no se le ocurrió preguntar cuanta leche se exportaba a China en ese momento, ni cuando se comenzó a exportar tecnologías de la información. Nunca preguntó sobre las consideraciones  que merecía a los chinos su actuación como embajadora en la que se desempeñó como Decana de cuerpo diplomático de América latina y el Caribe. Tampoco preguntó quién era la Embajadora cuando en un giro impresionante de nuestras relaciones diplomáticas con China, Xi Jiping siendo vicepresidente de China visitó por primera vez nuestro país. Ahora, Rosario Portell irá a Vietnam y probablemente su destino se prolongue por 5 años. Es posible que yo no esté vivo para verlo, pero le hago una apuesta a este Poirot de cartón que se llama Natalevich…. Le juego a que en dos años las carnes uruguayas reciben la habilitación para ser exportadas a Vietnam, Uruguay multiplica por cinco sus ventas al país de Ho Chi Minh y alcanza los 200 millones de dólares. Te juego un truco y te gano, Manolito……  

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