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Economía Argentina |

Mientras se espera una nueva Gran Recesión

Las crisis argentina y brasileña impactan en Uruguay

En la semana que siguió a las elecciones del 11 de agosto, Argentina vio subir el dólar un 26% (cerró a $A 58 el lunes 19); el riesgo país se disparó a 1.897 puntos básicos y pasó a vivir en un default virtual; y Brasil entró técnicamente en recesión. La crisis política en y entre ambos países es todavía peor. Contra lo que se ha dicho, Argentina y Brasil son vitales para la economía uruguaya.

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La semana pasada Caras y Caretas advirtió que la “guerra comercial” (y tecnológica, de clara impronta militar) declarada a China por Donald Trump amenaza convertirse en “guerra de divisas”, y podría llegar al vital tema de la billonaria tenencia de bonos estadounidenses en poder del Banco Central chino, implicando una suerte de tercera guerra mundial.

En ese marco, y en el del caos global que campea al caer el denominado “orden mundial de Kissinger” (sostenido en la alianza entre Estados Unidos, China y la Federación Rusa), la economía mundial se hunde en turbulencias y el Financial Times insiste en advertir que seguramente estamos ante una nueva recesión global, como la Gran Recesión 2007-2010.

El aplastante resultado de las elecciones argentinas primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del domingo 11 de agosto (en las que la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner obtuvo el 47,65% de los votos, contra el 32,08% de Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto, y el 8,22% de Lavagna-Urtubey) determinó la convicción en todos los ámbitos de que la victoria del Frente de Todos (Fernández-Fernández) será inevitable y definitivo en las elecciones del 27 de octubre próximo.

Esto determinó una situación extremadamente singular: Argentina tiene un presidente, el ingeniero Mauricio Macri, desautorizado radicalmente en su modelo económico-social, pero que gobernará (y todos deseamos que así sea) hasta el 10 de diciembre; y un candidato, el doctor Alberto Fernández, cuya palabra es acertadamente interpretada por todos los agentes políticos, económicos, sociales y los principales medios periodísticos (comenzando por los alineados con el macrismo, entre los cuales el más rotundo fue el periodista Néstor Castro), como la que presidirá el gobierno a partir de la referida fecha.

 

La estampida del 12 de agosto y días siguientes

Este resultado, la falta de credibilidad internacional en “el kirchnerismo” (abominado por Donald Trump, Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera e Iván Duque, entre otros mandatarios) más el infortunado discurso pronunciado por el presidente Macri la noche de su derrota (que de alguna manera dijo que los argentinos habían votado mal, y los mandó a dormir, antes de que se diera ningún dato oficial de la elección), provocó que desde el lunes 12 el valor del dólar (indicador principal del comportamiento económico argentino) se disparara hasta superar por momentos los $A 65 (contra los $A 45,51 del cierre del viernes 9); el riesgo país superara los 1.500 puntos básicos (o sea, que si Argentina pudiera tomar crédito en los mercados internacionales debería pagar 15% por encima de la tasa de referencia de la Reserva Federal); el Merval cayera 37,91% (mientras los bonos argentinos cayeron 26% y las acciones argentinas perdieron 50% en la Bolsa de Nueva York); mientras el Banco Central de la República Argentina (BCRA) subió la tasa a 74%, y las agencias calificadoras de riesgo, encabezadas por Fitch (que estimó una caída del PIB de 2,5% en 2019), comenzaron a bajar la calificación de la deuda argentina. Con respecto a esta, Infobae estima que la deuda total de la República hermana experimentó una baja, debido a la licuación del valor de los pasivos por el aumento del valor del dólar, pasando de US$ 341.000 millones en julio a US$ 325.400 millones luego de las PASO.

Señala la agencia que la devaluación de la moneda local también depreció el Producto Interno Bruto (PIB), ya que el país produce en pesos y aquel se mide en dólares. Por eso el PIB de Argentina cae de US$ 484.500 millones, “según calculó la Secretaría de Finanzas en julio”, a US$ 384.000 millones.

“Así, el ratio de Deuda sobre PBI, medido en dólares, pasó del 70% al 84,7% en cuestión de días”, señala Infobae.

Lamentablemente, los agentes económicos argentinos, luego de la devaluación de enero de 2002 y la notable gestión ministerial del economista peronista Roberto Lavagna (abril de 2002 a noviembre de 2005), han adoptado el modus operandi de trasladar rápidamente cualquier aumento del dólar a los precios, con lo cual la inflación devora los efectos positivos de la modificación del tipo de cambio en la competitividad de la producción a nivel internacional.

La gran pregunta es si Argentina con esas cifras está técnica (sustantivamente) en default, o sea, si puede o no afrontar el pago de su deuda pública total.

En base a distintas fuentes, Infobae señala que “Argentina deberá afrontar un pago de capital e intereses por su deuda en moneda extranjera -pública y privada- del orden de los US$ 26.000 millones en 2020. Si se suman los pasivos asumidos en moneda doméstica y los vencimientos con organismos internacionales, el pago total por intereses de deuda pública y privada asciende a US$ 58.500 millones anuales, un 15,2% del PBI, en 384.000 millones de dólares”.

Tras ellos considera tres escenarios de crecimiento posible para afirmar: “Conclusión: la deuda argentina no es sostenible con las actuales tasas de mercado y, sin ayudas adicionales del FMI, se encamina al default”.

¿Cuáles fueron las reacciones del gobierno?

 

Retroceso y cambio de ministro de Hacienda

El miércoles 14, el presidente Macri se desdijo de sus impertinencias del discurso del lunes, y anunció una batería de medidas “de corte social” como la reducción de impuestos a los salarios elevando el mínimo no imponible, bonificaciones a funcionarios públicos, supresión del IVA a los alimentos básicos, medidas para favorecer a las pymes y congelación del precio de la gasolina, que dejaron descontentos a tirios y troyanos. El presidente continuó refiriéndose a su candidatura presidencial para octubre.

También mantuvo un primer contacto telefónico con Alberto Fernández (de quien nunca fue amigo, sino todo lo contrario), que calificó como “muy positiva para la estabilidad del país”.

El cambio significativo en la gestión fue la renuncia, por voluntad propia, el sábado 17, del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y su reemplazo por el entonces ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lacunza (1967), economista por la Universidad de Buenos Aires.

El presidente Macri estuvo presente en la asunción del ministro Lacunza el martes 20, cuyo discurso definió el objetivo central de evitar más devaluaciones hasta el 10 de diciembre, a la vez que garantizó que se cumplirían las condiciones fiscales acordadas con el FMI, y convocó a los economistas del Frente de Todos.

Tras el discurso del ministro y del titular del BCRA, Guido Sandleris (quien anunció que por efecto de la devaluación la inflación, hoy situada en el 56% anual, tenderá a aumentar), el peso se devaluó otro 2% (acumulado casi 46% desde el comienzo del año), el riesgo país se mantuvo estable pero el Merval cayó 10,4%, y el valor de las acciones de empresas argentinas en el exterior lo hicieron otro 5%.

Las encuestas en Argentina modificaron su perspectiva y actualmente Alberto Fernández estaría superando en 21% a Mauricio Macri, con lo cual ganaría en el primer turno electoral del 27 de octubre con un 53% de los votos. Por otra parte, el candidato Roberto Lavagna -fuerte crítico de las políticas económicas de Macri- fue el primero en felicitar a Alberto Fernández por su triunfo y ya mantuvo contactos con sus enviados, especulándose con que pudiera ocupar la cartera de Economía. Ambos compartieron el gabinete de Néstor Kirchner entre 2003 y 2005, y el economista manifestó la necesidad de “reformular integralmente el acuerdo con el FMI, ya que el actual no es sustentable”.

Mientras tanto, el operador económico de Alberto Fernández es el economista Guillermo Nielsen, quien entre otros cargos actuó como secretario de Finanzas durante la gestión de Lavagna.

Un juicio de valor, desde la economía
Desde el punto de vista económico, Caras y Caretas señaló desde el comienzo el marcado tono oligárquico, inoperante (salvo en la salvaguardia de los intereses de los más privilegiados) y totalmente despegado de la realidad del gobierno que integran el presidente Macri y sus ministros Marcos Peña Braun, Guillermo Dietrich, Esteban Bullrich, Patricia Bullrich, Jorge Triaca, Rogelio Frigerio, la mayoría de los cuales son hijos de potentados (no forjaron sus fortunas) y se educó en el exclusivo colegio Cardenal Newman. Su primera medida fue la eliminación de las retenciones a los agroexportadores -que se enriquecieron fabulosamente en estos últimos años- realizando un formidable ajuste fiscal con una transferencia billonaria de ingresos desde pobres, trabajadores y jubilados hacia el 1% más rico, lo mismo que hizo Donald Trump utilizando otros instrumentos. Ese agujero fiscal fue tratado de cubrir con aumento desmesurado de las tarifas públicas y así generó la espiral inflacionaria que devoró todo su esquema. El 4 de agosto, en víspera de las elecciones, Macri renovó su alianza con el poderoso sector agroexportador argentino (el único que creció en la crisis: 49,5% interanual en mayo, contra bajas de 6,5% en la industria, 3,1% en la construcción y 11,4% en el comercio minorista) al hablar en la apertura de la feria de exposición de la Sociedad Rural, olvidando al resto de los sectores productivos y a los trabajadores argentinos. En dicho acto devolvió a Agricultura el estatus ministerial y prometió eliminar las últimas retenciones que todavía persistían, exigidas por el mismísimo FMI ante el portentoso crecimiento sectorial. El resultado de las PASO era muy fácil de imaginar: mientras que la corrupción se ha vuelto un hecho “que no mueve la aguja” (lo cual constituye una desgracia terrible y un gran peligro para el sistema democrático), el aumento al 35% de la pobreza y la extensión del hambre en lo que fue siempre “el granero del mundo”, junto con el castigo que sufrieron las clases medias (que parecen no importarle a nadie en política y son las que terminan decidiendo, por su propio peso y porque forman opinión), volvió inevitable la merecida derrota del macrismo. Por otra parte, desde el punto de vista de sus propias afirmaciones, Mauricio Macri fracasó en su declamado objetivo de abrir Argentina al mundo, ya que la inversión extranjera no llegó, y la nación quedó fuera de los mercados internacionales de crédito, debiendo recurrir al Fondo Monetario Internacional, con el cual se endeudó en US$ 57.100 millones, un monto insostenible e impagable en las actuales condiciones económicas y políticas. Macri entregará Argentina en un default no declarado por acuerdo tácito de las tres partes: el gobierno, la fórmula Fernández-Fernández y el FMI.

 

Los trabajos del contador Astori

En una acción estratégica de gran oportunidad, el ministro de Economía y Finanzas, contador Danilo Astori, se reunió el viernes 16 con importantes empresarios argentinos (varios de ellos con intereses en nuestro país) en la embajada uruguaya en Argentina, cuyo titular es el Dr. Héctor Lescano.

Según informó el diario El País, en el transcurso del desayuno de trabajo, Astori se refirió a sus preocupaciones por la situación económica regional aunque reiterando su confianza en el “desacople” de Uruguay, el destino del Mercosur y los procesos electorales en curso.

En relación a su preocupación por el Mercosur (atento a los enfrentamientos verbales entre el presidente brasileño Jair Bolsonaro y el candidato Alberto Fernández) manifestó su deseo de que “haya armonía en los próximos años entre los gobiernos del bloque” porque “eso haría que trabajemos todos juntos, con la mayor convicción, por el Tratado (de Asociación Estratégica entre el Mercosur) con la Unión Europea (UE), que es la gran novedad en la agenda de crecimiento de nuestros países”, que “le hace bien por donde se lo mire a los cuatro países individualmente y en conjunto fortalece al Mercosur como bloque”. Agregó que “espero que los países integrantes del bloque sigan militando a favor de este acuerdo, haciendo todo lo que ahora hay que hacer después de la aprobación. Formulemos votos para que las cosas que llevaron a la firma del acuerdo no cambien”.

Cabe destacar que durante la campaña previa a las PASO del 11 de agosto, Alberto Fernández había afirmado que revisaría “los acuerdos que Macri está firmando por el mundo”. Esto tuvo airadas respuestas desde el máximo nivel político de Brasil, donde el influyente ministro de Economía, Paulo Guedes, afirmó el jueves 15 que “si Cristina Kirchner entra y cierra la economía, nos vamos del Mercosur”. Las manifestaciones del presidente Bolsonaro ratificaron y aumentaron gravemente las de su ministro.

Al respecto, el ministro Astori que señaló que “en Uruguay, gane quien gane”, hay coincidencia en señalar como positivo el acuerdo con la UE, y se va a navegar en esa dirección.

Destacó que “a partir del acuerdo con la UE, aproximadamente la mitad de las exportaciones uruguayas se harán al amparo de un acuerdo comercial. Actualmente, las exportaciones uruguayas pagan US$ 106 millones de aranceles a la UE. Un tratado así solo puede traer buenos resultados al país”.

Astori no se refirió a la situación política y económica de Argentina, pero señaló que la misma ya tiene efectos sobre nuestro país.

Según El País, Astori, tras reconocer el enlentecimiento de la economía nacional y los problemas de empleo que han llevado a reforzar los estímulos, sobre todo sobre la inversión privada, afirmó que “en los últimos años ha habido una especie de desacople de la economía uruguaya con respecto a la del vecindario. No obstante, Argentina es el principal cliente de nuestro principal rubro de exportación, el turismo. En un año normal eso representa ingresos por US$ 2.500 millones. La situación argentina, sin dudas, impacta y mucho”, afirmó, pero señaló que “aun con el efecto de la crisis argentina y del bajo crecimiento en Brasil, la expansión del Producto Interno Bruto (PIB) de Uruguay se acelerará el año próximo a 2,6% (espera 0,7% para este año) gracias al incremento esperado de la inversión en infraestructura pública y a la nueva planta de UPM”.

En relación a las elecciones en Uruguay, Astori señaló que “el partido de gobierno tiene desafíos políticamente importantes, con programas estudiados. Si gana Daniel Martínez, sin ninguna duda lo que va a predominar es la continuidad. El equipo referente que ha designado está integrado, entre otros, por mi viceministro Pablo Ferreri y por varios jóvenes economistas que trabajan en el Ministerio”.

Afirmó que hay consenso en asignaturas pendientes como corregir el desequilibrio fiscal, que constituye la principal preocupación, y en algunas reformas como la de la seguridad social. “Son muy pocos los que hoy discuten la necesidad de una transformación. Gane quien gane hay temas que habrá que abordar y uno de ellos es la seguridad social. El sistema uruguayo es respetado en el mundo por el grado de cobertura y asistencia que presta. Reformar la seguridad social no significa perder esas conquistas, sino hacerlas compatibles con las restricciones fiscales».

Según El País, entre los empresarios presentes estuvieron el magnate petrolero Alejandro Bulgheroni, con intereses en Bodega Garzón, Axion y Estancias del Lago; Pablo Roemmers, del Laboratorio homónimo; Martin Eurnekian, cuyo grupo tiene la concesión de los aeropuertos de Carrasco y de Laguna del Sauce, y otros.

La gestión de Astori (que se convierte en una señal para todo el sistema político argentino) es oportuna y necesaria. Se ha exagerado la disminución de la importancia de la hermana República en nuestra actividad económica. Argentina fue el quinto importador de bienes uruguayos en 2018 (5%) del total, pero su importancia -como bien señaló el ministro- es principal en la venta de servicios y en el de nuestra principal fuente de recursos que es el turismo. A su vez, la disminución del turismo proveniente del vecino país tiene su contracara en el aumento del nuestro hacia la otra margen del Plata, con la consiguiente sangría de recursos, que a su vez se viene produciendo en el comercio interregional a lo largo del río Uruguay.

Ante la turbulencia provocada por los resultados de las elecciones del 11 de agosto, el dólar pasó de $ 35 a $ 37, lo que implica un aumento mensual de 5,7%, más de la mitad del 11,7% de devaluación que llevamos en el año, lo cual repercute en nuestra inflación sin llegar a revertir los problemas de competitividad.

El ministro Danilo Astori y el resto del equipo económico seguirán teniendo en la turbulencia argentina una de sus principales fuentes de preocupación.

Afirmaciones de Lacalle Pou y Sanguinetti

El 18 de agosto, el candidato presidencial del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou (a quien se recuerda posando sonriente junto al recién elegido presidente Macri, al que visitó en la Casa Rosada, y con quien siempre mostró afinidad), señaló que había coincidencias entre la política del mandatario argentino y la del gobierno uruguayo.

Ello fue desmentido por el subsecretario de Economía, Cr. Pablo Ferreri, quien enumeró las diferencias:

“1.- Argentina se endeudó fuertemente con el FMI, en tanto que Uruguay canceló su deuda y programas con el organismo multilateral.

2.- Argentina no pudo generar confianza para captar inversión extranjera, mientras Uruguay recibe la más grande inversión de su historia.

3.- Argentina tiene 1.800 puntos básicos de riesgo país; Uruguay 182.

4.- Argentina tiene más de 50% de inflación; Uruguay 8%.

5.- Argentina padece riesgo de default para algunas calificadoras; Uruguay tiene Grado de Inversión.

6.- En Argentina renunció el ministro de Economía; en Uruguay tenemos el mejor de América Latina.

7.- Argentina tiene más del 30% de pobreza; Uruguay menos del 10%”.

En otro orden, el expresidente Julio María Sanguinetti, recientemente derrotado por Ernesto Talvi, manifestó en un editorial publicado en El País el 18 de agosto que “pensemos sencillamente en la crisis de 2002, que nos vino de allí, con una quiebra de bancos que, de no haber mediado, podría llevarnos a un momento difícil pero no al desastre que nos invadió”. Como todos los uruguayos saben, la Crisis de 2002 se originó por la combinación de atraso cambiario, apertura unilateral al exterior y privilegio al sistema bancario que fueron políticas comunes a los dos gobiernos de Sanguinetti, de Lacalle y de Jorge Batlle. En particular, la Crisis de 2002 se produjo por la formidable bomba de tiempo que se fue potenciando al no haber devaluado Uruguay el 13 de enero de 1999, cuando lo hizo Brasil, que, como recordó Nicolás Lussich en Canal 10, representaba el 40% de nuestras exportaciones, y pasó al rol inverso en nuestro perjuicio. Sanguinetti y su ministro Luis Mosca fueron los responsables de no acompasar el movimiento cambiario de Brasil, y tampoco devaluar tras la elección de noviembre de 1999, pasándole encendida la bomba al gobierno de Jorge Batlle, a quien le estalló en la cara.

Brasil: recesión y el síndrome Bolsonaro-Trump

El Banco Central de Brasil informó el lunes 12 que el PIB cayó 0,13% en el segundo trimestre del año (período abril-junio), tras la caída de 0,68% registrada en el primer trimestre. Al completar dos trimestres completos de caída de la actividad económica, la poderosa nación ha entrado técnicamente en recesión, lo cual agrava la situación de la región. El dólar ha superado el valor de 4 reales y la bolsa de San Pablo cae.

Sin embargo, las preocupaciones de Guedes y Bolsonaro se han centrado en Argentina. El 15 de agosto el ministro Guedes afirmó que si un eventual gobierno argentino quiere cerrar su economía, Brasil abandonará el Mercosur y continuará negociando acuerdos bilaterales. “¿Y si los Kirchner quieren cerrar la economía? Si quieren cerrar, nos vamos del Mercosur”, afirmó el ministro en San Pablo según  Veja.

A pesar de que Argentina es el tercer socio comercial de Brasil, Guedes se preguntó: “¿Desde cuándo Brasil necesita a Argentina para crecer?”.

El lunes 12, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, había señalado que un eventual triunfo del candidato Alberto Fernández en octubre podría provocar un éxodo de ciudadanos de ese país, parecido al que viene de Venezuela.

El presidente brasileño advirtió en Río Grande do Sul que “la pandilla de Cristina Kirchner es la misma que la de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff; del mandatario venezolano, Nicolás Maduro; y de los fallecidos gobernantes de Venezuela y Cuba, Hugo Chávez y Fidel Castro, respectivamente”, y afirmó: “¡Pueblo gaúcho! Si esa izquierda vuelve a Argentina, podemos tener sí, en Río Grande do Sul, un nuevo estado de Roraima (norte de Brasil y fronterizo con Venezuela a donde han llegado muchos ciudadanos venezolanos) y no queremos eso, hermanos argentinos huyendo para aquí”.

El candidato a la presidencia argentina por el Frente de Todos, Alberto Fernández, le dijo al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que se quede tranquilo si él gana los comicios de octubre, porque no va a cerrar la economía y Brasil va a seguir siendo su socio principal.

“Para mí el Mercosur es un lugar central. Y Brasil nuestro principal socio y lo va a seguir siendo. Si Bolsonaro piensa que yo voy a cerrar la economía, que se quede tranquilo, porque no pienso hacerlo. Es una discusión tonta”, manifestó Fernández.

 

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