¿Alguna vez se han preguntado cuánto pesa un millón de dólares estadounidenses en papel moneda argentino? Estamos hablando, por supuesto, de los que habrían sido robados por el dúo Kirchner. En ese tiempo, el dólar yanqui se cotizaba a, más o menos, 16 pesos argentinos, y dicha moneda el papel de mayor valor que emitía era de 100 pesos. A esa cotización y con ese cambio, un millón verde requeriría de 160.000 (ciento sesenta mil) papeles de a cien.
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¿Cuánto puede pesar eso? Les propongo una prueba: traten de sostener diez resmas de papel A4 (500 hojas cada una).
Vayan probando y estimemos que el formato A4 equivale a cuatro billetes de 100 argentinos. Por favor, saquen ustedes la cuenta: a cuatro, cinco o diez por hoja, se necesitarían unas cuantas bolsas para contrabandear a nuestro país en barco, avión o cualquier otro medio “discreto”. No fueron “chirolitas”, fueron 200 millones de dólares que habrían sido transportados para ser blanqueados aquí.
Yo creo que debe haber formas más discretas. En todo caso, habría que preguntarles a los Peirano o al expresidente de la Junta Departamental de Maldonado.
Por otro lado, me parece muy sospechoso el silencio de los bancos privados de nuestro país. ¡Los están acusando de haber blanqueado 200 millones de dólares y no abren la boca!
Me parece que nuestra Justicia, o alguien, debería investigar el asunto porque el blanqueo es delito.
Chiflan y miran para otro lado. ¡Mirá vos!
Además, toda la prensa de derecha y especialmente el periódico de los Peirano hacen gárgaras y todos los días les dedican uno o varios titulares a los famosos cuadernos del “chofer arrepentido”, que, luego de unos cuantos años, los ha presentado, historiando prolija y puntualmente las visitas que hacía para que su mandante recogiese cuantiosas coimas y las distribuyese.
Pero resulta que el cuaderno no aparece. Lo que hay es una fotocopia. Con lo cual es imposible saber si fue escrito en su tiempo o es una composición actual que se ajusta al relato de quienes acusan a doña Cristina y su difunto.
¡Aclaremos, dijo el vasco! No estoy proclamando en absoluto la inocencia de los acusados. Es más, creo que el mal de nuestra democracia es que obliga a gastar ingentes sumas de dinero para ganar. Y eso lleva de la mano a la dependencia de los proveedores, sean estos partidarios generosos, sacrificados militantes, poderosos intereses, el “oro de Moscú”, los “dólares de la embajada” o libras expropiadas.
Es un problema tan viejo como la democracia. Ya Pericles tuvo que recurrir al pago para que los campesinos concurrieran a las asambleas. Los ricos disponían de su dinero y Pericles utilizaba el de la ciudad.
Continuar con este tema me llevaría muy lejos, pero no creo en campañas políticas absolutamente limpias de dinero “interesado”. Y eso no me hace abjurar de la democracia, de la existencia de una “clase política” y mucho menos de la partidocracia. Eso sí, la transparencia es necesaria.
¡Bien claritas las cosas! Fulano puso tanto, mengano tanto y yo saqué 500 pesos con el 03 en tal fecha. ¡Acá está la foto de la boleta! ¡Bien claritas las cosas!
Apunto a examinar críticamente la vieja, filosófica y decepcionante máxima “Miente, miente, siempre algo quedará” y nuestra tendencia a creer en lo que se nos dice.
“Si la prensa lo dice…”. “Si está en las redes…”.
Una mentira aislada se sostiene poco. Ahora, un cuento bien hilvanado, con pormenores, cifras, “testigos”, coincidencias y aderezos varios, si se repite y amplía lo necesario, termina por hacer que muchos caigan.
¡200 millones de dólares transportados en “bolsas” a Uruguay para su blanqueo! Fulano hizo cien y tantos viajes en 12 años. Por Carmelo, que no tiene radar. Por lo que sé, los radares comunes no detectan embarcaciones pequeñas de madera o plástico, pero ¿cómo? ¡Carmelo no tiene radar! Y Melilla no tiene aduaneros de noche. Cierto, Laguna del Sauce tiene un único operador de cargas, pero con unos pesos…
Además, resulta que la coima es un delito doble, tanto para el que la recibe como para el que la da. Mucho más si quien la da recibe a cambio jugosos contratos. Pero con esto del “testigo arrepentido” todo queda en manos del investigador. Si el “arrepentido” me sirve para acusar a otros, lo dejo en libertad. En cambio, quien niega, no quiere “confesar” y tampoco acusar a otro, ese va preso.
Un sistema repugnante. Lo dije cuando se empezó a hablar del tema como “la llave del nuevo Código del Proceso Penal” y ahora lo repito.
Repugnante. Incierto. Peligroso.
La cuestión ha escapado a todo control. Los fiscales negocian con los delincuentes y acuerdan una pena que les venga bien a ambos y nosotros nos enteramos después. Es más, creo que cuando el juez se entera ya está todo el pescado vendido y lo único que puede hacer es confirmar el arreglo.
Figueredo anda como perico por su casa. Los “arrepentidos” que acusen a doña Cristina o a Lula o a Correa también pasan a ser una especie de próceres del arrepentimiento que colaboran para que se haga justicia. ¡Justicia! ¿Qué me decís?
El disparate era tan grande, dejaba tanto margen, que se le han introducido limitaciones para que no se escapen violadores, chorros comunes y traficantes de droga. Pero el “arrepentido” sigue siendo la llave de toda investigación y la negociación en una piecita entre reo y fiscal sigue siendo el final del asunto.
Casi, casi se podría suprimir a los jueces y suplantarlos por una máquina automática que, previa confirmación digital del acuerdo entre las partes, clausure el expediente con un negro sello que diga “cosa juzgada”. Sí, el sello tiene que ser negro, ningún otro color significaría mejor la ignominia del proceso. Ignominia no para las partes que acordaron, sino para la sociedad. A lo que debemos agregar que, en realidad, ni el juez, ni el fiscal serán quienes en realidad juzguen. En los casos detonantes o con significación política serán los medios: la prensa pública y las redes a las cuales se puede acceder desde “fábricas” de noticias falsas o distorsionadas y crear una posverdad.
Lectores: ¿de verdad creen que para intentar asesinar a un exagente de la KGB que desertó hace 12 años los rusos utilizarían ese veneno radioactivo? ¿Qué le puede quedar por decir a un desertor luego de 12 años de haber cambiado de bando? ¿Por qué esperar una docena de años para “vengarse”. Y, todavía, utilizando un agente tan ineficiente e identificable. Cierto, “la venganza es un manjar que se come frío”, pero ¡ya helado o putrefacto!
¿Creen que Lula puede haber sido tan nabo como para quedar pegado por un apartamento en un balneario de moda? ¿O que las coimas venían en bolsas, según “el diario del arrepentido”? Lo confirmaría el control de salidas del país de los sospechosos. Tres días después de la “entrega”. Tres, ocho y a veces 15 días. ¡Eso es coincidencia! ¿Prueba algo?
Repito, no creo que los rusos sean santitos, ellos y todas las potencias tienen grupos especiales para “asesinatos selectivos”. El concepto es israelí y yo lo escuche por primera vez cuando fueron eliminando, uno por uno, a todos los comandos que perpetraron la barbarie del “setiembre Negro” en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972.
El que crea en esas truculencias no sabe de lo que es capaz un “arrepentido”. Por lo menos quienes estuvimos una temporada en el penal, en el “EMR 1”, sabemos de lo que es capaz un “ortiba” por un termo extra de agua caliente o una celda con vista al sol.
No creo que “las democracias” puedan librarse tan fácilmente del necesario aporte por debajo de la mesa. No creo conocer otro sistema más libre de corrupción que una “democracia con partidos”, siempre que sus miembros tengan ojos y oídos bien abiertos.
Y no creo que se deba dejar que el poder se escape de las manos de la gente y quede en manos del poder económico.
Una última cuestión, digo yo: ¿Únicamente a mí se me ocurre pensar cuánto puede pesar una bolsa de billetes de 100 argentinos para llegar al millón de dólares?
¿Qué están haciendo mis representantes? Los que yo elegí para gobernar, proteger, educar y encuadrar en la militancia por los derechos del pueblo.
¿Están peleando voto a voto, corazón a corazón, por un triunfo popular o están arrinconados gimiendo y pensando en qué será de ellos cuando se les terminen las mieles del poder?
¡Pasmarotes!