Con una producción que llega del Teatro Nacional de Maribor, Eslovenia, este viernes, 19 de mayo, vuelve al escenario mayor del Teatro Solís un título clásico del repertorio operístico de Giacomo Puccini (1858-1924), Madama Butterfly, con la que el que se inagurará la temporada lírica 2023.
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Será una puesta que contará con la dirección musical de Martín García, que estará al frente de la Filarmónica de Montevideo. La reposición es de Florencia Caballero, a partir de la dirección escénica del italiano Pier Francesco Maestrini.
Después de su estreno, Madama Butterfly tendrá dos funciones más: el 21 y 23 de mayo; las tres funciones comenzarán a las 20 horas.
El elenco que dará vida a esta historia de amor y desamor, que se luce con la notable música compuesta por Puccini, estará integrado por destacados cantantes. El papel de protagónico de Cio-Cio-San será interpretado por la soprano serbia Alessandra Di Giorgio, y el otro papel clave, el de FB Pinkerton, será encarnado por Santiago Vidal.
El reparto se compelta así: Alonso Mujica será Sharpless; Carolina Rotela, Suzuki; Cleyto Pulzi, Goro; Julio Reolón, Principe Yamadori; Gustavo Balbela, Zio Bonzo; Verónica Moner, Kate Pinkerton; Iaron Behar, Comisionado Imperial; Juan Pablo Rossolino, Oficial del Registro; Enzo Lombardi Fernández, Dolore.
Entre innovación y permanencia
Las temporadas operísticas tradicionales, las que se ajustan a los parámetros impuestos por los modelos hegemónicos del hemisferio norte, operan siempre como custodias del aservo histórico del repertorio lírico. En tal condición, la tensión entre innovación y permanencia, que pulsa como uno de los motores de la creación artística, suele inclinarse hacia las revisiones respetuosas -¿conservadoras?- del legado musical y escénico, y, por tanto, a tener "bajo control" las exploraciones de nuevos lenguajes, nuevas obras, nuevas concepciones en las realizaciones.
Esta tensión -o desequilibrio- es, sin duda, un hecho político. Pero 'político' en su sentido más profundo, el que está atravesado por variables sociales y culturales más complejas que el juego discursivo tupido de consignas partidarias.
Las herencias eurocéntricas son innegables en la sociedad uruguaya. Ellas tienen un peso decisivo en la dinámica cultural, y en particular en las prácticas musicales que forman parte de ese gran mapa de las "artes cultas". Y allí, la ópera, cumple un rol fundamental, al punto que llega a funcionar como marca de identidad y de diferenciación social, y como activadora de sentidos de pertenencia y de amplias porciones de la memoria colectiva.
A falta de reflexiones serias, críticas, sobre este tema, quizás se pueda afirmar, a riesgo de errores y apreciaciones "apuradas", que proyectos como la ya tradicionales temporadas operísticas en el Teatro Solís tienen un papel fundamental para vida cultural local.
No obstante, siempre quedan algunas preguntas flotando en ese dominio que no suele ser contemplado por los titulares de los medios: ¿cuál es el sentido de que esta práctica se ajuste tanto a los parámetros heredados y se deje poco margen para la innovación, sea para las revisiones de los criterios interpretativos -los escénicos, los musicales- como para la exploración de otro tipo de lenguajes?; ¿se correría tanto "riesgo" si la apuesta incluyera otros rumbos, quizás más jugados a la descolonización tan postergada como necesaria?
Por esto, el anuncio de cada nuevo estreno operístico, como el que ocurrirá el viernes 19, con Madama Butterfly, genera una saludable expectativa. Por un lado, por la calidad de los elencos -como este caso-, de las probadas experiencias de los directores musicales y escénicos convocados, por el nivel que tienen los equipos técnicos que hacen posible estas producciones, o por las líneas de trabajo que desarrollan los responsables de la gestión -en este caso del Teatro Solís, que permiten los muy positivos intercambios con otras instituciones culturales del exterior.
Por otro lado, esta expectativa también gravita en el campo estético: ¿cómo será la puesta?, ¿cuánto se "respetará" el original?
La historia de Madama Butterfly, con libreto escrito en italiano por Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, y la bellísima creación musical de Puccini, contienen muchos disparadores creativos, que exponen -con una visión eurocéntrica, claro- los nudos conflictivos de la relación entre Occidente y Oriente, a través de uno de los macrotópicos más clásicos: el amor frustrado, marcado por el choque cultural, que se encarna en el drama de los personajes de Cio-Cio San (Madama Butterfly) y el teniente de la marina estadounidense B. F. Pinkerton.
Así, un clásico del repertorio -de que esos que tienen "cita obligada" en las temporadas operísticas modélicas-, vuelve a convocar a melómanos y público en general, en un escenario que tiene mucha historia en el género. Pero las preguntas antes planteadas, aunque parezcan "demodé" para estos tiempos en los que domina la búsqueda de la eficiencia en la gestión por encima de la discusión de fondo, siguen vigentes.