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Destrucción total

Por Leandro Grille.

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Entonces alguien se sumergió en la historia del personaje. Indagó, investigó, consultó con amigos, con viejos conocidos de otro tiempo, de otra vida, recorrió con la parsimonia del predador el hilo extendido hacia el corazón oscuro del laberinto y encontró una fisura en el relato: el tipo no se había titulado. No era típicamente un usurpador de título, porque nunca había ejercido la profesión de genetista, pero había admitido en muchas ocasiones que se lo presentara como tal sin haber completado el grado académico. Es difícil creer que ese alguien haya sido un periodista. Parece más bien una entrega. Alguien hizo el trabajo y lo entregó a la prensa. Alguien de adentro de la izquierda y no de la oposición; Haciendo un par de sumas y restas prácticamente no quedan dudas, pero el entregador tieno qe, en este caso, bastante menos importancia que el entregado. Y ambos, entregador y entregado, son insignificantes en relación con lo que está en juego.

La intención era la destrucción total de Raúl Sendic: algo que hoy parece logrado, más allá del ingenioso aserto de Julio María Sanguinetti, “en política no hay muertos: hay heridos graves y heridos leves”. La persecución ha sido notable. Ominosa. Pero no había conseguido su objetivo del todo. Esta vez es difícil verle salida. Ostentar un título que no se tiene es algo que siempre ha irritado, en primer lugar a los que lo tienen, que sienten profanadas sus conquistas, y más allá de ellos, a la sociedad toda, que no soporta que alguien exhiba una distinción que no le corresponda. Porque distinguirse, casi por un principio universal, no puede ser gratuito.

Quiero ser claro: no es lo mismo ostentar que usurpar. Usurpar un título académico implica el ejercicio de una profesión para la cual no se ha cumplido con las exigencias académicas. Por ejemplo, alguien que se haga pasar como abogado o médico sin haberse recibido puede hacer mucho daño, y está estafando en su buena fe a quienes recurran a sus conocimientos, básicamente porque no los tiene, y si los tiene, no los ha acreditado fehacientemente ante una institución de educación superior reconocida, por lo cual es imposible determinarlo. Pero hacerse llamar es otra cosa. Sobre todo si no se tiene la voluntad de ejercicio o de incluirlo como mérito en algún concurso. No sé por qué alguien haría algo así. ¿Para presumir? ¿Ante quién? ¿Para granjearse una carrera política? Parece innecesario, porque no está claro que un grado en genética te lleve al parlamento, ni aporte muchos votos, al margen de que esta historia no viene de hace poco, de las últimas campañas, sino de muchos años antes y es casi imposible pensar que un joven iba a inventar en los años 80 una historia para disputar la presidencia en el 2019. Lo más probable que es el invento, si es tal, tenga motivos más personales o familiares, sea un secreto inocuo alejado de la política con los que la gente puede vivir toda su vida: un cadáver en el ropero.

Pero el tiempo pasó, pasó la vida y Raúl Sendic llegó al parlamento, a la presidencia de ANCAP, al Ministerio de Industrias y a la Vicepresidencia de la República. En su trayectoria desde la ultraizqueirda a un frenteamplismo más centrado, se fue convirtiendo en una figura notablemente popular, al punto que muchísimos frenteamplistas los votaron primero en la interna del FA como principal candidato a la renovación. Y así llegó. Y, naturalmente, así se puso en el centro de la escena. Y las fuerzas de la reacción interna y externa, se activaron para destruirlo. No es tan extraño. La política tiene mucho de selección natural. Sólo sobreviven los más aptos, los que salen airosos de múltiples campañas de defenestración. Así de él han dicho cualquier cosa. Las más de las veces sin otra intención que agraviar, que levantar sospechas sobre su trayectoria o sobre sus actos. Hasta que finalmente parecen que le encontraron una para partirlo al medio.

No tengo por qué intentar defenderlo. Si mintió en su título, cometió un error por el cual debe pedir disculpas al Frente Amplio, y posiblemente deba ser sometido a tribunales de conducta o cosas así. Pero me cabe alertar que detrás de esto no están unos cruzados por la honestidad y los valores republicanos que han desnudado a un mitómano encubierto. Detrás de esto ni siquiera está la derecha, aunque la derecha siempre esté detrás de todas las cosas. Detrás de esto está la voluntad de romper al Frente Amplio. Y después de Sendic serán otros los apuntados. Porque los cruzados se han olvidado de la causa principal, de los métodos unitarios, y hasta de las política de reducción de daños. Sólo tienen en su mira la implosión del FA, o su depuración gruesa, que es más o menos lo mismo. Quizá lo logren.

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