A diez años del colapso de Lehman Brothers y otras instituciones financieras que dio lugar a la crisis del 2008, todavía se debaten las causas y consecuencias de la crisis y si se aprendieron las enseñanzas necesarias para prepararnos para la próxima.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Alyosha, nuestro exespía de la KGB, se relamió los labios al leer aquella noticia. Recordó a Grompone que preveía que alrededor del 2065 y 2070 el capitalismo iba a extinguirse.
Cuando llegó Gorbachov, Alyosha pensó que Mijaíl y los intelectuales de la Universidad de Novosibirsk iban a hacer algo pero, claro, no pudieron. Además les ganó el borracho de Yeltsin. Y la nomenklatura se quedó con las empresas del Estado, y se las repartieron.
Es probable que la actual expansión global continúe el año entrante, dado que Estados Unidos (EEUU) mantiene un gran déficit fiscal, China aplica políticas fiscales y crediticias laxas, y Europa sigue en una senda de recuperación. Pero en 2020, estarán dadas las condiciones para una crisis financiera, seguida de una recesión global.
Hay diez razones para esto, según Roubini y Brunello Rosa.
Diez razones
1) Las políticas de estímulo fiscal que en la actualidad elevan el crecimiento anual estadounidense por encima del nivel potencial de 2% son insostenibles. En 2020 el estímulo se agotará, y un ligero freno fiscal reducirá el crecimiento de 3% a un poco menos de 2%.
En diciembre de 2017, el Senado estadounidense aprobó la reforma fiscal más profunda en 30 años. Se estableció un recorte de impuestos que asciende a cerca de 1.500 millones de dólares en el plazo de dos años, con las empresas como principales beneficiadas. Se bajó el impuesto de sociedades del 35% al 20% -por debajo de los tipos aplicados en Francia o Japón- y duplica el mínimo exento a las familias (de 12.000 a 24.000 dólares en parejas), entre otras medidas.
Esto apuntaba a hacer volver capitales estadounidenses que se encontraban fuera del país. Las principales cinco empresas (Apple, Microsoft, Alphabet, Cisco y Oracle) tenían el 88% de su dinero en el extranjero a finales del año 2016. Las empresas estadounidenses tenían aproximadamente 1,3 mil millones de dólares en efectivo almacenados en el extranjero a finales de 2016, según Moody’s Analytics.
Las medidas también permitirían a las compañías amortizar el costo de cualquier nueva compra de capital en los próximos cinco años.
2) Como el estímulo se aplicó a destiempo, la economía estadounidense ahora está sobrecalentándose, con una subida de la inflación por encima de la meta. De modo que la Reserva Federal de los EEUU seguirá subiendo la tasa de referencia desde el 2% actual a por lo menos 3,5% en 2020, y es probable que eso provoque un alza de los tipos de interés a corto y largo plazo, y también del dólar.
En tanto, la inflación afecta a otras economías importantes, a lo que se suman presiones inflacionarias derivadas del alza del petróleo. Eso implica que los otros grandes bancos centrales seguirán a la Reserva Federal en la normalización de la política monetaria, lo que reducirá la liquidez global y generará presión alcista sobre los tipos de interés.
3) Es casi seguro que las disputas comerciales del gobierno de Trump con China, Europa, México, Canadá y otros países se agravarán, lo que llevará a menos crecimiento y más inflación.
4) Hay otras políticas de EEUU que seguirán añadiendo presión estanflacionaria (estancamiento más inflación) y obligarán a la Reserva a subir todavía más los tipos de interés: la restricción de los flujos de tecnología e inversiones desde y hacia EEUU, que afectará las cadenas de suministro; límites a la inmigración que se necesita para mantener el crecimiento conforme la población estadounidense envejece; el desaliento de inversiones en economía verde; y la falta de una política de infraestructura que permita resolver restricciones de la oferta.
5) Es probable que el crecimiento en el resto del mundo se desacelere, sobre todo cuando otros países consideren adecuado tomar represalias contra el proteccionismo estadounidense. China debe frenar el crecimiento para hacer frente a su exceso de capacidad y de apalancamiento, o se producirá un aterrizaje forzoso. Y los mercados emergentes, que ya están en situación frágil, seguirán padeciendo el proteccionismo y el endurecimiento monetario en EEUU.
6) El crecimiento en Europa también será más lento, debido al ajuste de la política monetaria y a fricciones comerciales. Además, políticas populistas en países como Italia pueden llevar a una dinámica de deuda insostenible en la Eurozona. El todavía no resuelto círculo vicioso entre los gobiernos y los bancos poseedores de títulos de deuda pública amplificará los problemas existenciales de una unión monetaria incompleta con una inadecuada mutualización de riesgos. En estas condiciones, otra desaceleración global puede incitar a Italia y otros países a abandonar la Eurozona.
7) En las bolsas de EEUU y del mundo sigue la efervescencia. Los ratios precio/ganancias en EEUU están un 50% por encima de la media histórica, el capital privado está excesivamente sobrevaluado, y los bonos públicos también están demasiado caros en vista de sus bajos rendimientos y primas a plazo negativas. Y el crédito de alto rendimiento también se está volviendo cada vez más caro ahora que la tasa de apalancamiento corporativo en EEUU alcanzó máximos históricos.
Además, en muchos mercados emergentes y algunas economías avanzadas hay un claro exceso de apalancamiento. Los inmuebles comerciales y residenciales están demasiado caros en muchas partes del mundo. Conforme se sumen indicios de una tormenta global, en los mercados emergentes continuará la corrección de tenencias de acciones, commodities y renta fija. Y como los inversores previsores anticiparán una desaceleración del crecimiento en 2020, los mercados reajustarán en 2019 las cotizaciones de los activos de riesgo.
8) Una vez producida una corrección, habrá más riesgo de iliquidez y ventas a precio de remate. No hay mucha actividad de creación de mercado y almacenaje (preparación de activos para titulización) por parte de corredores/operadores. El exceso de transacciones de alta frecuencia/algorítmicas aumenta el riesgo de un derrumbe repentino. Y los instrumentos de renta fija se han concentrado en fondos de crédito dedicados abiertos negociables.
De producirse una huida del riesgo, los sectores financieros de los mercados emergentes y de las economías avanzadas con inmensos pasivos en dólares ya no tendrán acceso a la Reserva Federal como prestamista de última instancia. Con la inflación en alza y una normalización de políticas en marcha, ya no se puede contar con el respaldo que los bancos centrales proveyeron en los años posteriores a la crisis.
9) Hace poco Trump atacó a la Reserva Federal con una tasa de crecimiento del 4%. ¿Qué no hará en el año electoral 2020, cuando es probable que el crecimiento haya caído por debajo de 1% y aparezcan las pérdidas de empleo? La tentación de Trump de fabricar una crisis de política exterior para crear una cortina de humo será grande, especialmente si este año los demócratas recuperan la Cámara de Representantes.
Como ya inició una guerra comercial con China y no se atrevería a atacar a la nuclearizada Corea del Norte, el siguiente mejor blanco que le queda a Trump es Irán. Un enfrentamiento militar con ese país puede generar una perturbación geopolítica estanflacionaria similar a las crisis del petróleo de 1973, 1979 y 1990. No hace falta decir que eso agravaría todavía más la inminente recesión global.
10) En cuanto se produzca la tormenta perfecta que acabamos de bosquejar, habrá una tremenda escasez de herramientas para enfrentarla. El margen para el estímulo fiscal ya está limitado por el inmenso endeudamiento público. Los abultados balances y la falta de espacio para bajar las tasas de referencia reducirán la posibilidad de seguir aplicando políticas monetarias no convencionales. Y en países con movimientos populistas resurgentes y gobiernos casi insolventes no habrá tolerancia a rescates del sector financiero.
Consecuencias para Uruguay
La crisis económica mundial iniciada en 1929 en EEUU repercutió en el Uruguay a partir de 1930-31. El descenso del precio de las materias primas y alimentos que el Uruguay exportaba, y las restricciones del comercio internacional, generaron aumento de la desocupación y caída del ingreso.
La lucha por la distribución del mismo se acentuó entre los grupos sociales.
Una situación similar es previsible en caso de una gran crisis en 2020.
En síntesis, podemos resumir las posibles consecuencias.
Menor crecimiento.
Menor inversión extranjera.
Subida de la inflación y de las tasas de interés.
Disminución del comercio internacional, sobre todo de las exportaciones. Encarecimiento de las importaciones.
Disminución y encarecimiento del crédito internacional.
Corrección de tenencias de acciones, commodities y renta fija y reajuste de las cotizaciones de los activos de riesgo.
Riesgo de iliquidez y ventas a precio de remate.
Aumento de la deuda externa.