Uruguay superó con nota la evaluación del Fondo Monetario Internacional (FMI), que calificó su política fiscal como “prudente” y su economía como “resiliente”. En un panorama de incertidumbre global, la economista María Noel Sanguinetti analizó en el programa Dato Mata Relato de Caras y Caretas los resultados del informe y su impacto para el país y la región.
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El FMI proyecta un crecimiento del Producto Interno Bruto uruguayo del 2,5% para 2025, impulsado por la demanda interna y un aumento de las exportaciones. La inflación se mantendría dentro del rango meta del Banco Central —alrededor de 4,5%—, y el país conservaría amplias reservas de liquidez y un endeudamiento manejable, con plazos largos y condiciones favorables. Para el organismo, Uruguay “pasa la prueba”: mantiene estabilidad, aunque persisten vulnerabilidades estructurales.
Sanguinetti advirtió que “hacer macroeconomía en los tiempos actuales debe ser uno de los mayores desafíos”, especialmente para economías pequeñas y abiertas como la uruguaya. Aun con la buena evaluación del FMI, el país enfrenta presiones fiscales, desigualdad persistente y una región en recalibración.
El contexto regional y los problemas del entorno
Uruguay no puede desvincular su desempeño del vecindario. Las tensiones económicas de Argentina y Brasil, los movimientos en los precios internacionales y las nuevas medidas arancelarias globales repercuten directamente sobre su economía. “Si al vecino le va mal, a Uruguay le va mal. No tenemos vuelta”, señaló Sanguinetti.
La economista advirtió que el contexto regional se complejiza porque América Latina continúa siendo la región más desigual del planeta, según el último informe de Desarrollo Humano del PNUD, publicado en mayo. A esas desigualdades se superponen crisis sucesivas como la pandemia, las guerras, las tensiones comerciales y climáticas. “Estamos ante presiones crecientes, y Uruguay cada vez se parece más a sus pares de América Latina”, dijo.
Regla fiscal y prudencia en la mira
El informe del FMI valoró la institucionalidad uruguaya y la implementación de la regla fiscal, instrumento instalado tras la Ley de Urgente Consideración. El organismo destacó que las reformas estructurales y la disciplina presupuestal serán fundamentales para sostener la estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, Sanguinetti recordó que los últimos años mostraron desvíos en los topes de endeudamiento y que el déficit fiscal —incluido el del sistema previsional— ascendió a 3,2% del PIB en 2024. “El gobierno que asume en 2025 enfrenta una restricción fiscal más acotada de lo previsible”, explicó.
El FMI sugiere continuar la consolidación fiscal y reducir gradualmente la relación deuda-producto. Para Sanguinetti, ese compromiso de prudencia económica puede convertirse en una oportunidad para sostener la confianza internacional, pero también limita el margen para políticas sociales expansivas.
Sectores importantes y señales de recuperación
Entre los motores de crecimiento, el informe resalta la recuperación agrícola tras la sequía de 2023 y el repunte del turismo, que hoy representa cerca del 6,5% del PIB. “El turismo tiene un efecto multiplicador en el empleo y las pequeñas empresas. Es un sector que se reactiva rápido y mueve la economía local”, señaló la conductora.
La inflación controlada y la reducción del desempleo son otros indicadores positivos, aunque la economista insistió en la necesidad de mirar más allá de las cifras generales: “Uruguay tiene un problema grave de empleo en el interior y una informalidad persistente”.
COP 30: el clima como telón de fondo
El análisis de Sanguinetti coincidió con la apertura de la COP 30 en Belén do Pará, Brasil, donde el presidente Lula da Silva llamó a “una COP de la verdad” y denunció a los “negacionistas del cambio climático”. Para Uruguay, que depende fuertemente del agro y de los commodities, el cambio climático es tanto un riesgo como un condicionante estructural.
“El financiamiento climático es un tema central”, apuntó Sanguinetti, al subrayar que las políticas ambientales y económicas ya no pueden pensarse por separado. “Hoy el cambio climático transversaliza todas las políticas. Genera oportunidades, pero también obliga a reconfigurar estrategias.”
Presión tecnológica y desigualdades nuevas
El programa también abordó un tercer eje, el avance de la inteligencia artificial (IA) y su impacto en el trabajo y la política fiscal. Sanguinetti sostuvo que, a diferencia de anteriores revoluciones tecnológicas, “esta vez la IA puede desplazar mano de obra en lugar de crear más”.
La preocupación se amplía en un continente atravesado por brechas de género, desigualdad estructural y pobreza infantil. “Si los algoritmos aprenden de realidades desiguales, reproducen esas desigualdades”, advirtió. Según el informe del PNUD, los datos que alimentan los sistemas de IA reflejan sesgos que pueden profundizar las brechas existentes, especialmente en países donde las mujeres, los migrantes o los sectores rurales están subrepresentados.
Entre la prudencia y la incertidumbre
El informe del FMI concluye que Uruguay muestra “resiliencia” y “compromiso con la estabilidad”, pero que su futuro dependerá de mantener las reformas y de adaptarse a un entorno cambiante. Sanguinetti resumió el panorama: “El contexto es favorable, pero Uruguay tiene el desafío notable de saber cómo distribuir ese crecimiento económico”.
En esa línea, el país encara el 2025 con el doble reto de sostener la confianza externa mientras responde a las demandas internas de equidad y desarrollo. En medio de presiones climáticas, tecnológicas y sociales, la región intenta reequilibrarse, y Uruguay —que pasó la prueba— deberá demostrar que puede hacerlo sin perder su propio rumbo.