Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Editorial Milei | decreto | gobierno

Argentina

El decretazo de Milei

El Gobierno de Javier Milei tiene un contenido refundacional pero profundamente retardatario.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

El miércoles 20 de diciembre a la noche, el presidente argentino Javier Milei presentó en cadena nacional un mega decreto de necesidad y urgencia que desregula completamente la economía, suprime o limita un vasto conjunto de derechos laborales, autoriza y promueve la privatización de las empresas públicas y la enajenación y extranjerización de tierras y recursos del patrimonio nacional, entre otras decenas de iniciativas que desarman de un plumazo la arquitectura de la economía argentina y le otorga el poder total al capital, a los grandes empresarios y al mercado.

El decretazo de Milei, confeccionado por estudios privados a la medida de empresas y empresarios concretos y cuya elaboración fue supervisada por figuras asociadas a Mauricio Macri, provocó la protesta callejera espontánea de miles de personas en todas las ciudades importantes del país hasta altas horas de la madrugada, y redujo, en los hechos, las competencias del Poder Legislativo hasta los de una simple escribanía que deberá aprobar o rechazar in totum el paquete, pero que no podrá hacerle modificaciones ni enmiendas o agregados de tipo alguno.

No hay que ser constitucionalista ni argentino para darse cuenta que un presidente no puede utilizar un decreto de necesidad y urgencia para sustituir las funciones del Poder Legislativo, porque está arrasando con la división de poderes propias de las repúblicas, en las que el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo son poderes independientes, autónomos y con competencias exclusivas que no pueden ni deben ser subrogadas o avasalladas por los otros. En el caso argentino está claramente establecido en el artículo 29 de la Constitución que el Congreso no puede conceder al Ejecutivo la suma del poder político y que si se verifican actos de esta naturaleza, como sucedió el miércoles, aniversario del estallido social de 2001, son de nulidad insanable y los que incurren en ella son considerados “infames traidores a la patria”.

El decreto de Milei suprime el derecho a huelga de amplios sectores, limita la licencia por maternidad, libera los precios y desregula el mercado de la salud, los medicamentos, los alquileres, elimina las horas extras, extiende los tiempos de los contratos a prueba, limita las indemnizaciones por despidos, permite la privatización del Banco Nación, las empresas públicas y hasta el espacio satelital, a la medida de los intereses de Elon Musk, al que Milei cita expresamente.

Ese día, el miércoles 20, la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, puso en práctica el protocolo antipiquete, otro amplio conjunto de medidas para reprimir las manifestaciones y convirtió a Buenos Aires en una distopía, con policías subiendo a los medios de transporte para detectar manifestantes y altavoces avisando que el que se moviliza no recibirá las transferencias por políticas sociales. El nivel de despliegue de fuerzas de seguridad llamó la atención mundial (ya la había llamado el decreto, cuestionado hasta en la ONU), pero ni siquiera logró que miles de manifestantes llegaran a la Plaza de Mayo.

Si ese despliegue de la tarde fue infructuoso, pese a ser una movilización convocada por pequeños grupos políticos opositores, y no por los principales ni por las principales organizaciones sociales, mucho peor le fue en la calle al Gobierno de Milei luego de dar a conocer su decreto. Porque no esperaban la reacción masiva en las ciudades, espontánea y sobre todo de clases medias, con sus afamadas cacerolas. Y esa movilización, que ocurrió en todo el país hasta la madrugada del jueves, puso en evidencia que la hoja de ruta que sigue Milei es difícilmente aplicable en condiciones de paz, porque las movilizaciones que se vieron fueron demasiado multitudinarias y demasiado inorgánicas. ¿Qué va a pasar cuando las verdaderas fuerzas organizadas de la oposición decidan movilizarse en las próximas horas o los próximos días? Milei no tiene suficientes votos propios en el Congreso. Si el peronismo y el radicalismo, que no lo votaron en la segunda vuelta, se mantienen firmes en ambas cámaras, el DNU se cae. Pero más allá de eso, la situación económica ha mostrado un deterioro tal desde las primeras medidas comunicadas por el ministro Caputo la semana pasada, que el número de arrepentidos de haberlo votado crece de manera fenomenal hora a hora, por lo que ya Milei arranca el gobierno con el peor saldo de imagen positiva de todos los gobiernos de los últimos 40 años de democracia.

El Gobierno de Milei tiene un contenido refundacional pero profundamente retardatario. Quiere refundar en Argentina las condiciones del siglo XIX. Su mayor obstáculo es la creciente conciencia de la gente que lo votó de que el discurso contra la casta era una estafa. Ciertamente Milei anunció muchas de estas cosas en su campaña, pero el problema central es que no ganó por sus anuncios sino porque logró imponer en la población su prédica anti-élites y hoy no sólo gobierna para la élite, sino para la élite de la élite, sometiendo a la inmensa mayoría a condiciones de vida insoportables. La gente lo está viendo día a día y sufriendo en carne propia apenas el comienzo de sus efectos. En pocos meses, el 70 u 80 % de la población estará bajo la línea de pobreza, y eso hace crecer las condiciones para un marco de alianza inesperado entre clase media empobrecida de golpe y la multitud obrera y humilde. Milei está haciendo todo para peronizar a dos terceras partes de la población a toda velocidad.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO