Después que me quedé un poco consternado y medio bloqueado por la sorpresa, pensé un poco más y reflexioné sobre lo que Pepe había dicho en lo que se refiere a su enfermedad.
En verdad, el cáncer es una enfermedad de mierda y solamente el hecho de que se le diagnostique como una tumoración de carácter “maligno” le da un carácter medio tenebroso que aleja toda esperanza.
Pero tal vez Pepe se apresuró un poco, porque las 48 horas que pasaron entre la visualización de una tumoración de aspecto maligno y la oportunidad en que Pepe nos relata la pésima novedad es muy poco tiempo para saber detalles más precisos y más clarificadores acerca del mencionado tumor, como su tipo, variedad, extensión y evolución de las lesiones.
Quiero creer que encontrarán tratamientos que permitan imaginar mayores esperanzas, retrasen su evolución y despierten más optimismo respecto a su futuro personal que el que pareció expresar Pepe.
Claramente la noticia es mala, la enfermedad es peor y el terreno no es bueno, por la avanzada edad de Pepe y por la inmunopatía que tiene desde hace casi veinte años.
Pero Pepe es muy resistente y yo le tengo mucha fe. Lo he visto despedirse muchas veces de la vida, de la política, de los cargos públicos y del Parlamento. Alguna vez hasta en un asado con más de 100 amigos, y sigue ahí, vivito y coleando, molestando a los adversarios y exorcizando a la muerte.
Descarto que Pepe no se va a entregar, porque no conoce esa palabra. Habiendo ya escrito las líneas anteriores, Pepe nos adelanta que el tumor estaría localizado y se intentaría un tratamiento con radioterapia. Estoy seguro de que da para ser más optimista, porque los médicos que lo tratarán son muy competentes.
Quiero creer que todavía va a ser partícipe de grandes victorias. Está claro que a su edad, como a la edad mía, no podemos ponernos objetivos a largo plazo, pero marzo de 2025 está bien cerca y Pepe está acostumbrado a hacerle fintas al destino.
Ojalá nos encontremos en marzo cuando, por cuarta vez, al Uruguay se le abran las grandes alamedas.
Te queremos mucho y bien
Un abrazo Pepe, el Cerro no baja.