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Editorial imputados | ministros | Gobierno

Caso Marset

Y ahora ministros imputados

Dos ministros del presidente están imputados penalmente en pleno ejercicio de sus cargos sin que el presidente mueva un pelo para apartarlos de sus funciones

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Caras y Caretas Diario

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El fiscal Alejandro Machado, que lleva adelante la investigación sobre la entrega del pasaporte exprés al narcotraficante Sebastián Marset, llamó a declarar como imputados al ministro del interior, Luis Alberto Heber, al canciller Francisco Bustillo, al subsecretario del Interior, Guillermo Maciel y la ex vicencanciller Carolina Ache, entre otras autoridades y funcionarios llamados a declarar o bien como testigos o bien como indagados.

Esta decisión de la Fiscalía de Delitos Complejos se produce porque el conjunto de indicios o pruebas que obran en el poder del fiscal le permite sospechar con razonable certeza de la responsabilidad de los jerarcas en el otorgamiento del pasaporte que permitió profugarse a un narco “pesado y peligroso”, investigado en varios países por delitos gravísimos, incluso de sangre, cuando estaba preso en la cárcel de Dubái.

Si consideramos la composición de la coalición, integrada en lo fundamental por tres grandes sectores, tenemos que dos de ellos, el Partido Colorado y Cabildo Abierto han visto caer ministros por irregularidades brutales, por llamarlas de algún modo, que deben ser investigadas en la Justicia, a saber: la adjudicación de casas a correligionarios o allegados, en el caso de la exministra de vivienda y actual senadora Irene Moreira, esposa del líder de Cabildo, Guido Manini Ríos, destituida por este motivo de su cargo, y el exministro de turismo Germán Cardoso, que se refugió en los fueros del Parlamento, pero que todo el mundo sabe -incluso en el Partido Colorado- que es indefendible. En el caso del Partido Nacional, solo la actuación insólita de la exfiscal de la causa Astesiano, Gabriela Fossati, impidió que tuvieran que desfilar en pleno los jerarcas de la Torre Ejecutiva, pero ya, con lo que se sabe, se sabe que una asociación para delinquir era comandada desde el piso 4 de Presidencia, por el jefe de su seguridad, y el hombre de más confianza del presidente que, por cierto, está preso luego de un muy discutible acuerdo abreviado.

Así las cosas, ahora dos ministros del presidente -es decir, del herrerismo- están imputados penalmente en pleno ejercicio de sus cargos sin que el presidente mueva un pelo para apartarlos de sus responsabilidades, mientras el senador más importante del oficialismo ha perdido los fueros parlamentarios a pedido judicial, mientras se lo investiga nada menos que por la explotación de menores, y otro ministro se mantiene flotando al frente de Educación y Cultura como si no se conociera que su compañera sentimental está imputada en Panamá por el lavado de 70 millones de dólares de coimas de Odebrecht.

Es llamativo el nivel de degradación moral de esta verdadera runfla que tiene a bien gobernar el país, aun cuando los antecedentes del árbol de donde proviene el fruto no dejaran espacio para hacerse grandes ilusiones de probidad. Con todo, en aquellos años en los que sus huestes hablaban de embestida baguala, los procesos judiciales se iniciaron luego de la derrota y caída en desgracia, ahora ya vemos cómo se suscitan en tiempo real, mientras todavía comandan la nave del Estado, y no cabe otra posibilidad que atribuir esa celeridad judicial a la grotesca obscenidad de los hechos investigados que, por cierto, no son todos ni los de efectos más dramáticos y de larga duración.

Parece joda que este gobierno con tantos escándalos sea el mismo que asumió con un discurso de persecución de las anteriores autoridades con auditorías generalizadas que, finalmente, no llevaron a ningún lado. Usaron la vieja estrategia goebbeliana de atribuirles a sus adversarios sus propias inmundicias, quizá convencidos de que solo se puede gobernar con sujetos de esa calaña. Ellos, que hicieron un escándalo por una bolsa de café vencido, enfrentan investigaciones por entregar el puerto, por darle un pasaporte a un narco, por vender pasaportes a ciudadanos rusos sin familiares uruguayos reales, por una cantidad de contubernios que han salido a la luz en los audios de Astesiano, por espionaje ilegal de senadores, de opositores, y hasta de estudiantes de secundaria; en suma, por una cantidad innumerable de desaguisados y corruptelas que hacen sonrojar a los que consiguen sortear el blindaje de los grandes medios e informarse un poquito de lo que está pasando.

Han sido un gobierno nefasto para las grandes mayorías; han gobernado siempre para un grupito de empresarios y ricachones, son los principales responsables de cosas tan insólitas e inadmisibles como dejar al 60% del país sin agua potable y sin solución a la vista, pero además han protagonizado demasiados hechos tenebrosos que se tienen que investigar a fondo. Cada vez es más claro que no vinieron con un plan de gobierno, sino con un avieso plan de negocios, y cada vez es más claro que desaprovecharon la oportunidad que les dio la historia de redimir sus antecedentes más penosos haciendo las cosas, sino bien, por lo menos con honradez. La gente no se los va a perdonar. Tardarán muchos años en volver, si es que alguna vez vuelven beneficiados por la desmemoria de los que vendrán.

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