Desde que se declaró la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus el 13 de marzo, recién este martes 13 de octubre volvió a ser obligatoria la asistencia a clases, aunque sigue siendo restringida a pocos días a la semana debido a que se mantiene el protocolo sanitario de distancia física entre alumnos, lo que obliga a dividir los grupos en dos.
«Necesitamos recuperar la escuela de puertas abiertas, la que se alimenta de experiencias y con plato lleno también. No queremos una escuela de vez en cuando y cada tanto. Nuestros hijos e hijas necesitan recuperar el espacio cotidiano, la rutina de la tarea, la constancia de los vínculos, la alegría del recreo y el descanso reparador del fin de semana», leyó Laura, una de las madres que integran el colectivo Familias Organizadas de la Escuela Pública.
«Queremos que también se enciendan los motores del sistema educativo, porque además de activar la economía, el país necesita proteger a la infancia. La baja presencialidad está teniendo consecuencias muy negativas. Niños y niñas que hay quedado por el camino en los aprendizajes, tristes, con temores, con alteraciones en el peso, y que en algunos casos perdieron el único lugar de certeza que tenían. Pero además, abundas las evidencias científicas sobre las consecuencias adversas para la infancia. Sin salud mental, no hay salud» añadió.
Según los datos que manejó el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, entre 4.000 y 4.200 niños perdieron contacto con la escuela pública en estos siete meses de emergencia sanitaria.