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El asesinato de Gomensoro

Por Leandro Grille.

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José Gavazzo es un asesino y un cagón. El Tribunal de Honor conformado en el Ejército omitió denunciar lo primero, pese a que confesó, pero no le perdonó lo segundo y lo pasó a reforma con la prohibición de usar el uniforme por la falta gravísima, no de su sevicia, sino de su cobardía. Para los militares que integraron los tribunales de Honor y Alzada, lo imperdonable fue haber permitido que el militar retirado Juan Carlos Gómez haya permanecido tres años preso por el homicidio en Paso de los Toros de Roberto Gomensoro Josman, cuando a Gomensoro lo mató Gavazzo en el Grupo de Artillería 1, conocido como La Paloma en el barrio del Cerro de Montevideo.

Roberto Tito Gomensoro era un militante estudiantil de la Universidad. Estudiante y docente de la Facultad de Agronomía, integraba la agrupación estudiantil Época 26 de la AEA, le gustaba la Microbiología y formaba parte de su cátedra como ayudante, era representante de su orden en la Asamblea del Claustro de Facultad y delegado al Consejo Federal de la FEUU.

Roberto Gomensoro es un mártir estudiantil y es el primer desaparecido por el terrorismo de Estado, pero no desapareció en dictadura, desapareció en democracia, antes del golpe del 27 de junio, bajo el gobierno del Partido Colorado (del cual Julio María Sanguinetti fue ministro y legislador) presidido por Juan María Bordaberry.

El cuerpo de Gomensoro apareció en el lago de Rincón del Bonete, envuelto en una malla de alambre, atado y con pesos para intentar fondearlo. El forense Emilio Laca, que analizó el cuerpo aparecido, concluyó que se estaba ante un evidente intento de ocultamiento de cadáver, aunque, dado el estado de putrefacción, no podía determinarse si había sido arrojado muerto o si había sido una sumersión criminal.

La confesión de Gavazzo no es el primer testimonio militar que lo involucra en la muerte de Gomensoro. Un militar retirado que vive en Brasil, Enrique Debat, volvió a Uruguay sólo para declarar en esta causa y contó con lujo de detalles el homicidio acaecido en un galpón de Artillería 1 porque fue testigo del hecho. Debat, que había pedido la baja luego de presenciar semejante crimen, se fue del Ejército como capitán y en setiembre de 2013 el ministro de Defensa Fernández Huidobro lo restituyó con el grado de general, luego de que declarara en Tacuarembó todo lo que había visto ese día.

A fojas 2177 a 2181 de la causa iniciada en Paso de los Toros, se puede leer el frondoso testimonio en el cual el general retirado Debat cuenta las circunstancias en la que presenció el crimen y señala a Gavazzo como su autor. Pero no es lo único que dice, también expresa que pudo enterarse esa noche de  que el hombre asesinado se llamaba Roberto Gomensoro y se lo comunicó a su compañero capitán Luis Agosto, que vivía al momento de la declaración, y pudo saber al día siguiente que el cuerpo sería trasladado para ser arrojado en el lago de Rincón del Bonete por el capitán Ruben Sosa Tejera, que también está vivo y reside en Uruguay.

La causa de Paso de los Toros se cayó porque se probó que era falso el testimonio aportado por un exmilitante tupamaro de la zona de apellido Blanco, inculpando a Juan Carlos Gómez y a Gavazzo del asesinato de Gomensoro en Paso de los Toros, y por el que originalmente los habían procesado. Entre otras falsedades, Blanco dijo haber presenciado cómo a Gomensoro lo castraban, cuando el cadáver del joven que apareció en Rincón del Bonete, y cuya identidad se determinaría 25 años después como Roberto Gomensoro, no tenía mutilaciones. Sin embargo, en esa misma causa se encuentra la declaración de Debat que, a la luz de lo que se sabe hoy, es evidentemente cierta, muy precisa y lo señala a Gavazzo como culpable. De haberse continuado esa línea de investigación, Gavazzo ya estaría procesado por este homicidio y tal vez la investigación habría permitido esclarecer otros casos de desaparición.

No es cierto que Gavazzo haya podido hacer todo esto solo, como él declaró en el Tribunal de Honor, atribuyendo la orden de desaparecer el cadáver al represor Cristi, ya fallecido. En primer lugar, el testimonio de Debat señala otros nombres, como el de Ruben Sosa Tejera, que deben ser investigados, pero además hay toda una trama de complicidades civiles y militares sin las cuales este crimen no habría podido permanecer tantos años impunes.

En primer lugar, es evidente que las autoridades del gobierno del Partido Colorado -recordemos que a Gomensoro lo mataron en marzo de 1973, todavía en democracia- tenían que saber lo que había sucedido. Pero no sólo ellos. Hubo otros cómplices o coautores de este homicidio seguido de desaparición: por ejemplo, el diario El País, que hoy se rasga las vestiduras porque el presidente Tabaré Vázquez homologó el fallo del Tribunal de Honor sin haberlo leído y sin denunciar el hecho. Este periódico, que fue vocero de la dictadura, publicó en su tapa del 16 de marzo de 1973 que Roberto Gomensoro se había fugado en la calle. Textualmente redactaron: “Tupamaro custodiado se fugó en plan calle” y ampliaron la información falsa de la supuesta fuga de Gomensoro en páginas interiores. Lo mismo hizo el diario El Día, siguiendo un libreto preparado por la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas.

La decisión tomada por el presidente de la República de pasar a retiro a la mitad del generalato por no haber denunciado a Gavazzo, luego de su confesión y de las declaraciones de Silveira, es irreprochable. Porque no se puede explicar cómo es posible que los generales más encumbrados de este país no hayan corrido a dar cuenta a la Justicia de la confesión de un crimen horrendo que continúa impune. Además, va de suyo que si el Tribunal de Honor pasó a reforma a Gavazzo por haber dejado que Gómez pagara por un crimen que no había cometido, lo hizo porque sabían que Gavazzo había sido el autor de ese homicidio y esa desaparición y no se estaba haciendo cargo porque, además de asesino, es un cobarde.

Pero esta confesión que valida el testimonio del general Enrique Debat tiene que permitir que se investiguen todas las responsabilidades que caben a semejante crimen y que no involucran sólo a Gavazzo ni a una patota del cuartel de La Paloma. Hay más culpables y hay que buscarlos. Los que dieron la orden de desaparecerlo, los que lo hicieron, los que lo supieron y lo ocultaron, los que ordenaron detener en cuarteles a jóvenes militantes cuando ya había caído el MLN y a las autoridades políticas del gobierno de Juan María Bordaberry, sobre todo a las que todavía están vivas. Porque en esta misma elección va a ser candidato a presidente por el Partido Colorado un viejo político que está hasta las manos en esta historia y que ha vivido la vida sin hacerse cargo de que él integró el gobierno en el que pasaron estas cosas y que no podía no estar enterado de lo que estaba sucediendo.

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