¿Pero vos pensás que todavía hay posibilidades de que se trate?
Sí, vamos a trabajar para eso. Si lo logramos o no, veremos.
Hay que alinear a Darío Pérez.
Hay que conversar con todos, es un problema de conversar. Porque no es una cosa tanto de Uruguay, que en esas mediciones que se hacen quedó como el país con la democracia más firme o mejor de los países latinoamericanos y la número 15 en el mundo. Pero esto hace a esas cosas, no es todo, es un pedacito. Creo que cada vez se pide más para saber cómo se financian las campañas, cómo es el mecanismo, porque eso tiene que ver con la oportunidad, que es lo que yo creo que no entendió Darío: cuál es la oportunidad. Esos grupos que han aparecido en todo el continente vinculados a sectores religiosos han tenido cierta financiación y no pasa nada con que los financien, pero que sean transparentes.
¿No te preocupa este surgimiento de candidaturas que tienen el apoyo de Dios, que se lanzan en misas?
Me preocupa en el sentido en que yo creo que el gobierno y el Estado deben ser laicos. Considero que Uruguay en sus definiciones está muy bien, es un gobierno laico y la Constitución habilita libertad de culto. Es decir, el ciudadano como tal puede hacer lo que se le cante y creer en lo que quiera, pero el Estado no está vinculado a ninguna creencia, por tanto, esas corrientes que han aparecido en Uruguay, que es el país más laico de Latinoamérica, por suerte y gracias a Batlle y Ordóñez, me preocupan, sí, aunque pienso que no van a tener demasiado desarrollo, porque hay algo de mucha tradición, de mucho peso en Uruguay sobre la laicidad y creo que no es positivo, ningún gobierno confesional ha sido bueno.
Además de la carta orgánica de los militares y la ley de financiamiento de partidos, ¿existe posibilidad de tratar nuevos temas?
Hay algunos temas nuevos que se van a tratar. Nosotros tenemos dos tipos de proyectos, temas que hay que cerrarlos, que están a medio camino, y temas nuevos. Por ejemplo, de la penúltima rendición de cuentas había quedado un problema de los zafrales del puerto, ese tema se ha ido prorrogando y la semana pasada se estuvo trabajando mucho. Vamos a presentar una ley de zafrales y eventuales, pero que abarque mucho más que el puerto, porque el trabajo zafral y el trabajo eventual es una peculiaridad del mundo del trabajo que no está reglamentada, entonces esa normativa sería muy importante que quedara aprobada.
En estos dos años que llevás como vicepresidenta de la República y presidenta de la Asamblea General, ¿cómo ha sido tu relacionamiento con el resto del sistema político, con los sectores de la oposición, tomando en cuenta de que asumiste a partir de la renuncia del vicepresidente electo?
Yo asumí en una situación no deseada. Hubiera deseado que nunca se hubiese producido esto. Pero la vida tiene su devenir, y sucedió. Entonces yo traté de que esa circunstancia dañara lo menos posible al Poder Legislativo y al gobierno en general, pero sobre todo al Poder Legislativo, que es donde tengo la responsabilidad. En ese sentido, por ejemplo, yo podría haber ingresado y haber cambiado todos los cargos de confianza política, pero decidí mantenerlos porque era el mismo partido, compañeros de confianza política, y decidí mantener a los mismos y trabajar con ellos aunque a algunos no los conociera totalmente porque venían de otras tiendas, pero me pareció que era lo más sano para el organismo. Además mantuve todos los lunes religiosamente la coordinación de partidos, que había venido deteriorándose un poco por razones políticas. Esa coordinación de partidos, aunque a veces no haya un tema fuerte para tratar o discutir, tiene la virtud de ser un encuentro semanal con los componentes de la Cámara de Senadores. Hay un partido que no está allí, que es Unidad Popular, porque no tiene representante, pero de todos modos, como también coordiné durante todo el año con el presidente de la Cámara de Diputados, de alguna manera estuve coordinando con todo el sistema. Esto hace no sólo a una cuestión administrativa, de fluidez de los temas, de coordinación de algunos aspectos y demás, sino que se hablan siempre cosas políticas. Hubo algo que no pudimos solucionar porque fue más complejo y fue la posibilidad de llegar a un acuerdo para elegir al ministro de la Corte que había que elegir y entonces operó el mecanismo de la antigüedad.
¿Cómo anticipás este año electoral desde el punto de vista de la campaña política? ¿Pensás que va a estar muy poblada de golpes bajos, de fake news, de campaña sucia, como se ha caracterizado en los últimos procesos electorales en América Latina?
Yo creo que va a ser completamente distinta a las que yo he vivido, y he vivido unas cuantas. Completamente distinta. Porque antes estábamos en otro momento y la civilización y la cultura de internet no tenían tanto peso. En la campaña anterior ya había mostrado unas puntas, pero en esta se va a desplegar con mucha más fuerza, y eso que es un elemento muy positivo desde un punto de vista puede ser muy negativo desde otro porque produce la reproducción de las falsas noticias, de hablar más de verdades a medias y después es bastante complicado que la red fluya en un desmentido. Es una cosa muy difícil y además está amparada por el anonimato, y si bien uno puede hacer una denuncia -yo he hecho varias denuncias de la utilización de mi nombre- y hay todo un mecanismo con Agesic, con el Crimen Organizado y demás, y se llega, es complicadísimo. Entonces, en el fragor de una campaña, se tiende a dejar pasar y suceden cosas increíbles, como cuando descontextualizás una exposición de una persona y tomás un pedacito. Lo podés usar para cualquier cosa, en realidad estás usando una cosa verdadera, pero en un contexto distinto y el sentido cambia. Eso fue lo que hizo aquel que había sido diputado colorado, [Washington] Abdala, con un pedacito de una nota de Pepe en la que él, refiriéndose a otro tema, dijo lo de “como te digo una cosa, te digo la otra”; Pepe dijo: “No pasa nada, no vale ni la pena desmentir eso” y lo han usado hasta el cansancio. Todos los que lo están usando lo saben, pero les vino bien. Esa, que es una anécdota pequeña, y algo que en realidad no incidió, porque a pesar de eso se ganaron las elecciones, está multiplicado porque además cada vez hay más gente en ese mundo. Entonces, yo creo que ahí, y sobre todo para los que tenemos mi edad, porque soy una persona que está fuera de cultura en esto, hay todo un mundo nuevo que hay que manejarlo muy bien. Después está esa cosa tan peculiar, que a mí me cuesta entender y explicar porque no soy socióloga, pero la gente en su perfil quiere mostrarse al mundo; primero quiere mostrarse al mundo públicamente, entonces se hace un perfil y entrega un montón de datos, pero no hay nada secreto en este mundo… El otro día decían que a través de los celulares de Huawei se espiaba. ¿Y a través de los de Samsung, qué? ¿A través de los de Nokia, qué? Son todos, en todo caso. Si se espía, son todos. Entonces se hacen campañas dirigidas a lo que tú quieres escuchar, a lo que necesitas oír, porque la propaganda empieza a ser personalizada, como la atención en un banco, eso es algo completamente nuevo para los que somos viejos en la militancia política y va a estar fuertemente en esta campaña. Así y todo, yo sigo creyendo que el contacto directo con la gente es la herramienta más valiosa en política. Es trabajosa, supone caminar mucho, pero Uruguay es un país pequeño y los uruguayos somos tres millones y medio. Que tú digas que en un país como Brasil, con las semejantes dimensiones que tiene y la cantidad de población, alguien no pueda plantearse eso, lo puedo entender, pero en un país como Uruguay, no tendría explicación. Así que creo que esa herramienta sigue siendo útil. Son como los extremos de algo, algo muy tecnificado y algo bastante artesanal. Hay un hermosísimo soneto de Benedetti que, hablando de la comunicación tecnológica, dice al final: “Me sigo quedando con el viejo beso artesanal”; creo que esas dos cosas hay que mantenerlas, aunque después en el medio pasarán muchas cosas. Además, el público ha cambiado, hay mucho menos gente que ve televisión abierta, en las generaciones jóvenes prácticamente nadie, incluso el cable. En realidad lo que se mira más es internet, y lo que nos da internet de tiempo real, todo está relacionado a un mundo global, hace que la política tenga una cantidad de ingredientes que no estaban en la campaña anterior. Hay que mirar aquella vieja película de Handler y Ugo Ulive, Elecciones, que representaba las elecciones de los años 50 en Uruguay, y nos reímos cuando la vemos porque parece una cosa… pero eso era lo que pasaba.
En esa película de Handler creo que está Chicotazo repartiendo una vaca.
Vale la pena mirarla, yo viví esa época, yo la recuerdo. Era fácil la campaña porque ibas, carneabas una vaca, la repartías y juntabas los votos con el asado. No existía todo este mundo, el mundo virtual en el que estamos viviendo no existía. Va a ser dura y va a ser difícil la campaña, porque el contexto…
El contexto se ha ido muy a la derecha.
Sí, muy a la derecha, el contexto no sólo en Latinoamérica, ojo, porque hay que mirar lo que está pasando en Europa y en otros lugares. Y además de irse a la derecha en el discurso, se ha ido a la derecha en la práctica, porque se podía, por ejemplo, esperar a ver qué hacía Bolsonaro de lo que dijo que iba hacer, pero arrancó el gobierno y arrancó con todo. A mí, contrariamente a lo que dicen -pero todo el mundo es libre de pensar lo que quiera-, lo que más me preocupa, porque creo que lo más grave, es todo lo que pueda pasar en la Amazonia. Allí viven 20 millones de personas; más allá de que es una reserva gigantesca y es el pulmón de América Latina y uno de los pulmones del mundo, hay una cantidad de población autóctona que va a ser tremendamente impactada.
Las tierras ya se las sacaron a la Funai, que era la que las administraba.
Y eso va a tener consecuencias humanas, ambientales, laborales, de migraciones, porque la persona a la que le sacan su hábitat migra. Es una de las cosas más preocupantes, va casada con el haberse salido del acuerdo climático, que si bien son acuerdos precarios, menos mal que están, porque aunque sea para un poquito sirven. Y migratorios también. Brasil que es un país que es un crisol de razas. Eso me preocupa mucho porque ahí hay una cosa muy de fondo, que después que se destruye… Tú puedes recomponer una economía y pagás probablemente un precio social, pero tienes la chance de recomponerla, pero ¿puedes recomponer un medioambiente, una biodiversidad hasta sus últimas consecuencias? Yo no lo sé, me parece que después hay daños que quedan, por eso es una de las cosas que más me preocupan.
Hace unos días asumió un nuevo mandato en Venezuela Nicolás Maduro, pero simultáneamente la OEA tomó la decisión de no reconocer el gobierno. Creo que es la segunda vez que pasa eso en la OEA porque también en enero, pero del año 62, habían expulsado a Cuba en la conferencia de Punta del Este. Ahora claramente hay una posición casi de expulsión hacia Venezuela. ¿Te parece que hay un peligro militar en la región?
Yo no me atrevo a ser tajante en esta respuesta, porque la guerra, las invasiones y todo ese tipo de cosas también han cambiado. Hoy te hacen la guerra por computadora y a distancia. Hay muchas formas de aislar, de agredir y de incidir en una realidad. No necesariamente es aquella vieja imagen, que los que somos veteranos recordamos, de invasiones. Tengo en mi cabeza bien clara la invasión a Santo Domingo; no creo que sea esa la imagen que va a estar porque hay un manual de desestabilizaciones que se viene aplicando en muchos lados, y después hay una cantidad de factores, desde factores económicos hasta factores biológicos. Hay todo tipo de cosas que están sucediendo en el mundo, no necesariamente en Latinoamérica. A Inglaterra le están haciendo una guerra sorda con los drones en los aeropuertos. ¿Qué es eso? Uno se tiene que hacer la pregunta. Me parece que la OEA se equivoca en el sentido de que tendría que ser un organismo que debería estar trabajando por darle una mano a Venezuela para salir de la crisis económica, que es lo más grave que le está pasando.
Pero hay una conducta de cerco: cerco diplomático, amenaza, bloqueo económico.
Hemos visto que todas las veces que se cerca un país o se lo invade, como en el caso de Libia, se lo invade con el pretexto de que allí hay un dictador y finalmente lo que había, además, era petróleo. Después pasan años y años y permanece en una situación de inestabilidad y tiene un precio en vidas y en retraso de una sociedad que no está medido. Lo vimos en Libia, lo vimos en Irak, lo vamos a ver en Siria, que todavía no terminó el conflicto, en el Líbano, que lo dejaron bastante desahuciado. Yo no desearía eso para ningún país latinoamericano y la apuesta del diálogo es lenta y es larga, sí, estoy totalmente de acuerdo, pero si se pone toda la voluntad de un organismo importante, puede ser OEA, o puede ser Naciones Unidas, o algún organismo de esos, creo que no es una misión imposible. Y el principio de autodeterminación y soberanía es un principio importante porque los líos que tienen los venezolanos no los voy a arreglar ni yo, ni los paraguayos ni nadie. Los líos de los venezolanos, si no los arreglan ellos, no se los va a arreglar nadie. Hizo un gran esfuerzo Santo Domingo y en realidad habría que felicitarlo a Danilo Medina, el presidente dominicano, que se jugó y estuvo a un centímetro.
De hecho, la oposición iba a firmar, iba a participar en las elecciones, pero algo pasó, al menos eso dijo Zapatero: “Algo pasó de una noche para otra”.
Pero estuvieron ahí, a un centímetro de concretar algo y tuve oportunidad de hablar con el presidente Medina, que lo encontré en misiones en que he tenido que suplir al presidente, y me decía que ellos habían puesto todo, porque se dan cuenta de que para la zona del Caribe -ellos están mucho más cerca de Venezuela que nosotros-, habría sido fundamental una salida así y la verdad que le creo que hayan puesto todo, pero jugó algo que no sé qué fue.