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Economía

Mientras enfrenta sonados fracasos en Argentina y Ecuador

El FMI alerta por debilidad de la economía global

El primer discurso de la nueva directora gerente del FMI, en vísperas de la Asamblea Anual Conjunta, rebajó las previsiones globales de crecimiento y alertó por amenazas a la economía global. Estados Unidos vive el inicio del proceso de juicio político al presidente Trump, ve aumentar la desigualdad, y vuelve a las medidas adoptadas contra la Gran Recesión.

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo Banco Mundial (GBM) realizarán su Asamblea Conjunta Anual (correspondiente al otoño boreal) entre el 18 y el 20 de octubre. La misma convoca a los ministros de economía y presidentes de bancos centrales de los principales países del mundo y es observada con suma atención por las principales corporaciones y agencias.

A pesar de la módica cuota de optimismo impuesta por el anuncio de  un comienzo de acuerdo entre Estados Unidos y China por su “guerra comercial” (aunque nadie cree en las palabras del presidente Trump, y Xi anunció “un conflicto prolongado” ante la Asamblea Popular Nacional), la atmósfera que se respiró en las vísperas fue muy oscura.

En su primer discurso, titulado “Ante la desaceleración del crecimiento es necesario acelerar la acción”, la nueva directora gerente del FMI, la economista búlgara Kristalina Ivanova Gueorguieva (1953, graduada en Harvard, exvicepresidenta de la Comisión Europea y exdirectora del Banco Mundial, que sucede a Christine Lagarde), anunció que “en 2019 esperamos un crecimiento más lento en casi el 90% del mundo” y afirmó que “la economía global se encuentra ahora en una desaceleración sincronizada”.

Señaló que este será el crecimiento más bajo desde la Gran Recesión 2007-2010, cuyas consecuencias aún se sienten, sobre todo en Europa.

En tal sentido, resultan sumamente explícitos los cuadros del informe Perspectivas de la Economía Mundial / Octubre de 2019, que muestran revisiones a la baja en las tasas de crecimiento prevista, tanto en el crecimiento mundial (rebajado a 3% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2019 y 3,4% en 2020) como en Estados Unidos, Japón y la Eurozona (Alemania exhibe 0,5% y 1,2%, respectivamente), y caídas significativas en las principales “economías emergentes” como Brasil (0,9% y 2%), China (6,1% y 5,8%) e India, que crecería 6,1% en 2019 y 7,1% en 2020.

En América Latina, las caídas más significativas se prevén en Venezuela (-5% en 2019 y -10% en 2020); Argentina (-3,1% y -1,3%, respectivamente); México (0,4% y 1,3%); y el mencionado Brasil.

Parece ocioso afirmar que estas caídas tienen profundo impacto en el desempeño de nuestra economía nacional, para la que el FMI prevé sendos crecimientos de 0,4% en 2019  y 2,3% en 2020.

Sin perjuicio de lo expuesto, cabe recordar que este pronóstico señala que Uruguay completaría en 2020 diecisiete años de crecimiento económico ininterrumpido (con inclusión social, a juzgar por los comentarios del último Informe de Consulta del Artículo IV del FMI, oportunamente comentado en Caras y Caretas), el más prolongado período de expansión que registra nuestra historia económica.

Sin que ello signifique consuelo alguno, la dra. Gueorguieva afirmó que “a pesar de esta desaceleración general, se pronostica que en casi 40 economías de mercados emergentes y en desarrollo, incluidas 19 economías de África subsahariana, las tasas de crecimiento real del PIB superarán el 5%”.

La nueva directora gerente del FMI sostiene que las causas de la desaceleración en 2019 se deben a una serie de problemas y a un tema común que denomina “las fracturas”.

Señaló en primer término el peligro, “ya advertido”, de las confrontaciones comerciales (en obvia alusión a la guerra comercial declarada por el gobierno de Donald Trump a China Popular); y afirmó que “el crecimiento del comercio mundial prácticamente se ha paralizado”, así como que, en parte debido a las tensiones comerciales, a escala mundial la actividad en las manufacturas y la inversión se deterioraron sustancialmente y que existe un riesgo grave de que el sector Servicios y el consumo se vean afectados a la brevedad.

Cuantificó el desastre al afirmar que: “Los resultados son claros. En una guerra comercial, todos pierden. Para la economía mundial, el efecto acumulativo de los conflictos comerciales podría suponer una pérdida de aproximadamente US$ 700.000 millones para 2020, alrededor del 0,8% del PIB. Esto es aproximadamente el tamaño de toda la economía de Suiza”.

También hizo referencia a las “guerras monetarias” que traen siempre las disputas comerciales y concluyó que «la incertidumbre -provocada por las tensiones comerciales, pero también por el brexit (que debería concluir el 31 de octubre) y las tensiones geopolíticas- está frenando el potencial económico”.

Advirtió con extrema dureza que “aun cuando el crecimiento repunte en 2020, las grietas actuales podrían provocar cambios que duren toda una generación: cadenas de suministro rotas, sectores comerciales compartimentados y un ‘muro de Berlín digital’ que fuerce a los países a elegir entre sistemas tecnológicos”, en clara alusión a la guerra tecnológica entre EEUU y China.

Señaló que “nuestro objetivo debe ser reparar esas fracturas” y destacó que, por la globalización, “nuestras respuestas deben coordinarse”.

 

Las propuestas del FMI para la coyuntura

“¿Qué podemos hacer todos nosotros para curar las fracturas de la economía mundial y estimular un crecimiento más vigoroso?”, se preguntó la directora gerente, y propuso las siguientes soluciones:

 

*  Aprovechar el potencial del comercio para generar crecimiento. Como era de esperar, Gueorguieva aboga por la lucha contra el proteccionismo y la finalización de las guerras comerciales y sus consecuentes guerras de divisas, y fundamenta su afirmación en el pronóstico de pérdida de PIB mundial derivada de la escalada del conflicto comercial entre Estados Unidos y China.

“Por lo tanto, afirma, debemos trabajar de forma conjunta, ahora, y encontrar una solución duradera para el comercio. Esto requiere decisiones difíciles y voluntad política. […] es preciso que los países aborden las inquietudes legítimas relacionadas con las prácticas comerciales. Esto significa abordar las subvenciones, así como los derechos de propiedad intelectual y las transferencias de tecnología. También necesitamos un sistema de comercio mundial más moderno y específicamente liberar plenamente el potencial que ofrecen el comercio de servicios y el comercio electrónico. El acceso a nuevos mercados es fundamental para mejorar el nivel de vida”.

Se hace imperioso en este punto señalar que si hay alguien desesperado por comerciar en el mundo, esos son los países subdesarrollados como los de América Latina, y que son ellos los que se topan con los muros infranqueables de las barreras arancelarias y paraarancelarias del mundo desarrollado.

Solamente China Popular, en su inmensa expansión, otorga posibilidades al mundo subdesarrollado y eso no es bien visto en el mundo occidental, pero este no hace nada al respecto.

A continuación, la alta funcionaria se refirió a lo que llamó “Prioridades de política económica para lograr un crecimiento más vigoroso y resiliente”.

 

* Uso acertado de la política monetaria y mejora de la estabilidad financiera. La nueva alta funcionaria comienza afirmando que “los bancos centrales de todo el mundo están bregando por cumplir su mandato en circunstancias difíciles. Su independencia es la base de una buena política monetaria”, haciendo el elogio implícito del comportamiento de la Reserva Federal (FED) y el Banco Central Europeo (BCE) y sus políticas expansivas, ácidamente criticadas en forma permanente por Donald Trump.

“¿Cuál es la mejor forma de cumplir ese mandato? Deben comunicar sus planes con claridad, seguir basándose en los datos y, cuando proceda, mantener bajas las tasas de interés. Sobre todo, dado que la inflación todavía es moderada en muchos países y el crecimiento se está debilitando en general”. Pero a continuación señala que esas tasas de interés ya son muy bajas, o incluso negativas, en muchas economías avanzadas, que podría haber poco margen para intensificar el uso de las herramientas convencionales y que tienen efectos colaterales negativos y consecuencias no buscadas, como afectar a los fondos de pensiones y las compañías de seguros de vida, que se ven obligadas a incursionar en inversiones más riesgosas para alcanzar los rendimientos necesarios.

Señala que “todo esto crea vulnerabilidades financieras. En algunos países, las empresas están aprovechando las bajas tasas para acumular deuda y financiar fusiones y adquisiciones, en lugar de invertir. Nuestro análisis muestra que en caso de producirse una desaceleración importante, la deuda empresarial en riesgo de incumplimiento se elevaría a US$ 19 billones, casi el 40% de la deuda total de las ocho principales economías. Estas cifras superan los niveles vistos durante la crisis financiera”, en referencia a la Gran Recesión. “Las bajas tasas de interés también están incitando a los inversionistas a buscar mayores rentabilidades en los mercados emergentes. Esto deja a muchas economías más pequeñas expuestas a una repentina reversión de los flujos de capitales”.

Aquí también es necesario reiterar la opinión expresada en nota anterior en el sentido de que las políticas expansivas aplicadas por Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias desarrolladas como forma de evitar la caída en nuevas “grandes recesiones” no constituyen una solución definitiva al tema (lo que enseguida dirá la Dra. Kristalina Gueorguieva), porque atienden a una parte de la política económica y no al conjunto del ciclo completo de producción, distribución y consumo.

Si no se genera en el mundo una arquitectura no sólo financiera, sino sobre todo de comercio y circulación de bienes, que permita un desarrollo equilibrado de todos los países, tarde o temprano caerá la demanda global, y al no poder exportar en mayores cantidades sus producciones, los países desarrollados serán presas de nuevas “burbujas financieras”, como las que estallaron provocando la Crisis de las punto.com en el año 2000, y la Crisis Subprime o de las hipotecas desde 2003, que terminó estallando en 2007 con la Gran Recesión.

Por eso afirmamos que no se trata de políticas auténticamente keynesianas, ya que no atienden al ciclo completo de producción, distribución y consumo, círculo virtuoso que se retroalimenta y que Keynes señalaba siempre como requisito para un mundo estabilizado y en paz, luego de haber vivido las experiencias nefastas del Tratado de Versalles que condujo a la Alemania nazi, la Gran Depresión de 1929 y la Segunda Guerra Mundial.

La dra. Gueorguieva concluye este punto afirmando que “las políticas monetaria y financiera no pueden hacer el trabajo por sí solas. (en esto estamos totalmente de acuerdo, N. de R.) La política fiscal debe desempeñar un papel central. Sé que se suele decir que el FMI sostiene que ‘es sobre todo una cuestión fiscal’. Quisiera ser fiel a la costumbre y centrarme a continuación en la política fiscal”.

 

* Aplicar herramientas fiscales para hacer frente a los desafíos actuales.

“Ahora es el momento de que los países con margen en sus presupuestos hagan uso de su capacidad fiscal o se preparen para hacerlo. […] En países como Alemania, Corea del Sur y Países Bajos, un aumento del gasto -sobre todo en infraestructura e I+D- contribuiría a impulsar la demanda y el potencial de crecimiento”. Pero advierte la nueva directora gerente del FMI que “este consejo no funcionará en todas partes. A escala mundial, la deuda pública está cerca de niveles históricos. Por lo tanto, en el caso de países con una relación deuda/PIB elevada, está justificada la moderación fiscal. […] En cualquier caso, en todos los países, la reducción de la deuda y el déficit siempre debe llevarse a cabo de forma tal que se proteja la educación, la salud y el empleo. Y cada uno de los países se ve ante la dificultad de responder a la pregunta de cuáles serán las nuevas fuentes de crecimiento en un mundo en rápido cambio”.

Para esto, la nueva alta funcionaria no tiene respuestas concretas más que lugares comunes y obvios como afirmar que “reduciendo la corrupción y utilizando instrumentos digitales para la recaudación de impuestos es posible incrementar los recursos y estimular nuevas inversiones en la gente”.

Aquí es donde con más claridad se ven las limitaciones estructurales que las potencias dominantes impusieron al FMI y al Banco Mundial en los Acuerdos de Bretton Woods, y por qué esos organismos multilaterales se convirtieron en lo que el Premio Nobel Joseph Stiglitz llama “los síndicos de los países desarrollados”. No hay respuestas ni soluciones definitivas en sus palabras.

 

* Implementar reformas estructurales para el crecimiento futuro.

La directora gerente del FMI afirma que: “La pérdida de puestos de trabajo derivada de la automatización y de los cambios demográficos requiere que los países reformen la estructura de sus economías. […] Un nuevo estudio del FMI -centrado específicamente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo- muestra de qué manera las reformas estructurales pueden aumentar la productividad y generar enormes beneficios económicos. Mediante reformas adecuadas, es posible duplicar la velocidad a la que las economías de mercados emergentes y en desarrollo alcanzan el nivel de vida de las economías avanzadas.

¿Qué políticas son las que mejor funcionan? Permítanme que dé varios ejemplos”.

En este punto todos estamos ansiosos por conocer esas panaceas:

“En Chile, los programas de guarderías infantiles aumentaron la participación de las mujeres en la fuerza laboral y estimularon la actividad económica.

En Ghana, la legislación anticorrupción generó más transparencia y mejoró la rendición de cuentas.

En Jamaica, que está finalizando un programa respaldado por el FMI, la reducción de la burocracia facilitó la creación de nuevas empresas”.

Como se verá, no sólo no hay nada nuevo bajo el sol, sino que estos consejos parecen una broma para países como el nuestro, o Argentina, o Brasil, o incluso el admirado Chile, que descubrió la importancia de las guarderías.

Una pregunta a la Dra. Kristalina: ¿la reducción de la burocracia alcanza a las Fuerzas Armadas, como pregonan por estos lares algunos asesores del FMI que pasaron por la Universidad de Chicago, que directamente cuestionan su existencia?

 

* Sumarse a la cooperación internacional.

En este punto la doctora Kristalina Gueorguieva se refiere a la necesidad de cooperación internacional, de reformar la regulación financiera, luchar contra el lavado de dinero, el financiamiento del terrorismo y trabajar juntos para abordar el cambio climático, punto sobre el cual se extiende largamente.

No es necesario: todos estamos de acuerdo en estos puntos, todos estamos a favor del bien y contra del mal.

A quien debe convencer la dra. Gueorguieva no es a nosotros, integrantes de las naciones subdesarrolladas, sino a sus mandantes.

La dra. Gueorguieva concluyó su discurso señalando que “si la desaceleración sincronizada empeora, posiblemente deberemos dar una respuesta de política económica sincronizada”, y por ello instó a los 189 países miembros del FMI “a que vengan preparados para encontrar soluciones”, ya que “estoy segura de que, si actuamos de manera cooperativa, teniendo presentes los desafíos e intereses mutuos, podemos crear un futuro mejor para todos”.

Como se ve, la directora gerente del FMI no llamó a las cosas por su nombre, ni propuso soluciones concretas.

Esto no significa que la situación esté estancada, sino, mucho peor, que los grandes problemas nuevos de la humanidad (el cambio climático, el desempleo masivo que puede derivar de la Cuarta Revolución Tecnológica, la advertida inminencia de una nueva crisis del capitalismo financiero global) y los viejos (como la falta de continuidad en el ciclo de producción distribución y consumo y los problemas de la división internacional del trabajo, además de los problemas internos -más que conocidos- de los países subdesarrollados) permanecen y se agravan.

No mencionó las gravísimas situaciones de Argentina ni de Ecuador, provocadas por sus programas, préstamos y “sugerencias2 erróneas.

El FMI y su socio, el Grupo Banco Mundial, no ofrecen por ahora soluciones, sino que mantienen un status quo que beneficia directamente a las grandes potencias desarrolladas.

La única verdad es la realidad.

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