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coronavirus |

El positivo de Bolsonaro

Por Emir Sader.

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La broma en Brasil es que, finalmente, algo positivo venga de Bolsonaro. Su examen en el hospital de las FFAA, en Brasil, dio positivo para el nuevo coronavirus.

Sus antecedentes sobre la pandemia vienen de lejos. Cuando viajó a EEUU, en marzo, y estuvo con Trump, la mayoría de las personas que lo acompañó tuvo el virus. Se dijo que Bolsonaro lo había contraído. Hasta Trump y su vicepresidente se hicieron exámenes, con temor de que se hubieran contagiado el virus a partir de la delegación brasileña.

A partir de aquel momento se decía que el piso del Palacio del Planalto donde está la oficina de Bolsonaro se había vuelto un foco de difusión del virus.

Desde aquel momento, las versiones que Bolsonaro ha dado han sido muy misteriosas y contradictorias. Dijo que se había hecho tres exámenes y que ninguno había dado positivo. Pero se negaba a mostrar los exámenes públicamente.

Hasta que el periódico O Estado de São Paulo logró, en el Judiciario, la obligación de que él presentara públicamente los exámenes. Bolsonaro alegó que su salud era un tema de su privacidad. Pero la decisión del Judiciario afirmó que la salud del presidente es un tema público.

Cuando tuvo que mostrarlos, presentó exámenes en nombre de otras personas, como si tuviera que hacerlo para proteger su privacidad. En algunos momentos, cuando salía a saludar a sus simpatizantes -muy pocos-, cada mañana, al llegar al Palacio del Planalto, dijo que a lo mejor ya había tenido el nuevo coronavirus, por lo cual salía sin mascarilla, sin mantener distancia de las personas.

Hasta que, esta semana, Bolsonaro dijo que había amanecido con fiebre de 38 grados. Aun así se reunió con ministros y otros auxiliares, después de haber estado con el embajador de EEUU el 4 de julio. Hasta que, a la hora del almuerzo del lunes, Bolsonaro se dirigió al hospital de las Fuerzas Armadas; el resultado del examen fue programado para las 12.00 del día siguiente.

El martes, finalmente, Bolsonaro afirmó, de mascarilla, en frente al Palacio del Planalto, que su examen había dado positivo. Dijo que estaba tomando cloroquina y que ya se sentía mejor. Reiteró su argumento de que la gran mayoría de la población iría contraería el virus para intentar disminuir la importancia de que él también, un militante negacionista, haya tenido resultado positivo de coronavirus.

Volvió a salir del Palacio poco tiempo después, esta vez sin mascarilla, diciendo que tenía síntomas livianos, sin presentar públicamente el examen, que va a tomar precauciones, solo haría reuniones virtuales, pero que no dejaría la presidencia. A ver cómo evoluciona su situación, dado que, por la edad que tiene, 65 años, está en el grupo de riesgo.

Como no ha presentado el nuevo examen, y por los antecedentes misteriosos que tiene, nadie tiene seguridad de la situacion real de él, menos todavía de cómo va a evolucionar y si, como siempre ha reiterado, la cloroquina es su medicamento para enfrentar el virus.

Ese episodio se da al cabo de dos semanas de un silencio casi absoluto del mandatario como postura política defensiva. Ha dejado las amenazas al Judiciario, a los medios, al Congreso, a la izquierda, probablemente porque se siente él mismo amenazado por los procesos en contra de sus tres hijos más grandes y de él mismo. Menos todavía ha reiterado las amenazas de golpe, alegando que los militares lo acompañarían en ese intento de ruptura abierta de la democracia.

A la vez, la oposición no logra un consenso amplio alrededor del impeachment del presidente. Ni el PSDB ni el mismo Cardoso se suman a esa posición, además de otros políticos de la oposición. Así, se alejan las posibilidades tanto del golpe como del impeachment.

El gobierno se mantiene por la inercia, así como por la inexistencia de otro líder de la derecha. Las encuestas dan a Bolsonaro el apoyo de un núcleo duro del 12% y de apoyo con reticencias de otro grupo, que hace que disponga de alrededor del 25% de apoyo, con un rechazo del 70%.

A ver cómo evoluciona el virus de Bolsonaro, en medio de un clima de desconfianza sobre su estado real de salud, de la evolución de la pandemia, así como de otras incertidumbres políticas. Entre ellas, que pasará con las declaraciones del principal agente de los negociados de Bolsonaro y de sus hijos, Fabricio Queiroz, preso desde hace dos semanas.

Como si no faltaran incertidumbres en Brasil, se suma ahora el virus. El examen de Bolsonaro finalmente dio positivo, en medio de un conjunto de hechos negativos que caracterizan a su gobierno.

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