Por Ricardo Pose
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A los periodistas que acudimos cotidianamente a la Torre Ejecutiva casi que a pescar una conferencia de prensa del presidente, se nos naturalizó, a falta de alternativas, este mecanismo nefasto de esperar hasta último momento si la conferencia se va a realizar, y si ello sucede, debemos atenernos juiciosamente a poder realizar una pregunta, según como esté ordenada la lista que integran los medios de comunicación presentes en el lugar.
Cuando me refiero a que se nos naturalizó, es porque de la incomodidad que genera el método, y la inflexibilidad del gobierno a poder definir otra forma de conferencia, pasamos a una extraña alegría, casi infantil, cuando toca preguntar.
Delgado responde en plural y Lacalle tutea.
El “ustedes saben” es una muletilla del secretario de presidencia, Álvaro Delgado, cuando responde una pregunta de la prensa, y lo ubica en la distancia que mandata su investidura.
Su relato pasa por el ustedes, que puede ser la prensa o la ciudadanía, y el nosotros, el gobierno.
El bien hablado
El tuteo de Lacalle, por otro lado, que entre otros elementos puede responder al lenguaje de su generación, desdibuja el rol de su investidura como presidente y genera una sensación de cercanía; a veces, con alguna colega, se ha permitido ciertos galanteos en medio de la conferencia.
Es la construcción de un relato que, potenciado por los medios de comunicación, se vuelve llano.
En las conferencias, los ministros o jerarcas que están para profundizar sobre algún tema específico no empañan la imagen de un presidente “todólogo”.
Lacalle Pou sobre todo opina y sobre todo tiene respuesta.
La epidemia del coronavirus facilitó la construcción de un relato que no tuviera que hacerse cargo de las antipáticas (antipopulares) medidas económicas. Para esa tarea y para ese duro discurso, los tiene a Arbeleche y a Alfie.
La conferencia de prensa con medios de difusión del interior fue un nuevo acierto del gobierno en materia de comunicación.
Aunque la forma de selección de los medios y su oportunidad puedan ser tan cuestionables como el formato de las conferencias en la Torre Ejecutiva, el interior se hizo presente por unos cuantos minutos en las pantallas a nivel nacional.
El instalar a la mayoría de los miembros del gabinete en la mesa de la conferencia fue una poderosa señal para los ojos de la población no montevideana.
Instaló en tiempo real y para una audiencia masiva una suerte de consejo de ministros sin pisar territorio.
No creo, sin embargo, que todo forme parte de una táctica cuidadosamente planificada. Hay en Lacalle Pou una forma de ser que le es propia, herencia, a su pesar, de su padre.
Un diálogo canchero, cercano, respetuoso, que a veces denota la extracción de clase, pero que para buena parte de la opinión pública se transforma en virtud, porque en él muchos proyectan la imagen de lo que hubieran querido ser.
En algún momento la epidemia dejará de ser el eje en la agenda y pasarán a primer lugar temas de suma importancia.
¿Cuál es el margen para el debate político, entonces, que está dejando el proceder de Lacalle Pou?
El tapaboca
El margen viene dado por la forma de comunicación, que justamente el presidente no expresa.
Los grandes medios de comunicación vuelven a toda carrera a la concentración del poder.
Los artículos de la ley de medios audiovisuales y los artículos de la LUC los habilitan legislativamente.
La imagen cotidiana del tapaboca es una síntesis bien gráfica.
Por la vía de la no adjudicación de permisos, la no renovación de los mismos y ahogos financieros, se aborta la existencia de voces e imágenes disonantes al relato presidencial.
La resolución de Gerardo Sotelo para el manejo de los periodistas de los medios públicos opera en el mismo sentido.
Sotelo dice que va a asegurar la imparcialidad y pluralidad de la presencia de la diversidad política y social en la difusión estatal de radios y televisión, dejando entrever que esto no era así.
Lo afirma un candidato a la Intendencia de Montevideo, lo que ya amerita una sospecha de dudosa imparcialidad.
Uno está tentado de preguntarte a Sotelo, aquel segundón de Don Verídico: “¿No me estará exagerando?”.
El rol de los medios públicos debe ser brindar espacios a aquellas opiniones que no encuentran difusión en el oligopolio informativo de los canales privados. Porque el equilibrio de la diversidad supone el mismo tiempo en cantidad y duración de las emisiones, difundir la mayor cantidad de visiones sobre un mismo hecho, resaltar todos los puntos de vista.
Las oposición política ha casi desaparecido de la pantalla nacional, y todos pudimos apreciar el reciente suceso de negar la cadena de radio y televisión a la central sindical.
Las imágenes de las ollas populares no pueden estar más imbuidas de tierno romanticismo; las imágenes que quedan impregnadas son las del esfuerzo y la solidaridad organizada, pero ningún testimonio del hambre real y concreta, de niños, mujeres y hombres concretos, que acuden a las ollas.
La crónica policial, que se había tomado un descanso luego de ser durante 15 años lo que ocupaba la mayor parte del tiempo de los informativos, ha vuelto a tener que reflejar que en las políticas de seguridad, ni se acabó el recreo ni tiemblan los delincuentes.
El relato
La batalla contra la hegemonía cultural vuelve a ser crucial; los períodos de gobierno que dure el neoliberalismo dependen de ello.
Urge, sintetizando a los letristas de varias murgas, que la izquierda política vuelva a tutear a su pueblo; menos lenguaje técnico y más lunfardo tanguero.
No ha sido solo un problema de la izquierda en Uruguay; casi todos los balances donde la izquierda y el progresismo han sido gobierno adolecieron del mismo problema.
Pompita Lacalle Pou es el niño mimado de las clases dominantes, y el peón estratégico para Estados Unidos en el tablero del ajedrez universal, pero, hasta ahora, no es un mal tipo. Los descalificativos fuera de lugar lo hacen crecer.
Las crisis económicas no siempre han sido aliadas para cambios de signo de gobierno; y si esa oportunidad se presentara, aún queda Manini Ríos, el de la segunda lista más votada del país, como alternativa.
La movilización, la acumulación de vastos sectores de pueblo tras un programa de justa redistribución del ingreso y la riqueza deben ir de la mano de un relato acorde a dicho objetivo.
Lacalle Pou tiene un relato y una circunstancia en consonancia con los intereses de los grandes grupos económicos.
El desafío está en el relato alternativo.