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El último del flaco

«LOS AMIGO», de Luis Alberto Spinetta. Sony Music. 2015.

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Caras y Caretas Diario

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Por R. T.

“Bastante feliz, ¿eh?”. Esto dice Luis Alberto Spinetta, el Flaco, al final del registro de la jazzística ‘Apenas floto’. Fue, sí, una interpretación bastante feliz. Un registro quizá funcionaría bien para abrir un disco. Quizá un disco que podría llamarse Los amigo. El disco de un trío, con el Flaco en voz y guitarra, y dos viejos amigos y socios musicales, Rodolfo García en bajo y Daniel Ferrón en batería, y que pudo llamarse Los Titos, pero que al final se llamó Los Amigo, el nombre que tiró sobre la mesa el asistente de grabación Aníbal Barrios.

Así fue. El trío Los Amigo grabó en vivo su disco, comandado por la atenta cabeza creativa de Spinetta, entre el 4 y el 11 de marzo de 2011, en su estudio personal La Diosa Salvaje, en Villa Ortúzar. Y lo hizo once meses antes del fallecimiento del Flaco.

El disco quedó ahí, en espera, hasta que García, Ferrón y los hijos de Spinetta (Vera, Catarina, Dante y Valentino) retornaron al estudio para culminar el trabajo y editarlo, en octubre del año pasado.

Los amigo es un disco vibrante, con un sonido caliente y visceral, que descubre a su creador y a sus socios en buena forma. Es un cruce de sonidos acústicos y eléctricos, con recorridos por las marcas del estilo spinettiano, que en muchos casos suena “a raro”, con gesto complejo en la lírica, pero que con poco esfuerzo logra conmover.

Cierto, sobran algunos elementos, como la orquestación en la balada ‘Iris’. Cierto, los piques jazzeros a veces suenan impostados. Pero el sonido rockero y eléctrico le rescata la lírica melódica, para convertir esas composiciones, como ‘El cabecitero’, en una joyita retro pero muy viva, cercana. Las exploraciones con géneros y giros folclóricos también están presentes, y funcionan muy bien con el tamiz creativo de Spinetta.

Y la voz del master es la cereza del proyecto. Esa lírica, esa forma de narrar y de hacer poesía, ese sonido eléctrico, esos encadenamientos armónicos, no serían creíbles y queribles sin esa voz, esa forma de jugar con las inflexiones dinámicas, con los contornos melódicos y el fraseo.

Todo lo que suena en este disco es la garra y la inteligencia de Spinetta. Ni genial ni magistral ni hipervirtuoso. Sólo es la música y la poesía de este señor de la música, que no permite que el oído quede indiferente.

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