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¿Ya perdimos? Aún no oí la última campana

Por Enrique Ortega Salinas.

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Caras y Caretas Diario

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Si alguien creyó que el camino de la revolución sería sencillo, si alguien creyó que enfrentar a la derecha y derrotar a la oligarquía sería fácil…se equivocó de causa y partido.

Luchamos contra un adversario formidable, de varios tentáculos económicos y mediáticos, que no ha descansado ni un solo día en su tarea de deteriorar la imagen del gobierno, sacar tajada de la inseguridad, dar manija contra la educación y los sindicatos y pulir la imagen de nenes “bian” para cautivar a los votantes más con dicha imagen que con contenido.

Luchamos contra la desmemoria, contra la manija y la ineptitud de la dirigencia frenteamplista en materia de comunicación y marketing político, que creyó que hacer un buen gobierno era lo mismo que ganar elecciones. La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva.

 

¿Estúpidos?

Mientras la derecha dice que todo está mal en Uruguay, los directivos de Google, que han de ser extremadamente estúpidos, han decidido instalar uno de sus 14 centros mundiales de datos en el Parque de las Ciencias, en Canelones. Más estúpidos aún son los de UPM y con la agravante de la reincidencia. La segunda planta generará millares de empleos directos e indirectos, de tal manera que el próximo gobierno, cualquiera sea, podrá jactarse de haber bajado el desempleo y podrá pavonearse tranquilamente con plumaje ajeno, si no es frenteamplista.

También en Canelones están invirtiendo los imbéciles de Nestlé, que no han de saber nada de negocios ni son capaces de escuchar como es debido a los genios del Partido Nacional o a los peones de tal partido (Talvi, Mieres, Novick y Ríos) que pasan alertando a gritos que aquí no hay quien viva.

En cuanto a nuestra desastrosa educación, nuestros ignorantes estudiantes acaban de ganar una mención honorífica, tres medallas de bronce y una de oro en la XI Olimpíada Latinoamericana de Astronomía y Astronáutica 2019, en Puebla, México. Supongo que Nacho Álvarez ya los estará invitando para una entrevista, porque todo debe saberse.

Como sea, el Frente Amplio se dio cuenta muy tarde de que estaba en medio de una guerra de información y recién en los últimos meses comenzó a pelearla. Apenas hizo algo al respecto, comenzó a crecer, porque no olvidemos que hace muy poco andábamos con pronósticos del 32% y ahora superamos el 40%. Claro, no llegamos a mi número mágico, que era el 43, y eso nos ha caído como un balde de agua fría que no nos viene nada mal, sobre todo para nuestro candidato, que cometió varios errores estratégicos -como bajar a las cloacas con Nacho Álvarez-, dicho esto sin culparle de otros errores del Frente Amplio y del gobierno.

 

Creer o reventar

Es traumático constatar que tenemos miles de trabajadores que votaron a la derecha, cuando su líder se ha manifestado en contra del aumento del salario real de aquellos y en contra de los sindicatos que defienden sus derechos. Más increíble es constatar que hay trabajadores rurales votando a sus amos y al candidato que se manifestó en contra de la ley que los sacó de la explotación laboral. También habrá empleadas domésticas que le han dado la espalda al partido que les dio todos los derechos laborales y jubilatorios que le negaron siempre los partidos tradicionales. Ningún gobierno aumentó tanto las jubilaciones como los gobiernos del Frente Amplio, pero muchos jubilados votaron a la derecha.

Alguien nos dirá, y con razón: “Es la inseguridad, estúpido”.

La culpa, enterita, es del Frente Amplio. Lo hemos gritado hasta quedar afónicos. Ahora hay que salir a último momento a repetirle a la gente cosas que no sabe o que olvidó. Mucha gente olvidó lo que fue el gobierno del Partido Nacional, tan plagado de hechos de corrupción que le han prohibido a Luis Lacalle Herrera abrir la boca durante la campaña.

La gente se escandaliza porque un grupo de niños que iban en un colectivo escolar comenzaron a cantar espontáneamente la canción de campaña del Frente Amplio, pero en Colonia la lista de un viejo verde que ofrece pasantías a cambio de sexo resultó ser la más votada y no provoca la misma reacción.

Los escándalos de corrupción en la mayoría de las intendencias blancas no mellaron al Partido Nacional, aun cuando sacó una de las peores votaciones de su historia. Tampoco lo hizo la confesión del exdirector del Banco República García Pintos de que su partido lo obligaba a sacar dinero del Estado para engrosar las arcas de su colectividad política.

Los poderosos quieren un dólar más alto y salarios más bajos. Más beneficios y privilegios para el sector agroexportador y menos protección para los trabajadores; menos inversión social y más flexibilidad laboral, eufemismo que se refiere al alejamiento del Estado para que ellos puedan hacer lo que se les dé la gana.

Algunos uruguayos olvidaron que antes, cuando gobernaban blancos y colorados, se les tomaba a prueba por tres meses en un trabajo y recién después se los ponía en caja. Olvidaron cuando, para ser atendidos en Salud Pública, debían sacar el humillante “carné de pobre”.

 

¿Olvido o complicidad?

Mucha gente olvidó, o no le importó, la prostitución de menores por parte de jerarcas blancos en “la casita del parque”, en Paysandú, ni el caso del intendente blanco Agustín Bascou, que compraba combustible para la Intendencia de Soriano en sus propias estaciones de servicio.

Creer o reventar: al común de los votantes no les importa que el Partido Nacional haya sido el redactor de la Ley de Caducidad y, junto al Partido Colorado, hayan protegido con uñas y dientes a violadores, torturadores y asesinos. Tampoco les importa que Manini Ríos tenga entre sus dirigentes a Eduardo Radaelli, condenado en Chile por el secuestro y homicidio del chileno Eugenio Berríos en 1995, bajo el gobierno blanco de Luis Lacalle.

 

Cambio urgente de estrategia

No la tiene fácil Daniel. Tendrá que pulir su discurso y su manera de conducirse en un debate con Lacalle Pou o un periodista blanco como Nacho Álvarez. Se manejó muy bien con Blanca Rodríguez en Subrayado. Mantener el entusiasmo sin perder la calma.

En cuanto a los spots, no va a ser hablando de la ley trans ni el matrimonio igualitario que cautivaremos al electorado que duda en votarnos, sino del trabajo que generaremos con las empresas que se están instalando en el país. No será hablando de los desaparecidos (ese tema tan importante para nosotros) que los enamoraremos, sino mostrando la cara de Gustavo Leal como nuestra carta para luchar contra la delincuencia en la próxima etapa. Hay que dejar claro que quien sabe del tema es él y quien no tiene ni la más pálida idea sobre el tema es Lacalle Pou. No será festejando los 25 años de condena que el fiscal pide para el degenerado genocida Nino Gavazzo que entusiasmaremos a quienes tienen su voto bailoteando sobre la urna, sino recordando los innumerables avances tecnológicos logrados por el Frente Amplio en el gobierno.

Cometimos un grave error al evitar que Graciela Villar se presentara en los medios. Si la gente la conociera sabría que es una persona encantadora, pero, a la vez, hay que explicarle a la gente que sí: la cosa es entre la oligarquía y el pueblo. ¿O acaso alguien lo ha oído a Luis Lacalle Pou esbozar una propuesta para beneficiar a los trabajadores? Ni una sola. Todo su discurso va en la dirección de beneficiar a las poderosas familias del sector agroexportador, que es al cual obedece.

Ningún partido hizo tanto por los policías como el Frente Amplio, pero esas cabecitas siguen estando a merced de la ideología derechista. Blancos y colorados los sacaban a la calle sin chalecos antibalas, con salarios de hambre y sanciones por faltas menores que se pagaban con privación de libertad, como si fueran delincuentes. El Frente dignificó su función, pero no lo hizo en el discurso y muchos militares y policías, cuando hablamos contra los violadores de derechos humanos, sienten que los emparejamos a todos. No es así, pero nunca lo aclaramos. Lo dimos por obvio.

Por otra parte, Mieres y Talvi no entienden por qué han tenido una votación tan espantosa. Ni siquiera se les pasa por la cabeza que hicieron campaña adelantando que terminarían haciendo alianza con el partido más corrupto de toda nuestra historia.

Oscar y el Pepe tendrán que oficiar de lugartenientes de Daniel y volver a trillar el país en tiempo récord para combatir la embestida neoliberal y defender con alma y vida este proceso humanista y solidario que ha modernizado al Uruguay y lo ha hecho merecedor de la admiración mundial.

La lucha es desigual: el Frente Amplio contra todo el poder mediático y económico de la derecha oligárquica. Estas son las batallas más lindas de ganar. La gloria no está en el triunfo contra enemigos débiles. La gloria está en ganar contra viento y marea, cuando el enemigo es poderoso. Ellos ya están festejando con champagne, antes de tiempo, pero puede que se atraganten.

La derecha, con su reparto anticipado de cargos, está vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Muchos están festejando como si ya hubieran ganado, pero nosotros aún no escuchamos la última campana.

Esto no se termina hasta que se termina.

 

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