Su condición de dirigente colorado no le impide impulsar un revisionismo sobre el cambio en paz de Sanguinetti ni dejar de afirmar que el actual Partido Colorado, por su concepción, es el “pachequismo del siglo XXI”.
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El ex edil, exdiputado y actual director de Comercio de la intendencia de Yamandú Orsi se sigue sintiendo colorado y, de hecho, participó en la convención realizada por el partido el pasado 18 de marzo.
Si lo tuvieras que definir desde tu concepción, que me consta está en franca minoría y tensión dentro del partido, ¿Qué definición harías?
Es difícil; murió hace unos días Washington Bado [escritor] a quien consideraba un colorado y batllista. Lo recordamos en la convención y, sin dudas, el último arquetipo para definir a un colorado.
Allí está también el estereotipo de un colorado del siglo XX, quizás el último, que fue Alejandro Atchugarry.
En el siglo XXI quizás esté creciendo [un colorado] y todavía no me he cruzado con él.
No es que no aparezcan ni que no los haya, simplemente que están en un partido que no les permite exhibir esa condición.
¿Cuánto a tu entender se ha desdibujado el perfil del Partido Colorado en este nuevo proyecto de coalición multicolor?
Absolutamente. Yo publiqué una carta antes de la elección diciendo que no iba a apoyar esto por razones de carácter partidario y creo que estos tres años me han dado claramente la razón de lo que sostenía.
En primer lugar, la coalición ha sido negativa para el Partido Colorado, como lo ha sido para todos los socios del Partido Nacional, lo cual era esperable. No se advirtió eso desde el punto de vista electoral.
Desde el punto de vista ideológico, si se quiere doctrinario de lo que supone lo mismo, ha habido una pérdida en un desgranamiento de lo que es la doctrina del batllismo. Batllismo que se funda sobre un concepto que tiene una fuerza enorme, a pesar de su antigüedad, que es la justicia social, el concepto en sí de justicia social, que los gobiernos progresistas que atienden precisamente ese tipo de cosas, no manejan ese concepto y muchas veces sus prácticas son asistencialistas o están focalizadas, pero no hay un concepto que englobe de la manera que él mismo tenía, que es justicia social.
Y es muy difícil que la justicia social perviva en un partido que integra una coalición cuya máxima es priorizar a los malla oro o, en todo caso, es una justicia social inversa, una justicia empresarial, que no digo que no haya que tenerla, pero el concepto fundamental del batllismo de justicia social hoy no existe.
El partido está completamente diluido, un partido que acompaña medidas que en absoluto tienen que ver con lo que ha sido el batllismo, ni el batllismo de Batlle y ni siquiera la política social de Pacheco Areco, es decir, esa inquietud por el desposeído, ese escudo de los débiles. No existe porque no podemos jugar ese papel en un gobierno que piensa todo lo contrario.
No quiero hablar de cifras, pero basta ver la ciudad, basta ver el país, quienes andamos por el país, para ver que hay sectores que están sumergidos y pasando mal y que no tienen rescate posible. El Mides es una herramienta que fue creada en los gobiernos del Frente Amplio y el desarrollo del propio ministerio absorbió su gestión, pero lo cierto es que hoy es una central de políticas asistenciales que no van al fondo de la cuestión.
No parece ser de las políticas que el partido impulsa en la coalición de gobierno.
Hoy en el partido brilla por su ausencia, aun en la gestión de sus representantes en el gobierno, que podrían intentar manejarla, esgrimirla, imponerla como socios. No, eso no existe. Además desde el punto de vista electoral ha sido un mal negocio porque el Partido Nacional ha absorbido todo, y desde el punto de vista ideológico ha supuesto una difuminación de las ideas, no se sabe qué es lo que hay. Batllista se llama cualquiera, yo encuentro gente que me dice “creo que soy batllista” y sostienen un discurso liberal en lo económico, cuando el liberalismo económico no es precisamente el componente esencial de lo que son las políticas, así que desde ese punto de vista el partido también perdió. Perdió identidad, perdimos identidad a nuestro propio interior. Hoy hay colorados que hablan de institucionalizar la coalición como partido, lo cual es gravísimo porque tiran por la borda como si nada una historia que con luces y sombras en la historia del país, la del Partido Colorado.
Un partido que parece ser una expresión testimonial.
Es que el partido perdió su contexto histórico; un partido tiene una razón de ser porque está en un contexto histórico y hoy el Partido Colorado no tiene contexto histórico. Hoy el Partido Colorado en su concepción, con la dirigencia de Sanguinetti, está todavía, con suerte, en la salida de la dictadura. Algunos veteranos están más atrás, pero con suerte están en el cambio en paz, en el mismo discurso del cambio en paz confrontados con las fuerzas políticas que están hoy presentes en la oposición.
Yo he defendido a muerte en la junta, en la cámara, el cambio en paz, pero con el paso de los años estoy empezando a revisar muy a fondo esa actitud y asumir el error.
El cambio en paz fue la salida posible, sí, es cierto, pero ni por lejos fue la solución del país y en cambio es la causa de la división que el país hoy está viviendo.
El partido todavía mantiene los debates del año 89. ¿Qué representa, a quién representa al Partido Colorado? ¿A quién representan sus políticas en el gobierno? ¿Cuál es la función si no existiera el Partido Colorado? Los colorados serían blancos y entonces sería lo mismo.
Es una cuestión de existencia, de razón de ser. El contexto histórico es lo más grave.
Una alianza, además, con el sector herrerista del Partido Nacional.
Y decía los otros días en la convención, hablando a los jóvenes, que Brum se había matado frente a la dictadura de Terra, una dictadura apoyada por algunos colorados y su principal socio, Luis Alberto de Herrera, que cada vez que haya un homenaje como el de los otros días, recuerden también quiénes fueron los que impulsaron a Brum a esa actitud y Luis Alberto de Herrera fue el principal socio del golpe de Estado de Gabriel Terra.
¿Ese desdibujamiento explica la cantidad de candidatos de cara a 2024?
No; hay un partido desdibujado sin contexto histórico, con un pensamiento de 30 años atrás y no hay una representación en los candidatos de un bagaje ideológico, programático y doctrinario atrás de cada uno que lo justifique. Ni siquiera es una cuestión de marketing, es decir, de que el partido salga y presente distintos candidatos, de modo tal de absorber a distintos perfiles.
Hoy de extremo a extremo en Uruguay los partidos no dicen cosas muy distintas, no tenemos diferencias abismales, tenemos quizás muchas más diferencias en la aplicación de las políticas, pero no en los enunciados.
Todas las sillas están ocupadas, en el juego de la silla política nuestros candidatos van a dar vueltas alrededor de sillas ocupadas. No están representando nada nuevo que haga que la gente diga: “Aquí puede haber una alternativa”; todo lo que conocemos es más de lo mismo.
Hay gente que se parece demasiado al herrerismo, que trata de representar esa neblina a la que llaman batllismo.
¿El posible el retorno de Bordaberry modifica algo?
Ni siquiera Bordaberry nos rescata del naufragio electoral. Quizás él me pueda tapar la boca, pero lo único que puede hacer es que en el partido las cosas se muevan y mejoremos la oferta electoral, pero no está claro si vuelve. Si vuelve, piensan en el partido y hacemos que todo sea una sola cosa y Pedro corra dentro de esa sola cosa, tiene chances de ganarle a Delgado. Yo creo que es difícil eso y creo que están jugando con demasiados supuestos.
¿Qué te mantiene en el Partido Colorado?
Lo que me mantiene a mí y mantiene a muchos, esa suerte de aplauso clandestino del que gozó es una cosa fantástica.
En primer lugar personalmente uno creció ahí en esa casa, se siente batllista, me siento colorado a pesar de todo lo bueno y malo que pueda haber. En la interna a mí me fue mal porque fui con un candidato que perdió por paliza en Montevideo. Pero ahora hablemos claro, los colorados en distintas cosas hemos tenido problemas de carácter ético y parece muy difícil que el partido se recupere. No tengo francamente aspiraciones políticas, me siento más que cumplido, mi vida es muy buena, tengo suerte. Por una cuestión de agradecimiento a quienes se acordaron de mí, me vine a ocupar el cargo en Canelones porque sentía que era mi idea y que además se me aceptará en mi condición de colorado.
¿Y el legado histórico de los colorados?
Alguien va a tener que rescatar lo que quede de ese legado histórico, pero no se le puede pedir a Sanguinetti. Los colorados pasaron de socios a rehenes, porque si se desprenden de la coalición, se quedan sin alternativa de gobierno y sin alternativa de gobierno no hay partido.
Si el partido no maneja la posibilidad de ser un socio de un gobierno del Frente Amplio, abandona buena parte de su bagaje doctrinario. Hoy el Partido Colorado está viendo cómo al centro empiezan a aparecer otras fuerzas políticas que lo van a distanciar mucho más aun de ese legado.
Y lo va a poner en la condición, en la situación de ir a competir con Cabildo Abierto por la sobrevivencia, y el debate con Cabildo Abierto no va a ser por la justicia social, eso está clarísimo.
Hay muchos batllistas que muy posiblemente, pasada la interna, seguramente acompañarán al Frente Amplio. Yo estoy sosteniendo y diciendo que hasta la interna hay que tratar de estar en el partido. Contribuir a mantener vivo el pensamiento del batllismo, porque eso es lo que nos va a servir la noche de la tragedia, la noche de la elección.
Un partido que precisamente está padeciendo a todas luces un proceso de fosilización.
¿Cómo valora la actitud del Partido Colorado que de alguna manera estuvo tribuneando el tema Astesiano?
Yo creo que algunos silencios fueron muy significativos se mantuvo lo más al margen posible porque para manchas ya está bastante manchado, así que con los suyos no necesitaba meterse en este sainete que cada día te asombra más. Todo el episodio que estamos viendo en Fiscalía, vergonzoso momento, y eso afecta a la República, y el partido Colorado, que es tan republicano, quizás debería de mostrarse más.
De vuelta lo dicho, no es socio, es un rehén. Sí hubo una excepción en el caso Marset, que involucró a la subsecretaria Ache que técnicamente cometió un error en el Parlamento.
Pero no la destituyó el gobierno, el sicario fue el partido Colorado y allí viene la reacción de Pedro Bordaberry que llama mentiroso al canciller con todas las letras y me pareció un buen gesto de Pedro.
¿Qué sectores de la sociedad estaría representando el Partido Colorado?
Perdido su contexto histórico no representa nada; no tiene un grupo etario, no tiene un grupo social, no tiene soportes en la sociedad. Hay un sector liberal vinculado a la empresa y a la academia, ese persiste, pero electoralmente es muy poco. Es un buen combustible para el área programática, pero no nos junta votos. Hay gente que dice que el Partido Colorado es el partido de la clase media y eso es una ficción. El voto de la clase media, si alguien se lo va a llevar, es la política de gobierno del Partido Nacional, porque la clase media es muy aprehensiva, va a tratar de jugar siempre sobre seguro, y la clase media no está tan preocupada siempre de ganar, sino de no perder. Si está bien del bolsillo, la clase media se va a ir al Partido Nacional.
¿Las expresiones de extrema derecha en el partido son minoritarias?
El fenómeno de la extrema derecha en el Partido Colorado es minoritaria; en el partido quedan viejos pachequistas, entre los que había algunos muy de derecha, conservadores de derecha medio pro militar, pero no pasa de eso, y después otro grupo muy grande de lo que queda del pachequismo, que rescatan lo que hoy decía del alcance social de muchas políticas que su gobierno tenía en simultáneo como dos canales, la parte autoritaria en lo político y la parte social.
El pachequismo que no se nombra es un pachequismo que se diluyó y se desparramó sobre el pensamiento de lo que es el partido; el propio Sanguinetti con los años se ha pachequizado y eso es lo que representa al Partido Colorado.
¿Este derrame pachequista va a competir con Manini, que es derecha militar dura y pura, o va a competir con los blancos, en ese conservadurismo liberal económico duro?
No; el partido son los pachequistas del siglo XXI.