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Columna destacada | coronavirus | dólar |

¡Estamos en peligro!

Por Eduardo Platero.

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Caras y Caretas Diario

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Bueno, en realidad siempre estamos en peligro. Vivimos nuestro día a día sin pensar, por ejemplo, en que alguien con “maletín nuclear” puede despertarse revirado y apretar “el botón del fin del mundo”.

Posibilidad, por cierto, mucho más  probable que la que aterraba a los hunos, que a lo único que temían era a que el cielo se desplomara sobre ellos.

Nosotros sabemos que esa creencia era el producto de su ignorancia. En cambio, el “maletín nuclear”…

Estamos temerosos del coronavirus y hay razones para ello. Además, nos rodea el dengue que ya tiene un caso autóctono.

Espero y deseo que el salteño infectado haya aplastado al mosquito y, con él, al virus que portaba, pero…

Nos rodea el dengue, la sucundunga, el sarampión, la fiebre amarilla, la acumulación de plástico en los océanos, el cambio climático y mil cosas más. ¡La seca!, que ya es preocupante. ¡La suba del dólar!, que lo irán llevando al límite que quieren los rurales. Esos mismos que escoltaron el viaje triunfal del Dr. Lacalle Pou. “Te queremos. ¡Subime el dólar!”.

Ahora el coronavirus es la estrella. Mata poco en realidad. Comparativamente, solo en Beijing mueren cinco millones de personas por año debido al esmog. El coronavirus demorará muchos años para superar esa cifra. Ni te cuento las que mata el hambre. Ni las que mueren intentando franquear las abroqueladas fronteras de los países ricos para medrar dentro de esa opulencia. Son realidades sin mucho destaque en los medios, cierto. Pero no por eso son menos reales.

Montevideo, como ciudad costera, se beneficia de “la virazón” que de madrugada y por la tarde nos cambia el aire. Pero Santiago de Chile, San Pablo, Bogotá y Ciudad de México están al límite.

El coronavirus mata menos que el tránsito, pero tiene más prensa y es cierto que contagia mucho.

Ha logrado -no él, sino los mass media– hacer que esa enfermedad nos preocupe más que el delicadísimo estado de la economía mundial.

En todo caso, si la misma llega a colapsar como muchos predicen, los poderosos del mundo tratarán de culpar al coronavirus y no a su insaciable apetito de poder y riqueza. Sería culpar a la última gota por el colapso de la presa que llevaba acumulados trillones de metros cúbicos de agua.

“¡El último cola de perro!”, decíamos cuando corríamos de niños. Está bueno eso de culpar al último.

Podría seguir hasta el infinito enumerando peligros cercanos, pero no estoy en vena.

El “peligro” que me preocupa ahora es cercano y local.

¿Se dan cuenta? Gerardo Sotelo ha solicitado que su designación al frente del Servicio de Comunicación Audiovisual Nacional (Secan) se demore hasta después de las elecciones municipales.

¡Qué peligro! ¿Son capaces de apreciar en toda su magnitud el tremendo peso electoral de Sotelo, reciente líder del Partido Independiente?

Cierto, en cuanto a votos al Partido Independiente le fue un tanto mal. Los votos no alcanzaron para mantener el Senador que ocupaba su líder supremo y fundador, Pablo Mieres.

Pero la política no es únicamente cuestión de votos: están las alianzas, que fueron un desastre completo en la previa, pero, como caballo que corre “en yunta”, se benefician después del triunfo de la coalición multicolor.

No ganaron, ni figuraron en el marcador. Un non placet absoluto. Pero los boletos cobran igual porque ganó “la yunta”.

¡Bien que cobraron! Ministerio, direcciones generales y otras sabrosas prendas. “Pocos pero bien dispuestos”, podría decirse.

De tal forma, Sotelo que no llegó a la ansiada banca, se beneficia con la propuesta para la Dirección de Secan y, como quien no quiere dejar de ayudar, también puso su nombre en la lista de suplencias de la candidata Laura Raffo.

Cuidadoso de las formas y de su traje, cuando se le señaló que estaría ocupando un cargo político de relevancia, sobre todo en los medios, en paralelo con su participación en la penca departamental, ¡pidió que se demorara su nombramiento!

Justo se lo tuvo que pedir, en razón de la dependencia del cargo respecto al Ministerio de Cultura que ocupa, a ¡Pablo da Silveira! Que estuvo a un tris de demorar por problemas de su pareja.

No me consta ni remotamente que haya intervenido en la demorada detención de la misma. Así como nadie lo acusa de haber tenido conocimiento y/o participación en esos enjuagues. No parece haber motivo alguno de impedimento. “Tonadas son tonadas”, dice la canción y yo añado: parejas son parejas.

¡Cobrame desde que empezó la misma! Lo anterior es exclusivo de cada uno.

Con lo que no estoy de acuerdo es con ese asunto de: “Reservame el cargo mientras me tiro al agua”.

Es cierto que las posibilidades de que la Economista Laura Raffo llegue a ser elegida para ocupar el gobierno departamental de Montevideo son escasas. Pero, mi amigo, eso de nadar y cuidar la ropa queda feo.

Me produciría un inmenso alivio saber que Gerardo Sotelo, con su incalculable peso político, con su inmenso caudal electoral y su vasta experiencia, se apartase de la contienda. Con todo, no es a la presencia o ausencia de Sotelo en la puja electoral a lo que más temo. Ni siquiera a la habilidad de la candidata. Laura Raffo ha sido una selección feliz para una elección casi imposible de ganar. Evita tensiones internas que hubiesen podido llegar hasta la presentación de candidaturas múltiples.

Que no hubiesen sido para ganar la intendencia pero hubiesen definido quién es el número 2 en la coalición. Evita, también, tener que “quemar” una figura importante haciéndole cargar con una derrota. ¡Buena solución también para Raffo! Desde ahora es una figura femenina que queda en reserva. Pese a toda la habilidad estratégica que terminó en su candidatura, su única chance son nuestros errores.

No sé si han notado que es en el “medio juego” del ajedrez, en general, cuando se comete el “error fatal”. Aquel que dispuso incorrectamente las piezas, a veces un triste peón, paga su error. Será en torno a la pieza “colgada” que le librará la batalla en la cual quedará a la defensiva. Con mucha dificultad, entre jugadores parejos, se sale de un error inicial si el otro lo percibe y ataca por ese lado.

No digo que sea imposible. Digo que, un error inicial condena a quien lo comete a luchar por superarlo y lo pone a la defensiva.

Pues bien, y esta es una opinión personal: el Frente Amplio ya lo cometió. Cometimos muchos errores en la campaña de octubre y terminamos perdiendo la elección final.

Derrota multicausal fue el veredicto. Una especie de lavamanos general que postergó para “el día del golero” la sincera autocrítica. Sobre todo: la corrección de errores.

Nadie quiso cargar con el peso de un error. ¡Tan siquiera con uno! Y todos se sintieron  protagonistas de la levantada. Como si hubiese sido por el esfuerzo de la Dirección, se apoltronaron e hicieron oídos sordos al mensaje implícito de las bases. Tan independientes de esa levantada que no tuvo nada de milagroso y sí mucho de esfuerzo personal de los compañeros de a pie.

Mucho de “mano a mano”; mucho de no querer perder y dar todo por remontar de los compañeros que nunca pidieron nada y durante 15 años soportaron el cerco de la contra aislados y olvidados en los comités. Sin que apareciese algún dirigente a explicar, impulsar y animar. No únicamente “a pedir insumos” de vez en cuando.

Queríamos y necesitábamos un candidato único para mantener unido todo nuestro esfuerzo detrás de él. Nos dieron tres valiosos compañeros y con eso nos dividieron.

No en forma irreconciliable, el Frente Amplio contiene y justifica nuestras vidas particulares.

¡Somos frenteamplistas!

Pero no tenemos el candidato único que nos uniría en el esfuerzo. Cada cual tiene su corazoncito y tendrá que luchar por aquel que su fracción apoye.

Justo cuando derrotados levantábamos bien arriba nuestra bandera tricolor y nos sentíamos orgullosos de lo obtenido. Justo cuando nos calentaba el calor de la unidad y pedíamos un candidato único para seguir unidos. ¡Nos designan tres!

Todos posibles, todos votables, pero al ser tres, nos obligan a luchar por separado. O votar al lema.

Hablo por mí, exclusivamente por mí, y no daré manija. Pero manifiesto mi decepción.

Querido Frente: ¡cuán mal nos están dirigiendo!

No pretendo con esto atacar al presidente del Frente. Miranda es lo que es: un equilibrista que hace buenas declaraciones explicando cosas inexplicables. En su afán por “armonizar”, sacrifica lo general a costa de “equilibrar tensiones”.

Es toda la dirección del Frente, con lo cual englobo a la principal dirección de los principales grupos.
Si no ponen por delante los intereses generales del Frente y se preocupan únicamente de su chacrita, no son los dirigentes que precisamos.

Lo que sea será.

¡Ganaremos! A pesar de la contumacia de nuestra dirección en atender más los intereses sectoriales que el interés general.

Y será por nuestros aciertos y nuestros errores. No por lo que puedan hacer la coalición multicolor, Laura Raffo o Gerardo Sotelo.

 

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