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Editorial

Están gestando bronca

Por Leandro Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Mientras la Ley de Presupuesto ingresó el último tramo de su curso parlamentario, el gobierno ya comenzó a admitir que sus proyecciones sobre la evolución de la economía son insostenibles. La caída del producto va a ser mayor que la que pronosticaban y la posterior recuperación, si tal, va a ser más lenta y no va a alcanzar a compensar el descalabro inducido por la pandemia y multiplicado por el ajuste más inoportuno de la historia.

 

Cubiertos por las armaduras de la insensibilidad, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou y su Ministro de Economía en los hechos, Isaac Alfie, se obstinan en desplegar toda la batería de motosierras de las que disponen sin observar que la persistencia en el programa de recortes, que ya era malo cuando lo pergeñaron,  ahora es abiertamente criminal y, al margen del daño que le va a hacer a nuestro país, se los va a llevar puesto a ellos.

 

Simultáneamente, la protesta crece. El movimiento social y la oposición política se preparan para una intensa y extensa campaña de recolección de firmas para promover un referéndum contra la Ley de Urgente Consideración, y el coro de esforzados escribas y apologetas de este gobierno no encuentran argumentos de fondos para desalentar la adhesión al recurso contra una mamotreto legal que fuera de las alturas del oficialismo, no tiene defensores en la academia ni en la sociedad, salvo los estancieros favorecidos con la oportunidad de matar a tiros a los que se atrevan a faenar un chancho o robar ovejas de sus parajes.

 

El gobierno enfrenta un futuro de impopularidad grave porque en el conjunto de sus iniciativas no hay una sola propuesta que no sea el recorte, no se les cae una idea de algo para hacer, no hay un programa nuevo. Hasta el momento las frecuentes salidas de sus jerarcas son para contar lo que no van a hacer, y lo malo que hicieron los jerarcas del gobierno anterior. Pero en ningún caso para inaugurar nada que hayan construido ni mostrar una política original, proactiva, llamativa, orientada a solucionar algún problema de alguna parte de la sociedad. No hay un Ceibal, no hay un Plan de Emergencia, no hay un programa de Vivienda, no hay un proyecto de Universidad, no hay nada. Sólo hachazos para “eliminar excesos” que alcanzan los programas educativos, las horas docentes, la alimentación escolar, el boleto, las políticas sociales, entre otras políticas del Estado.

 

Es conveniente advertir al gobierno una vez más, aunque es probable que la soberbia les impida considerarlo, que este camino los conduce a un precipicio del cual no van a poder acusar a la oposición, porque es básicamente un daño de legitimidad autoinfligido, un suicidio político a todas luces. Tienen mayoría parlamentaria amplia, el poder en casi todas las intendencias, la adhesión de los factores económicos más influyentes y el respaldo de los grandes medios de comunicación. No tienen ninguna excusa. Están haciendo los que se les canta y lo que se les canta es un delirio políticamente insustentable. No es posible que no se hayan dado cuenta de que una estrategia de gobierno que solamente quita beneficios y derechos a las grandes mayorías y no otorga nada, simplemente se dirige al desastre. Tal vez abriguen la ilusión de distraer la atención y conjurar la bronca, cuando se produzca, con persecuciones judiciales y ‘durambarbismo’, pero la experiencia regional inmediata ya debería alertarlos de las insuficiencias de ese abordaje.

 

La suerte política del oficialismo es un asunto menor en este escenario donde lo que se debate es la crisis económica y social en la que estamos todos inmersos, para colmo en el contexto de una pandemia, pero si aunque solamente fuera por cálculos políticos y electorales, las autoridades dedicaran un fin de semana a la reflexión, tal vez en lugar de ahorrar gasto, ahorrarían un monto dolor a la sociedad y se ahorrarían buena parte del rechazo que están gestando.

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