Las sustancias que contienen los dispositivos de vapeo –como el tetrahidrocannabinol, una sustancia psicoactiva derivada de la marihuana, aprobada para uso médico en algunos países, y el acetato de vitamina E– dañan la membrana superficial de los bronquiolos y los alvéolos.
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Esto hace que una parte del sistema pulmonar se desconecte del acto de respirar: el intercambio de gases se ve perturbado en gran parte de los pulmones y se produce una insuficiencia respiratoria (sensación de falta de aliento, falta de aire, asfixia).


La dolencia fue descrita por primera vez en el año 2019, en Estados Unidos, después que se registrara allí un aumento en la incidencia de enfermedades pulmonares entre los vapeadores. Para el 18 de febrero del 2020, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades del país habían recibido notificaciones de un total de 2.807 casos, con 68 desenlaces fatales.
¿Cómo se manifiesta la enfermedad?
El cuadro clínico del EVALI puede variar mucho entre los pacientes. Se manifiesta normalmente como neumonía, bronquiolitis aguda (inflamación en los bronquiolos) o neumonitis (inflamación de la pared de los alvéolos). Todas esas opciones tienen en común su naturaleza no infecciosa, por lo que los antibióticos no ayudan a eliminar la inflamación.
Entre los síntomas más comunes destacan la dificultad para respirar, tos, fatiga, dolor corporal, fiebre, náuseas, vómitos y diarrea. Los pacientes también suelen tener dolor torácico y abdominal y escalofríos, y evidenciar pérdida de peso.
Como la causa precisa de la enfermedad aún se desconoce, el diagnóstico del EVALI se realiza descartando otras posibles patologías: se basa en los síntomas, el eventual uso reciente de cigarros electrónicos, las anomalías encontradas en las exploraciones pulmonares y la ausencia de pruebas de infección.