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Por dónde comenzar

¿Evolución o shock de austeridad?

Uno de los conceptos que ha estado sobre la mesa, y que seguramente seguirá siendo un fuerte componente de algunos discursos políticos electorales, es el concepto de déficit fiscal. Esta temática tiene la particular característica de poder ser utilizada para alcanzar a grandes masas de votantes y esto es así porque algunos discursos la terminan traduciendo en bajar o no el costo del Estado, cuando en realidad este tema es mucho más complejo.

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Por Matías Matta

 

Esta utilización dual de la realidad esconde, sin embargo, aspectos importantes que nos competen a todos los uruguayos, ya que la reducción del costo del Estado en áreas estratégicas para el desarrollo del país puede traer graves consecuencias.

Como ejemplo de los discursos mencionados se transcriben algunos fragmentos de la entrevista que el precandidato nacionalista Luis Lacalle Pou dio a El Observador el día 6 de febrero de 2019. Estas son algunas de sus consideraciones sobre los recortes y el shock de austeridad.

Hay una discusión sobre ajuste fiscal sí o no. La gente tiembla porque dice más tarifas y más impuestos. Eso no va a ser así por dos razones; primero porque estamos convencidos de que no es necesario y segundo porque los subsectores están ya a tope en su capacidad de contribuir al fisco. Si partimos de esa base, la austeridad, la dieta del Estado y del gobierno va a ser muy grande. El Frente Amplio fue a Tristán Narvaja y compró varias jaulas de cucos y empezaron a largar que viene el recorte. No es un recorte que afecte al Estado social”.

Son mecanismos que tienen que aplicarse simultáneamente. Algunas herramientas estarán en la ley de urgente consideración. Alguna vinculada a la conformación del gobierno central y de las empresas públicas. Un mandato expreso de ahorro a cada inciso del Estado y después los recortes en las vacantes. Todo tiene que ser armónico dentro del Estado”.

Y más adelante consignó: “Un shock de austeridad, de una. Si no lo hacés rápido, los efectos negativos se extienden en el tiempo”.

Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. No sólo importa reducir el déficit fiscal, sino hacerlo sin afectar áreas importantes para el desarrollo del país. No sólo importa mantener las políticas sociales, sino dinamizar la economía de forma tal que aquellos sectores que hoy son beneficiarios de determinadas políticas sociales no dependan de ellas en el futuro para poder sobrevivir.

Comenzaré entonces definiendo el concepto de déficit fiscal. Este concepto hace referencia a la diferencia entre los ingresos y los egresos del Estado, es decir, existe déficit fiscal cuando el estado gasta más de lo que entran a sus arcas en un período de tiempo determinado. Como contraparte, existe equilibrio fiscal cuando los ingresos igualan a los egresos y existe superávit cuando los egresos son menores que los ingresos. Para establecer el déficit fiscal, se tienen en cuenta los números del sector público consolidado, el sector público no financiero y el gobierno central. Por último, y como punto realmente importante, el número final del déficit fiscal significa un porcentaje del PIB (Producto Interno Bruto).

Como se ve, el concepto de déficit fiscal es mucho más amplio que la dicotomía “sí o no” frente a bajar los costos del Estado. Es verdad que un estado eficiente no puede aumentar el déficit de manera ilimitada, ya que, como en cualquier economía (nacional, departamental, municipal o doméstica), esto llevaría a una situación que se volvería inestable y crítica con el pasar de los años. De esta manera toda economía debe mantener un equilibrio entre sus ingresos y sus egresos, pero, sin embargo, también debe invertir en objetivos futuros, y no presentes, objetivos de crecimiento y desarrollo. Por lo que un endeudamiento eficaz se transforma así en una forma de dinamizar cualquier tipo de economía en cualquiera de sus variados aspectos. De esta manera, así como un hogar se endeuda para comprar una casa y no pagar más alquiler en el futuro, para pagar la educación de sus integrantes y que estos puedan en el futuro ayudar a sustentar dicho hogar, o para consumir aquellos bienes y servicios que esa familia considera importantes para su felicidad. Un país se endeuda para apostar al crecimiento y generar ingresos a futuro, para educar a sus ciudadanos y que estos potencien su desarrollo y para generar condiciones de vida que beneficien a toda la población.

Parecería entonces una política acertada que un país aumente su déficit de manera responsable, siempre y cuando esto potencie aspectos importantes de la economía, aumentando el PIB y mejorando las condiciones de vida de su población.

Dicho esto parece razonable analizar de qué se habla cuando se reclama que se baje el costo del Estado e incluso analizar que tan veraz es que el Estado ha aumentado irresponsablemente su gasto. Para esto realizaré una comparación entre los períodos de gobierno que se corresponden con los siguientes tramos: el período comprendido entre 1993 y 2004 y el período comprendido entre 2005 y 2016. A través de esta comparación se establecerá la correspondencia que existe entre algunos aspectos de gasto y crecimiento con el objetivo de demostrar que el discurso dicotómico de bajar o no el costo del Estado carece de argumentos y sólo trata de recorrer el camino fácil para obtener algunos votos.

Se eligieron para este análisis los datos correspondientes al PIB, el desempleo, la inflación, la exportación de productos de alta tecnología y las reservas uruguayas a nivel internacional. En el entendido de que son algunos de los indicadores que muestran algunos aspectos importantes del avance o retroceso en la producción, la economía y la calidad de vida de la población uruguaya.

Según datos del Banco Mundial, para Uruguay, en el período comprendido entre 1993-2004, en promedio, el crecimiento del PIB estuvo en el entorno de 1,7%. Cabe destacar que dentro de este período el mayor crecimiento del PIB se registró en 1997 con 8,5%, mientras que se registraron números negativos en los siguientes años: 1995=-1,4%, 1999 y 2000=-1,9%, 2001=-3,8 y 2002=-7,7%.

Sin embargo, entre 2005 y 2016, en promedio, el PIB de Uruguay ha estado en el entorno de 4,7%. Cabe destacar que el año con mayor crecimiento fue 2010, con un PIB de 7,48%, mientras que no se registró ningún año con crecimiento negativo.

A su vez, la inflación para el período comprendido entre 1993 y 2004 se ubicó, en promedio, en el entorno de 21%, mientras que entre 2005 y 2016 la misma se ubicó, también en promedio, en el entorno de 7,7%.

Con respecto al porcentaje de desempleados varones, en el total de la población económicamente activa, mientras que entre 1993 y 2004 los mismos alcanzaron, en promedio, 9,5%; para el período comprendido entre 2005 y 2016 este número había descendido a 6%. Con respecto a la brecha según género en el mundo del trabajo, entre 1993 y 2004, en promedio, 15% de las mujeres del total de la población femenina económicamente activa se encontraban desempleadas. Para el período comprendido entre 2005 y 2016 este número había descendido a 10%.

Con respecto a las exportaciones de productos de alta tecnología, en el período comprendido entre 1993 y 2004 se exportaron productos por un valor de 20.934 millones de dólares, en promedio. Mientras que entre 2005 y 2016 esta suma ascendió a 124.551 millones de dólares. Casi 600% superior.

Por último, y siguiendo los datos de este mismo organismo, entre 1993 y 2004 las reservas totales de nuestro país se ubicaron, en promedio, en el entorno de 2.000 millones de dólares, mientras que para el período comprendido entre 2005 y 2016 este número ascendió a alrededor de 9.900 millones de dólares. Casi 500% más.

Estas son algunas de las estadísticas que nos muestran cómo el gasto responsable del Estado puede traducirse, a través de acertadas políticas, en resultados positivos en aspectos importantes de nuestra producción, nuestra economía en general y, por ende, nuestra calidad de vida como sociedad.

Es por esto que los discursos de recortes basados en el déficit fiscal deben ser responsables, de forma tal que la ciudadanía sepa de qué se está hablando cuando se habla de la reducción del costo del Estado. Saber qué es lo que se pretende reducir, pero sobre todo qué áreas se verán afectadas por dichos recortes.

Las consideraciones hechas por algunos referentes políticos en nuestro país parecerían ser escuetas para un tema tan importante para todos los uruguayos.

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