Ni tan feos, ni tan sucios, ni tan malos, acotaría yo, sobre la película de Ettore Scola, aunque claro, como todo en la vida, depende del cristal con que se miren las cosas. El director nos lleva al centro de una comunidad marginal, en una convivencia desdramatizada, donde las fronteras entre el orden moral, estético y afectivo son muy movibles. Así es como vemos a una trans que se siente atraído/atraída por una mujer hetero (cuando ella se agacha) y tienen sexo. Nada es lo que es, el deseo se desplaza oscuro y manipulador en los cuerpos. Nada es lo que los ojos, los oídos, y el esquema de razonamiento nos inducen a pensar. Más que eso: bajar a fórmulas. No las hay, pero para eso uno debe estar dispuesto (más que preparado), querer vivir y apoderarse de la situación más que padecerla o sufrirla.
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El fin de semana pasado estábamos trabajando en la elección de las representantes de. carnaval canario. Se montó un escenario en la playa, en la Expoplatea de Atlántida. El viernes de noche se había montado todo (escenario, escenografía, equipos de audio, luces, pantalla led, una carpa para que las participantes se cambiaran). Se realizó el ensayo general. En la madrugada una fuerte tormenta, casi una sudestada, barrió con todo.
La carpa terminó en lo alto de un pino, las telas de la escenografía, hechas jirones, literalmente.
La imagen que tuve cuando vi aquel panorama es la de las películas de tsunamis, en las que el día después algo flota raído, leve y lento, ausente, como si no tuviera rastros de lo ocurrido.
Así era la imagen en la playa de Atlántida la mañana del sábado 23; nos sentamos a mirar la ondulación de las telas, quizá con un deseo oculto de querer perdernos en ellas y desaparecer por completo.
Recuerdo también el silencio de unos y otros, de la cuadrilla de hombres, de los silencios pesados en los que alguien espera un milagro y todos sabemos que eso no sucederá. También cómo desde ese silencio crece una solidaridad y un sentimiento único: lo haremos igual. Cuesta elaborar algo para decir que no sea ingenuo, entonces seguimos durante un rato mirando la devastación, hasta que observo algo. Registro que una de las telas no ha sufrido daño alguno, nada, es la tela blanca, la elástica, y como si el humor junto a la filosofía vinieran juntos a compartir la mañana es que largo lo siguiente: “La tela blanca es la más flexible, por tanto, la más fuerte, las otras son rígidas, por tanto, las más débiles”.
Cuando se produce cultura, cuando se está en medio de una producción artística, los métodos para enfrentar los problemas también deben ser métodos culturales, desde lo creativo, desde el equipo que hace, piensa y ejecuta.
Llegó la noche, apenas unas horas después, y fue necesario contar lo sucedido al público porque era inimaginable darse cuenta de algo. El milagro cultural había sucedido, el milagro del equipo había funcionado. Pero, entonces, ¿cómo se puede ir más allá y aprender de verdad de las cosas que nos invaden?
Cuando uno se sumerge en una película, en el teatro o en un texto, no está pendiente sobre el error; es más, el error y los conflictos son los que atraen, son los que dan ritmo, son los que nos permiten amar y odiar al mismo tiempo, son los que nos sacuden emocionalmente. Un personaje perfecto es un personaje completamente aburrido, letal para la ficción y nada interesante para el público. Deseamos y buscamos el personaje torpe, imperfecto, inundado de sentimientos y acciones contradictorias. ¿Por qué? Al margen de lo obvio y lo antes expuesto, también, porque liberamos culpa, hacemos catarsis, nos alivia el alma. Entonces amamos al héroe, pero también al villano, y más aun al héroe villano héroe villano (al infinito) en esa unidad donde el bien y el mal son una sola cosa. Los géneros puros caducaron al igual que la exigencia de perfección a los referentes.
Pero tenemos torpeza. Somos torpes.
La torpeza de no reconocer que el ser humano erra, avanza y retrocede. La torpeza de no entender que la inteligencia es desigual, incoherente e irregular. La torpeza de no comprender que el crecimiento humano no es algo matemático ni ascendente de acuerdo a los criterios de desarrollo productivo.
Producir desde lo creativo implica muchísimas veces producir desde el error, el desacierto, los fracasos constantes, pero sin abandonar el riesgo y la valentía. Obviedades que no siempre tenemos presente. Obviedades que no siempre inculcamos en el movimiento diario de ser y hacer.
Obviedades que terminan siendo las más absurdas. Extraño, o no, tendemos más a poner en dos órdenes: se equivoca (está mal), acierta (está bien), en el medio, nada.
Estamos en la era del reciclaje, que no es solamente por el medio ambiente, es una ideología, entender que no hay que desechar lo anterior, sino pensarlo, volver a pensarlo, recuperar y resignificar esos materiales que están en bancarrota. Ese criterio es para todo.
El reciclaje como concepto aplicado no solamente a las materialidades concretas, sino al pensamiento vetusto, a las neuronas que están en el límite, a las emociones negativas. Reciclar para dejar de hablar de viejos y jóvenes. Para hablar de las cosas que debemos hablar cuando queremos rescatar una producción cultural que atraviese las ideas y las prácticas de esas ideas.
Para enriquecernos en el reciclaje.
Reciclemos la cabeza para ser una cultura viva y nueva.
La película de Scola me atrae mucho, me atrae para usarla como disparador enfrentado con lo políticamente correcto, el orden de la belleza, el buen ciudadano, la buena letra, el comportamiento ejemplar, las buenas costumbres. Sistemas en profunda crisis. Hasta hace muy poco ser feo, sucio y malo era tan peligroso como ser comunista, mujer y lesbiana.
Los paradigmas se mueven con velocidad, lástima que nuestros cuerpos no siempre puedan sostener lo que la cabeza intenta introducir.