Textos: ALFREDO PERCOVICH
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Producción: VIVIANA RUMBO
Al caer la tarde, Fernando Pereira conversa de su mamá. Está cansado y se le nota el paso y el peso de un año agotador. Por un instante, se detiene a hablar de la tristeza que le provoca no poder abrazarla con lo bien que le hacen los abrazos a ella, a él y a todo el mundo. Es viernes, bosteza el sol y entre afectos de familia, fotos, grabados, unos cuantos libros, algunos vinilos de Zitarrosa, Gardel, el Sabalero y Aguaviva, la charla da paso a una entrevista en la que no faltaron recuerdos de amigos que partieron y que dejaron su huella en el alma, junto con los asuntos relevantes de la agenda país. Y por allí aparecieron los desvelos recurrentes por la educación, el trabajo, la salud, la vivienda, cómo afectarán los recortes presupuestales, la mirada de los que priorizan hablar de «ahorro en la pandemia» mientras miles se alimentan en ollas populares. Y especialmente, las consecuencias devastadoras que dejan siempre las crisis, que golpean con saña donde más duele la pobreza: en la infancia. De eso habla con sus compañeros del movimiento sindical en las reuniones semanales del Secretariado Ejecutivo o cuando sesiona la Mesa Representativa, pero también en charlas cotidianas con sus colaboradores más cercanos o en diálogos informales con ministros, cuidacoches, empresarios, vecinas, vecinos y feriantes que lo paran por la calle para contarle sus problemas. Y con todo aquel que esté dispuesto a hablar sin dogmas, sin verdades reveladas y con ganas de buscar las rendijas necesarias posibles para alcanzar acuerdos imprescindibles.
¿Fue un año duro para el país y para el Pit-Cnt?
No fue un año sencillo para nadie. Ni para la humanidad, ni para el país, ni para el movimiento sindical. Pero si hay algo que tenemos que tener presente es que nadie se va a salvar solo. En el mundo nos vamos a salvar si colectivamente encontramos respuesta a la pandemia, a la crisis, al hambre de la gente, a la falta de vivienda, a la falta de soluciones concretas para los que no tienen ingreso y que realmente la están pasando mal. Ha sido un año extremadamente duro primero obviamente por razones sanitarias, a partir de la llegada de la pandemia a nivel planetario y que impactó en la salud del mundo. En este momento estamos en una curva de contagios muy importante y de acuerdo a lo que ha informado el Dr. Fernando Paganini, de no modificar nuestras conductas podríamos llegar a 1.200 casos a fin de año. Y este dato es durísimo en términos de camas del CTI, en términos de mortalidad y de afectación económica y social. En segundo lugar porque si bien muchas de las políticas que se asumieron para la prevención de salud han sido compartidas por nosotros, en otro plano, no se atendieron las urgencias sociales de la población. No se votó ni se acompañó desde el gobierno ni una de las medidas que el Pit-Cnt propuso. Ni el ingreso básico de emergencia, ni la canasta básica de servicios públicos para los sectores más desprotegidos, ni la generación de condiciones para no desalojar a las personas en el medio de la pandemia. Al mismo tiempo, hubo un recorte presupuestal del entorno de los 380 millones de dólares, lo que supone reducir 18 días de jornales a los maestros, a los auxiliares de las escuelas, de los liceos o los funcionarios públicos en general, y que también supone un menor gasto educativo, un menor gasto social en salud y en vivienda. Y en relación a las empresas públicas, en la medida que no se invierta en ellas se debilitarán sus servicios. Hasta ahora todos estábamos muy conformes con UTE, ANTEL, ANCAP, por sus resultados y desempeño, pero en la medida que no haya personal suficiente porque no se cubran las vacantes o se las debilite en distintos aspectos, naturalmente quedarán en condiciones muy desfavorables.
El Pit-Cnt en general y vos en particular han respaldado distintos mensajes y pautas sanitarias tanto del GACH como del propio gobierno. ¿Por dónde pasan las discrepancias con el Poder Ejecutivo en esta materia?
Estamos llegando a fin de año con un conjunto de anuncios en materia de reducción de la movilidad que muchos de ellos posiblemente son compartibles. El problema es que esas medidas vienen sin políticas compensatorias. Por ejemplo, yo hasta ahora no entiendo, en ningún caso, por qué cerraron los teatros, suspendieron los espectáculos musicales, pararon la Comedia Nacional o el hipódromo. Porque el GACH no colocó ninguna de estas manifestaciones como un posible problema de contagio de Covid-19. No hubo focos de contagio en esos ámbitos. Y estamos hablando de miles de puestos de trabajo, por ejemplo en el caso del hipódromo, algunos directos pero muchos indirectos, por tanto dejarlos sin ingreso debería ameritar una inmediata política compensatoria. No entendemos por qué se toman estas medidas donde no hubo casos ni focos. Tal vez haya una explicación pero hasta ahora no comprendemos ni la decisión que tomó la intendenta de Montevideo, ni la que tomó el presidente de la República. Precisamente, durante este año ya hemos señalado que el presidente ha tomado medidas que en ningún caso tienen políticas sociales compensatorias. Es decir, resuelven achicar la actividad, lo que significa que la gente tendrá menor poder adquisitivo pero no se atienden con políticas compensatorias las pérdidas que estos sectores tendrán. Y pensamos que en muchos casos no se trata de trabajadores formales sino de informales, o quienes están comprendidos en el literal E, los monotributistas, las empresas unipersonales, es decir, toda gente de trabajo pero que no tiene ninguna protección ni seguro de paro cuando se le corta su actividad. Yo ya he insistido en distintas oportunidades, desde marzo hasta ahora, que entre el déficit fiscal y el déficit social es mejor tener un poquito más de déficit fiscal, porque del déficit social es muy difícil volver.
Alguna vez hablaste que recuperar la deuda social que deja una crisis lleva años Todavía hay sociólogos que analizan la crisis del 2002 y los impactos en la actualidad, por ejemplo, de familias enteras de analfabetismo por desuso. No es que una crisis pasa, luego viene el crecimiento económico y los temas se resuelven. No, no se resuelven. El 17.2% de los niños uruguayos antes de empezar la pandemia estaban por debajo de la línea de la pobreza, es decir, casi dos de cada diez niños uruguayos está en situación de pobreza económica y si a eso se le agregara la pobreza multidimensional, ese número trepa sustancialmente. ¿Acaso no habrá que implementar políticas compensatorias que atiendan la niñez uruguaya? ¿Acaso el Codicen no tendría que estar hoy mismo citando a los sindicatos de la educación para planificar la presencialidad plena para el año que viene, con las distintas modalidades posibles e intentar que nuestros niños lleguen a las mayores potencialidades? Y aquí me detengo porque hay que decirlo de manera clara: si hubo una actividad heroica este año fue la que han desarrollado las maestras y las funcionarias dentro de las escuelas, midiendo las distancias entre cada alumno, separándolos, tratando de maximizar los espacios, logrando que sexto año fuera varios meses en forma conjunta a clases usando comedores, patios comunes, lugares de reunión, salas de informática, es decir, colocando toda la imaginación del magisterio y de los trabajadores de la educación primaria al servicio de la gente y para que todo funcionara.
De la misma manera que todos pudimos ver que en medio de la pandemia, la energía eléctrica estuvo asegurada, no hubo problema con el servicio de agua potable, los recolectores de residuos pasaron, las emergencias móviles funcionaron, y qué más decir de los hospitales y el rol que han jugado los trabajadores de la salud. Porque creo no lo puede desconocer nadie, los trabajadores y las trabajadoras en el Uruguay han jugado un papel destacado en tratar de que esta pandemia no se expandiera. Y lo seguirán haciendo. Para ello tendremos que insistir en el cumplimiento de los protocolos sanitarios en nuestros lugares de trabajo. Al mismo tiempo, tenemos que asumir que en esta circunstancia, nuestros contactos tienen que tender a disminuir sustancialmente ya que los científicos nos recomiendan la reducción sustancial de la movilidad. Y no podemos vivir como si esto no estuviera pasando, no podemos obviar la realidad.
¿En cuanto a las directivas del GACH hay coincidencia plena?
Personalmente confío mucho en la palabra de los científicos del GACH. Y el Pit-Cnt sigue puntillosamente sus indicaciones y recomendaciones. Y es muy importante ser cuidadosos en el manejo de la pandemia, no repitiendo y difundiendo bolazos sino tomando únicamente la información del Grupo Asesor Científico Honorario y con esa información poder procesar la forma en la que nos tenemos que comportar en nuestros lugares de trabajo pero también en nuestra militancia. Porque está claro que hoy por hoy, las aglomeraciones no están recomendadas, por tanto, tendremos que pensar en el referéndum y en la recolección de firmas en función de una metodología muy diferente, que será capilar, casa por casa y que cada miembro de la casa tendrá la responsabilidad de atender a su familia, a su vecinos para tratar de tener la trazabilidad de las firmas para alcanzar el objetivo.
¿La coyuntura supone una traba adicional para la iniciativa para derogar 135 artículos de la LUC?
Sí, claramente. Soy consciente que esto es una dificultad adicional a las que ya teníamos, pero también soy consciente que el gobierno optó por votar esta ley en medio de una pandemia y el movimiento sindical tiene que ejercer su derecho a la resistencia, aún a riesgo de que no estén todas las mejores condiciones dadas.
¿Las firmas están? ¿Se llega a esas casi 700.000?
Parto de la base que las firmas están. Tenemos que ver cómo llegamos a esos hogares, cómo entregamos las papeletas, generamos una cierta trazabilidad para que rápidamente vuelvan y se puedan computar. Tenemos desafíos por delante, tenemos sueños por cumplir, pero para poderlo cumplir tenemos que cuidar nuestra salud.
¿Se puede afirmar que el 2020 fue un año removedor en términos solidaridad para las trabajadoras y los trabajadores?
Fue un año absolutamente conmovedor. Por un lado hay que destacar los protocolos logrados para que se pudieran cubrir las áreas vitales para la población. El primer protocolo que se acordó fue el de la salud porque obviamente, los trabajadores de la salud fueron quienes se colocaban en la primera línea de riesgo. Acabamos de perder a nuestro amigo y compañero Enrique Soto y todos somos conscientes que los trabajadores de la salud estuvieron y están en la primera línea. Pero inmediatamente se trabajó en el protocolo de las escuelas rurales, para después seguir con la rama de la construcción y luego todas las demás ramas. Al mismo tiempo, emergió la solidaridad histórica del movimiento sindical por distintas vías. Por el grupo de ollas, por la coordinación de sindicatos que sostuvieron una impactante olla en AUTE, por la entrega de miles y miles de canastas del Pit-Cnt, por el aporte de uruguayos que viven en el exterior y que dijeron presente para que no faltaran alimentos, por el aporte de empresarios que hicieron donaciones a través del Pit-Cnt y por todos y cada uno de los sindicatos que destinaron recursos muy importantes para que las ollas populares permanecieran abiertas y actuaran como amortiguador de la gente que la estaba pasando mal.
¿Faltó el Estado?
Claramente. Todas estas acciones que mencioné no son las políticas públicas que tiene que tener un país. Es una respuesta solidaria, conmovedora y emergente, pero necesariamente tiene que haber una respuesta del Estado uruguayo para que esas familias puedan cocinar en sus casas.
¿Esa respuesta solidaria es parte de la esencia del movimiento sindical?
Sí. Así fue y será siempre. Los sindicatos siempre estarán dispuestos a construir condiciones para apoyar a aquellos que estén en peor situación. Esto nunca puede salir del radar del Pit-Cnt, nunca. Si perdemos eso, perdemos nuestra propia esencia, perdemos el amor por los cambios, perdemos nuestra necesidad de pelear por las transformaciones sociales imprescindibles. Hay que construir el amor por esas transformaciones y eso también se logra teniendo una actitud solidaria durante toda nuestra vida.
¿Fue un año perdido?
Por favor. Pensemos en la solidaridad que recibió la escuela pública por parte de los padres y madres y de la sociedad toda. En plena pandemia se entregaban 60 mil viandas diarias por parte de los maestros y funcionarios. No solo no fue un año perdido sino que fue un año ganado a la pandemia. Es verdad que pudo haber tenido dificultades, pero esas dificultades se sobrellevaron porque hay un magisterio nacional comprometido con sus alumnos que hoy están terminando las clases, algo que ha sido también un enorme esfuerzo de esos niños. Todo ese esfuerzo debe ser valorado. Y creo que es valorado por la inmensa mayoría de la sociedad uruguaya. Este año hubo múltiples actos de solidaridad con el magisterio, con los sindicatos de la educación y en defensa de la escuela pública, laica, gratuita, obligatoria, democrática.
No se debe banalizar lo que ocurrió con la educación pública este año.
Jamás. Al contrario, lo que hay que hacer es comprometerse más, abrazarse a la idea de que este es el momento de discutir cómo el año que viene se generarán las condiciones para que haya presencialidad plena, tenemos que pensarlo con tiempo, con mucho pienso, con mucha reflexión y luego una acción concreta que permita que nuestros niños vuelvan a clase con presencialidad plena.
¿Qué cosas te siguen sorprendiendo del movimiento sindical?
Que la brigada Agustín Pedroza salga y construya hogares para niños que nacen prematuros o para familias que tienen enorme dificultades. Que la brigada solidaria Aurelio Piccone salga y coloque instalaciones eléctricas allí donde no las hay. Que se hayan conformado las brigadas para la entrega de alimentos, que efectivamente se hayan entregado miles y miles de alimentos para las ollas populares y las personas en situación de mayor vulnerabilidad, que el movimiento sindical no haya dejado de luchar a pesar de la pandemia. Porque hay que cuidarse pero nunca hay que dejar de luchar por los sueños que perseguimos. Nadie se va a salvar solo, en el mundo nos vamos a salvar si colectivamente encontramos respuesta a la pandemia y a la crisis, al hambre de la gente, la falta de vivienda y de soluciones concretas para los que no tienen ingreso y realmente la están pasando mal. Esa lucha tendrá que ser de otra manera distinta a la convencional pero nunca puede dejar de existir.
¿Qué le dirías a las trabajadoras y los trabajadores de cara al futuro?
Que hay que luchar para lograr que el gobierno finalmente destine recursos para aquellos que hoy no tienen trabajo ni ingresos en sus hogares. Nosotros a eso lo hemos llamado ingreso mínimo o básico en la emergencia. Esta es una lucha que no podemos abandonar, podremos fracasar pero no la podemos abandonar porque se tratan de los uruguayos que salen todos los días a romperse el lomo pero que no pueden llegar con el jornal a sus casas producto de la pandemia. Y a todos en general, que a pesar de todo se puede construir la esperanza. Este año ha sido muy duro para los dirigentes sindicales por la pérdida de muchísimos compañeros, pero a pesar de todo, es posible construir la esperanza, es posible llegar a las firmas e intentar derogar la LUC explicándole a la sociedad cuáles son las peores aristas de esa ley. Es posible pelear el año que viene por intentar recuperar parte del salario perdido durante este como quedó establecido en la ronda anterior, pero sobretodo, que esto va a ser posible en la medida que la gente confíe en su sindicato y en la medida que esté organizada sindicalmente. Este año no nos podremos abrazar como lo hicimos toda la vida, ni juntarnos con amigos a celebrar. Pero podemos ofrecer el alma para intentar salir juntos, unidos y con un plan de acción que nos permita mejorar y transformar la sociedad para que los más vulnerables estén en mejores condiciones de vida. Este es el gran desafío humanista que tiene el movimiento sindical.
¿Qué espacio ocupa la familia en tu vida?
Mi familia fue todo en esta etapa. Nadie puede estar en paz y estable si su familia no le da esa estabilidad, si su núcleo más cercano no le aporta esa tranquilidad. Nadie puede estar bien si sus compañeros y sus amigos no le dan un abrazo, aunque que el abrazo no sea físico. Yo nací Jacinto Vera, un barrio donde el culto a la amistad fue y es parte de la idiosincrasia. Para nosotros los amigos son las personas que están cuando uno está mal. Hay veces que nuestros compañeros precisan una voz de aliento, un abrazo y después hablar de los temas sindicales.
¿Te dolió especialmente la partida de tu amigo Tabaré Vázquez?
Fue un golpe duro, porque a pesar que era previsible -él mismo nos lo hizo saber de múltiples maneras- fue muy doloroso. Ese mismo día de su partida su colaborador más cercano nos hizo saber que Tabaré Vázquez le había manifestado que nos enviara un saludo a Marcelo (Abdala) y a mí y en el nombre de nosotros dos, a toda la clase obrera. Eso en el momento de su partida… (largo silencio). Bueno, eso habla de lo profundo del vínculo entre Tabaré Vázquez y la clase trabajadora. Y su pertenencia a la clase trabajadora. El hecho de ser hijo de un trabajador y él mismo ser trabajador lo colocó en un lugar de sensibilidad para comprender al movimiento sindical. Más allá de los acuerdos y los desacuerdos, lo que encontramos en Tabaré Vázquez fue un ser humano sensible, hondo y un amigo capaz de escucharte. Además de todos los avances sindicales y sociales que logramos conquistar en sus gobiernos.
Yo creo que a Tabaré Vázquez la historia le tiene un lugar reservado a la altura de José Batlle y Ordóñez, de Luis Alberto de Herrera, de Luis Batlle Berres, de Líber Seregni y de Wilson Ferreira Aldunate. En un lugar de privilegio.
Yo no puedo disimular el cariño, el respeto, la admiración y también el hecho de sentirme amigo de Tabaré Vázquez, no lo puedo negar porque nos unía más que un conjunto de ideas, nos unían un conjunto de afectos y tuve la suerte y la posibilidad de conversar sobre distintos temas y enriquecerme de su acervo cultural muy profundo y muy poco difundido. A mí se me cayeron muchas lágrimas cuando supe la noticia y eso no me avergüenza porque sentí que en esa partida se iba mucho más que un presidente, se iba un amigo de la clase obrera, un compañero de la clase obrera y eso duele mucho. Y el dolor y la tristeza no hay que esconderlos.