Por Néstor Bentancor, Los Angeles. Desde su primer largometraje, “Cronos” de 1993 (protagonizada por el recientemente fallecido Federico Luppi), la filmografía de Guillermo Del Toro ha estado marcada por la presencia de diversos seres fantásticos, como fantasmas, vampiros, o engendros infernales. Pero en lugar de asustar, la principal función de estas entidades es el explorar aspectos de la naturaleza humana, lo que nos define como individuos y sociedades. “La forma del agua” (ganadora del León de Oro en la pasada Mostra de Venecia) no es la excepción, centrándose en el vínculo que forjan una solitaria mujer y un anfibio humanoide. “La idea vino de muchos lugares” nos contó Del Toro. “Cuando tenía 6 años vi ‘La Criatura de la Laguna Negra’. Es una historia de amor donde, al final, las cosas terminan mal para la pareja. ¡Siempre me pareció muy injusto!” dijo. Belleza terrenal Los héroes en este relato representan a clases y grupos menospreciadas por la sociedad, especialmente a comienzos de los años sesenta: una mujer afroamericana, un hombre homosexual, y la protagonista principal que es discapacitada. Elisa es una limpiadora muda que trabaja en un laboratorio del gobierno estadounidense, en donde crea un lazo afectivo con un misterioso ser en cautiverio. El personaje es interpretado por la actriz británica Sally Hawkins. “Lo escribí pensando en ella” reveló el mexicano. “En esta historia de ‘La bella y la bestia’ no quería que la bella fuese una princesa. Ella es una mujer hermosa a su manera, pero no es una modelo en un aviso de perfumes. Quería comunicar que existe belleza y luminosidad en todos los rostros, si nos detenemos a ver bien. Ella se ve como alguien que puede limpiar baños, pero también transmite magia. Eso es un milagro” afirmó. El monstruo es el mensaje En plena Guerra Fría, la criatura es capturada en la selva amazónica y sometida a dolorosos experimentos para determinar si puede ser utilizada con fines bélicos en contra de los soviéticos. “Cada personaje ve a la criatura de una manera diferente” señaló el mexicano. “El antagonista la ve como una cosa desagradable que vino de Sudamérica. Para los científicos es un milagro de la naturaleza. Para Elisa es el reconocimiento de la soledad que ella ignoraba que padecía.” Pero al igual que en “El espinazo del diablo” y “La cumbre escarlata”, donde los fantasmas simbolizaban un pasado violento sin resolver, aquí la entidad sobrenatural de turno también sirve propósitos narrativos menos evidentes. “Los monstruos en las películas, para mí, son la manifestación de la imperfección y la compasión. Te dicen ‘Mírame, ésto es lo que soy’. Creo que la esencia del amor es el reconocer y abrazar la imperfección” sentenció el director. Normalizando lo “raro” Una escena inicial, donde vemos brevemente a Elisa masturbándose, nos comunica que éste no es un cuento infantil. “La sexualidad femenina asusta a los hombres, no a las mujeres. Algo simple como la masturbación, con lo cual todos tenemos experiencia, rara vez se muestra en la pantalla” dijo el cineasta, para luego elaborar. “Ella se levanta, hierve unos huevos, se masturba, le saca brillo a sus zapatos, y se va a trabajar. Esa es una rutina perfectamente aceptable. Cuando tiene relaciones con la criatura, ésto se muestra de una forma hermosa y natural, para nada perversa. Al otro día, ella habla al respecto con su mejor amiga, como haríamos todos. Eso lo normaliza”. Como contrapunto, Del Toro se refirió al antagonista de la historia. “El único acto sexual perturbador de la película es el que tiene el personaje de Michael Shannon con su esposa, cuando intenta dominarla y silenciarla” explicó. Vitalidad, amor y belleza Más allá de las connotaciones fantásticas, y de ambientarse décadas atrás, la historia surgió como respuesta a la realidad actual, según Del Toro. “Estamos viviendo un momento en donde el odio es parte principal de la discusión. Podemos reducir a las personas a sólo una cosa, golpearlas, deportarlas, o matarlas, con total falta de sensibilidad” dijo. También señaló al cinismo: “Si digo que no creo en el amor, dirán que soy sofisticado. Pero si digo que sí, me tildarán de inocente”. El mexicano quiso hacer algo al respecto, utilizando al cine como herramienta. “Las películas me han salvado la vida muchas veces. Mis cintas anteriores estaban marcados por la tristeza y la pérdida. Quería que esta película transmitiese vitalidad, amor y belleza. Casi no existe la belleza en el mundo moderno: todo es comercial y empaquetado. Quería hablar de estas cosas, pero hoy en día sólo puedes hacerlo en un cuento de hadas” concluyó.
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