Pablo Romero García es profesor de Filosofía, docente en la Universidad Claeh y asesor de la ANEP. En las últimas horas denunció a través de un posteo en Facebook lo que vecinos de Pinares, en Punta del Este, le hicieron a uno de sus hijos, de 18 años, cuando creyeron que era un delincuente porque caminaba por la calle con una “gorrita de visera”.
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«Cinco adultos de aproximadamente unos 30 años lo golpearon, amenazaron, intentaron subirlo a la fuerza a un auto y lo atropellaron con un cuatriculo, pues supusieron que era un ladrón que caminaba por la calle con intenciones de robar”, contó Romero. “Y esto sucedió en Pinares de Punta del Este, donde estamos alquilando una casa desde el martes 1° de febrero. Los agresores, quienes intentaron matar a mi hijo, fueron nuestros vecinos”, agregó el docente.
La Fiscalía Departamental de Maldonado de Segundo Turno, a cargo de Ana Laura Roses, lleva adelante la investigación por este caso. Desde Fiscalía informaron que este martes está citada la víctima del caso y el miércoles declaran los indagados. La Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía trabaja con el joven agredido y su familia brindando apoyo y contención.
La fiscal de Maldonado Ana Rosés dejó en calidad de emplazados a los hombres denunciados por golpear, atropellar y amenazar a un joven de 18 años tras creer que era un delincuente.
La agresión ocurrió -según la denuncia- el sábado de noche en la zona de Pinares, Punta del Este, cuando cuatro personas creyeron que el joven de 18 años que caminaba por la calle con una gorra de visera era un delincuente que días atrás había querido entrar a su casa a robar.
Así se lo dijeron los agresores al padre del joven, un profesor universitario que hizo la denuncia ante la Policía y luego dio a conocer lo sucedido con una extensa carta publicada en redes sociales.
De acuerdo a la denuncia, los hombres – ahora emplazados por la fiscal – golpearon, atropellaron con un cuatriciclo y amenazaron de muerte al joven, quien en todo momento les decía que vivía en la casa de al lado. Con su familia habían alquilado la casa lindera a donde estaban los agresores.