Por Mauricio Pérez
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
El ambiente en el Palacio Peñarol ya no es el mismo. Hace unos meses, los líderes de la barra brava y sus allegados entraban y salían de la sede del Club Atlético Peñarol como si fuera su propia casa. Transitaban los pasillos, se reunían en el hall, utilizaban los baños e, incluso, guardaban allí las banderas. En ese lugar interceptaban a dirigentes para pedirles entradas o dinero. Fuera del recinto el panorama no era muy diferente: grupos de hinchas se reunían durante horas en las escalinatas o en la esquina.
Esta situación era resultado del estrecho vínculo entre la institución y la barra, y de una política de seguridad que apostaba a la inclusión de los barras en las tareas vinculadas con ese tema. Un modelo que supuso la entrega de beneficios económicos y otras regalías a los referentes de la barra –aquellos que tenían cierta ascendencia o liderazgo en la tribuna– y que incluía el pago de un salario a decenas de hinchas por ejercer tareas de seguridad. Un modelo que en cierto momento eclosionó y derivó en hechos de extrema violencia, vinculados con una lucha interna de poder.
Hoy la realidad de la sede aurinegra es otra. Se incrementaron los controles, y los barrabravas tienen impedido el acceso al edificio. Algunos todavía se reúnen en la esquina, pero en un número bastante menor que hace unos meses. Ese cambio de escenografía es parte de la nueva política de seguridad de la institución, que apostó a cortar todos los vínculos con las barras y sus referentes.
Ese cambio tuvo su momento de tensión máxima –al menos hasta ahora– cuando un grupo de referentes de la barra brava presionaron y amenazaron a diversos actores de la institución –mediante llamadas telefónicas, insultos y reiteradas incursiones en el Palacio Peñarol y en Los Aromos–, con el objetivo de recuperar esos beneficios. Esto derivó en los incidentes que terminaron con la suspensión del último partido clásico y el posterior procesamiento de cinco referentes de la barra por los delitos de extorsión y asociación para delinquir.
En este marco, el responsable de la Comisión de Seguridad de Peñarol, el ex ministro de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Ruibal Pino, afirmó que la nueva política supone la elaboración de un plan estratégico, en el entendido de que este fenómeno no es un problema de Peñarol ni del fútbol, sino que afecta a la sociedad en su conjunto. Para llevar adelante ese plan, Ruibal Pino eligió a los expolicías Horacio Zaugg y César Inzaurralde, ambos con amplia experiencia en materia de seguridad. Un tridente que ya cerró las puertas del Palacio Peñarol y que ahora busca erradicar a los barras de la tribuna.
Las barras y las maras
El fenómeno de las barras bravas no es nuevo en Uruguay. Algunos expertos sitúan sus inicios a fines de la década de 1980, cuando comenzó el proceso de separación de las hinchadas, ante una serie de hechos de violencia registrados en las tribunas. Pero con el paso de los años, el fenómeno empezó a complejizarse cada vez más y, con ello, el nivel de violencia. Este proceso eclosionó hace un par de años, dijo Ruibal Pino. “Es la aplicación de una nueva forma de delinquir”, afirmó.
“Si bien parecería que los orígenes van para atrás, esta exposición no existía en el país hasta hace un par de años. Es una colectivización de la delincuencia. No son tres o cuatro personas que van a asaltar un supermercado o una estación de servicio. Se trata de un grupo, que normalmente tiene uno o dos jefes, diez o 12 capataces, y 100 o 200 son carne de cañón. Es una especie de mara [nombre con el que se designa a las pandillas o grupos criminales con fuerte incidencia en los países de América Central] trasladada a Uruguay”, explicó Ruibal Pino a Caras y Caretas.
Afirmó que estos grupos suelen identificarse con determinadas zonas o barrios de Montevideo (La Banda de Cerro Norte o La de 40, del barrio 40 Semanas), donde suele radicarse el centro de su operativa. “Empiezan a reclutar gente en el barrio y desde allí vienen a hacer su negocio al lugar donde se lleva a cabo espectáculo. Hoy es fútbol, mañana puede ser otra cosa”, dijo. Estos grupos se vinculan con diversas actividades delictivas: comercialización de drogas, hurto de vehículos y en fincas, rapiña.
Durante una reciente comparecencia ante la Comisión Especial de Deportes de la Cámara de Senadores, Inzaurralde explicó que los seis subgrupos que integran la barra brava de Peñarol han pujado por el poder y el control de la tribuna, y que se trata de personas con estrechos vínculos con el mundo criminal. Siete de los 20 principales referentes murieron por actos de sicariato o por ajustes de cuentas, y el resto es responsable de unos 60 tipos de delitos. “Esto nos está hablando claramente de que el fenómeno no es Peñarol, sino la historia de violencia de estas personas, que son delincuentes habituales y peligrosos que han tenido la capacidad de organizar pandillas”, afirmó Inzaurralde ante los legisladores.
En diálogo con Caras y Caretas, el expolicía dijo que en estos grupos existe una estructuración con roles definidos y que la peligrosidad se asocia por la cantidad y la forma de delitos que se cometen. “Eso no se veía como algo especializado, territorial, permanente y dirigido. Hoy estos delincuentes tienen la característica de seleccionar los blancos y generar distintos tipos de actividad. Por ejemplo, podemos hablar de que en el Palacio Peñarol se llevará a cabo una actividad recreativa –un partido de básquetbol, por ejemplo–, y presionar para obtener un dinero y que no se generen inconvenientes. O si hay un recital y pedir entradas para ingresar”, dijo.
Esto está impregnado de un fenómeno que atraviesa a toda la sociedad: la búsqueda de poder, que se percibe en aspectos meramente testimoniales, como puede ser el lugar que ocupan en la tribuna o la bandera que utilizan. Asimismo, la investigación sobre estos grupos demostró que son asociaciones más o menos estables, duraderas y permanentes, pero que también tienen mucha movilidad, y que la violencia está asociada al antagonismo entre grupos rivales y a la pugna por el poder.
“El fenómeno de la intervención policial y la judicialización genera que líderes de primer nivel hoy estén dentro de la cárcel y tengan que ser sustituidos. Hay un relevo que puede llevar a corrimientos hacia otras actividades o a potenciar a estas organizaciones, o a otras formas de actuar dentro del club o en relación con otros clubes”, sostuvo Inzaurralde.
Plan estratégico
Para terminar con la violencia en el fútbol se requiere, en primer lugar, que la opinión pública entienda que no se trata de un problema de Peñarol ni de ningún club en particular, afirmó Ruibal Pino. “Hoy es un problema de Peñarol, mañana será un problema de otro equipo. Tampoco es un problema que esté radicado en el fútbol. Ya se empezó a notar en el básquetbol; se podrá notar en algún espectáculo en el Palacio Peñarol o en el Parque Central”, afirmó.
“Lo que tenemos que procurar, para el largo plazo, es que todos los clubes apoyen una iniciativa de este tipo. No tiene que ser la estrategia nuestra [de Peñarol], capaz que hay una mejor, pero debe existir una estrategia colectiva. El problema no es de Peñarol. Lo fundamental es colectivizar la defensa”, agregó. El ex ministro de la Corte destacó la decisión de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) de profesionalizar su política de seguridad, lo que permitirá que todos los clubes estén alineados detrás de una estrategia común, “por lo menos en los puntos fundamentales”. Inzaurralde explicó que el plan estratégico diseñado incluye una serie de medidas y actividades hacia la interna de la institución y otras hacia el exterior. Entre las primeras se cuenta la educación en seguridad de los diferentes actores del club, como dirigentes y jugadores. Eso incluye, por ejemplo, a los integrantes de los planteles de juveniles, mediante la organización de actividades dirigidas a los jugadores, padres y familiares, en la detección de riesgos y amenazas. La idea es “darles elementos para que sepan reconocer una situación de peligro o cuándo una relación comienza a ser complicada”, afirmó.
También es necesario capacitar al personal de seguridad de la institución, centrada en reconocer “las capacidades y las posibilidades de los grupos que tenemos en oposición”. Inzaurralde afirmó que se debe diferenciar el riesgo permanente que corre un vigilante privado en el área deportiva en relación con el de otro que se dedica a la custodia de un comercio. En el fútbol existe “un período muy corto y muy intenso en cuanto a la seguridad del individuo y la seguridad que debe prestar”, por lo que requiere “otro tipo de garantías y un entrenamiento complementario”. “Es un tema que hay que hablar y desarrollar en relación con el carácter de la amenaza y lo que [estos funcionarios] deben enfrentar. Hasta dónde pueden asumir riesgos y cuáles son los riesgos que no deben asumir. La seguridad se basa en eso: no asumir riesgos que uno no puede controlar. Hay que educar en seguridad, la capacitación es muy importante”, explicó. Por este motivo, destacó los cursos que comenzó a ofrecer el Ministerio del Interior (MI) a los guardias privados, enfocados en cómo manejar un disturbio en la tribuna.
Entre las medidas dirigidas hacia el exterior, se destaca el trabajo con la AUF y el resto de los clubes, así como el intercambio de información con el MI. Esto incluye planes y operaciones “que tienen que ver con la planificación, pero también con un aspecto objetivo que también pesa mucho: tender lazos de confianza. Es necesario hablar de la misma forma, apuntar hacia lo mismo”, dijo Inzaurralde.
Seguimiento diario
La política de seguridad de Peñarol implica un monitoreo diario de la situación. “La preocupación es permanente […] Desde un principio aclaramos, y fuimos muy precisos al hacerlo, que no era una solución inmediata y que no teníamos una fórmula mágica”, dijo Zaugg a Caras y Caretas. Sin embargo, la elaboración del plan estratégico permite avanzar “ordenadamente”, así como visualizar cómo se comporta la organización de la barra brava para definir las respuestas que brinda la institución.
“Esto es un semana a semana planificando, fortaleciendo todo lo que tiene que ver con la seguridad, con la distribución del personal, con las restricciones de acceso, obviamente en colaboración con la Policía Nacional, algo que necesitamos decididamente”, dijo Zaugg, quien actúa como enlace con las autoridades ministeriales y policiales.
En este sentido, la política tiene un componente de corto y mediano plazo que apunta al abordaje del partido siguiente, lo que supone discutir qué fuerzas se necesitan, qué debe aportar cada parte y qué cuota de responsabilidad tiene cada uno de los participantes en el operativo, bajo la premisa de que todas las acciones son complementarias. “La dirección de lo que es la seguridad pública la tiene la Policía Nacional; lo que hace el club es aportar, con base en ese direccionamiento, aquellos ajustes o cambios que debamos hacer para poder terminar un partido sin ningún tipo de situaciones de violencia o evitando situaciones de violencia, manejando la masa que circula en un pico de horario específico”.
Zaugg explicó que actualmente Peñarol tiene la capacidad, basado en la tecnología instalada por la institución, de efectuar una evaluación “en tiempo real” de cómo se comporta la venta de entradas. “Esto nos permite observar cuántas entradas se vendieron, cuántas personas van a ingresar en cada tribuna, cuántas personas están ingresando en tiempo real a cada una de las tribunas, en qué horario y por qué puertas se producen los picos de acceso”. “Desde el punto de vista de la seguridad nos brinda una herramienta excepcional para planificar el partido siguiente, para mejorar y fortalecer algunos accesos y potenciar el operativo de seguridad en algunos sectores. Esta información es la que compartimos con el MI”, afirmó.
A esto se suma una tarea de inteligencia centrada en las acciones de los integrantes de la barra, con el propósito de determinar su composición y sus actividades. En este sentido, Ruibal Pino afirmó que la comisión envió a las autoridades una lista primaria de 20 personas con antecedentes de violencia, para que se les impida el acceso al estadio. Cada nombre fue acompañado con una fundamentación de su inclusión en la lista, porque “tampoco queremos cometer injusticias y poner en esa lista a gente a la que no le corresponde”.
Al mismo tiempo se trabaja en una ampliación de la lista que se enviará “en los próximos días”, y que incluye a unas 80 personas, “algunas de las cuales coinciden con las que ya tiene el MI, otras no; la mayoría, no”. “Trabajamos para eso: investigar, identificar y judicializar. No podemos hacer otra cosa, porque si estamos constando que parecería que se cometió un delito, tenemos que denunciarlo”. Estos trabajos incluyen filmaciones y fotografías de los hinchas y su posterior identificación, contó Ruibal Pino.
***
La Policía dentro del Campeón del Siglo
Uno de los puntos en debate en materia de seguridad se vincula con la conveniencia de la presencia policial en la tribuna. En este contexto, Peñarol trabaja en la construcción de un recinto dentro del estadio Campeón del Siglo, para que la Policía pueda ubicarse dentro del perímetro, que le permita un rápido acceso a la tribuna en caso de incidentes graves, según afirmó Jorge Ruibal Pino a Caras y Caretas.
Ese recinto estará dentro del perímetro pero no en la tribuna y permitirá un rápido ingreso a la tribuna y una rápida evacuación si la entidad del problema lo amerita, explicó. “Una vez que esté concluido ese espacio vamos a presentárselo a la Policía Nacional, que dirá si es adecuado o le falta algo”, dijo. Además, señaló que la seguridad privada tendrá lugares elevados de vigilancia fuera de la tribuna, desde los cuales los guardias de seguridad podrán comunicar al supervisor de la guardia privada sobre posibles incidentes, para que este a su vez se los comunique al jefe del operativo policial.
***
Violencia en el Parque Central
La cuarta fecha del Torneo Apertura estuvo pautada por un episodio de violencia en el Gran Parque Central. Un funcionario de recaudación fue agredido por un parcial de Nacional que pretendió colarse por el acceso donde se realizan las obras de ampliación del estadio tricolor. Esta persona corrió y se llevó puesto al funcionario, que recibió un severo golpe en el ojo. Las forma y demás se conocerán cuando lo instruya la Comisión Disciplinaria de La AUF. Fuentes de la asociación estimaron que Nacional será encontrado responsable en este caso, pero aún se desconoce el grado y la sanción.
En este sentido, según supo Caras y Caretas, la Comisión de Seguridad de Nacional comenzó a tener bajo su control la totalidad del Parque Central recién en este campeonato. Antes la tribuna Abdón Porte estaba bajo la égida de un barrabrava que posteriormente se convirtió en funcionario tricolor. Hoy, por recomendación del MI, dejó de serlo. Pero nada asegura que no pase nada.