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A los 101 años de edad falleció David Rockefeller, una leyenda del capitalismo

Su deceso se produjo mientras dormía en su mansión de Nueva York.

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A David Rockefeller le gustaba Punta del Este. Había estado allí tres veces a lo largo de su centenaria vida: en 1996, durante la presidencia de Luis Alberto Lacalle, para participar de un congreso del Council of Americas, una entidad “dedicada a promover la democracia en las Américas”. Posteriormente, en 2015 y 2016 regresó, pero a descansar. Es que la vida, pese a permitirle acceder a los mejores tratamientos gracias a su incalculable fortuna, ya le estaba pasando factura. A tal punto, que este lunes, el legendario magnate estadounidense falleció a los 101 años, mientras dormía en su residencia de Pocantico Hills, una mansión ubicada al norte del estado de Nueva York.

Fue una leyenda por su influencia y su trabajo, y también porque había nacido y se había formado en el seno de una familia que ya era una leyenda en Estados Unidos. Era nada menos que el nieto de John Rockefeller, el otrora patrón de la industria petrolera -fundador de la Standard Oil, un verdadero imperio económico y financiero- y uno de los pilares del desarrollo del capitalismo, no solo en estados Unidos sino en gran parte del mundo. Fue una familia de potentados estrechamente vinculados a la economía y el poder. Su hermano Nelson fue gobernador de Nueva York entre 1959 y 1973 y en 1974 se desempeñó como vicepresidente junto a Gerald Ford.

David era el más joven de los seis hijos de John D. Rockefeller Junior. Fue fundador de la Comisión Trilateral, una de las organizaciones privadas más influyentes del mundo, y presidió el Chase Manhattan Bank, germen de JPMorgan Chase, el mayor grupo financiero del país.

Había nacido en Manhattan el 12 de junio de 1915 y se doctoró en economía por la Universidad de Chicago, aunque estudió también en Harvard y Londres. Amaba el arte y en su colección privada atesoraba obras de Picasso, Monet, Matisse y Rothko. A lo largo de su vida donó U$S 150 millones de dólares al Museo de Arte Moderno, que cofundó su madre Abby. Durante la Segunda Guerra Mundial se alistó en el Ejército estadounidense y fue enviado al norte de África donde desarrolló tareas de inteligencia para los aliados.

Sentía un profundo interés por Uruguay y así se lo expresó al expresidente José Mujica cuando ambos se reunieron en Nueva York en setiembre de 2013. Se sintió interesado, además, por la aprobación de la ley que despenaliza la marihuana.

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