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Los medios y las fake news

Por Leandro Grille.

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Los grandes medios de comunicación denuncian la proliferación de noticias falsas en las redes sociales a la vez que difunden noticias falsas a troche y moche en sus portadas. La información trucha sobre la reestructura gerencial de UTE y su costo millonario publicada en la tapa del diario El País, rápidamente desmentida por el presidente del ente autónomo, que convocó a una conferencia de prensa y hasta hizo la denuncia penal contra el periódico, es una muestra más del carácter hipócrita de la prensa hegemónica de la oposición que, por un lado, vive escandalizada por el fenómeno de las “fake news” y por el otro, se la pasa fabricando bulos para el consumo de los desprevenidos.

 

No es la primera vez. Ni siquiera es la primera vez en este mes. Se acumulan los ejemplos de noticias falsas o tergiversaciones groseras construidas con el propósito político de atacar a la izquierda, y si en las redes sociales resulta alarmante observar cómo hasta los propios legisladores de la oposición viralizan mentiras aparatosas, más grave aún es cuando sucede en medios consolidados, porque allí se supone que hay profesionales que se dedican a corroborar la veracidad de la información y la ciudadanía, por tal motivo, tiende a creer lo que se publica.

 

No es fácil discernir si la campaña global contra la distribución de noticias falsas en las redes sociales, que llevan adelante los medios más importantes del mundo, surge de una preocupación genuina sobre el peligro que representan para la democracia, o simplemente obedece a una pretensión monopólica sobre la capacidad de mentir. Porque lo que está claro es que los medios dominantes operan y mienten a cara de perro y en no pocos casos han sido cómplices del avasallamiento de las instituciones democráticas y han celebrado con ganas la instalación de gobiernos de corte represivo y autoritario.

 

Todo el mundo advierte que la campaña electoral que se viene va a estar atravesada por el juego sucio. Y esa es una preocupación atinada, sobre todo a la luz de lo que está sucediendo ahora mismo en Brasil y la operatoria que se reveló de los estrategas publicitarios de Jair Bolsonaro que inundaron a los usuarios de WhatsApp de fake news y con ello produjeron un daño impresionante a la imagen del candidato del PT, Fernando Haddad, y torcieron la elección a favor del capitán fascista que amenaza con una limpieza étnica contra los “rojos marginales”, mientras su hijo, diputado, dice que puede cerrar a la Corte de Justicia con un cabo, porque igual nadie va a salir a la calle a defender a los jueces. Pero para llegar a esta situación en la que las noticias falsas virales hacen estragos y un nazi puede llegar a la presidencia, primero hubo que dar un golpe de Estado, destituir a la presidenta electa, armar una persecución judicial contra Lula, y meterlo preso para evitar que ganara las elecciones como indicaban todos los sondeos. Y toda esa orquesta de golpe, destitución de la presidenta y prisión del líder más importante de Brasil no se organizó por Facebook ni WhatsApp sino en las pantallas de la O Globo, en las tapas de Veja, del Folha do Sao Paulo y, más en general, en el ecosistema de medios de comunicación convencionales y dominantes, actuando en conjunto con una parte del poder judicial y sectores económicamente muy poderosos de Brasil y del extranjero.

 

Estamos demasiado convencidos de que Uruguay está a salvo de esta oleada de ultraderecha neoliberal que está por ganar electoralmente el poder en Brasil, que ha sometido a Argentina, que se esparce en Europa y en los Estados Unidos, pero no lo estamos, porque estos fenómenos de alcance global siempre tienen su traducción local y sus adeptos. Y en la campaña electoral que comienza va a ser esa encrucijada el cerno de la disputa. Los medios de comunicación van a tener un rol muy importante, pero lamentablemente no siempre para proteger a la población de las mentiras que corren por las redes, en muchos casos van a ser propiciadores de los infundios. Es más, conviene investigar quiénes están detrás de la multitud de trolls fachos que contaminan las redes sociales, que hostigan, insultan e incluso amenazan a los que exponen un pensamiento progresista o de izquierda. No vaya a ser que haya medios que pontifican contra las fake news y a la vez tienen  granjas de trolls y perfiles truchos.

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