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Editorial LUC |

Los pobres también existen

Por Alberto Grille.

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El lector de esta columna es empleado o empleada de una tienda, periodista, productor rural, empresario pequeño o mediano, jubilada,  obrero metalúrgico, investigador, pensionista, cocinero, enfermera, médico, policía, empleada doméstica, peón de estancia o milico.

Tal vez votó al frente Amplio en las elecciones pasadas y quizás estaba cansado y resolvió cambiar y votar a Luis Lacalle Pou.

Este último era el uruguayo que esperaba vivir mejor, creyó en las promesas y en la locuacidad de un candidato enérgico, más joven y desenvuelto y se convenció de que estaría más seguro, sus ingresos iban a aumentar, se rebajarían los impuestos, los combustibles o sus aportes a la seguridad social.

Había elecciones en octubre, fue un domingo y votó, dudó un poco y el último domingo de noviembre, lo votó de nuevo.

Pasaron dos años y ya el lector o la lectora tuvieron tiempo para reflexionar un poco más

Hoy, a escasos 9 días de la consulta electoral sobre la LUC, quisiéramos hacer algunas preguntas para que estas nos ayuden a decidir qué votar.

¿El lector está mejor con este gobierno?

¿Paga menos alquiler?, ¿le  cobran menos cuando va a la feria, al almacén o al  supermercado?, ¿le rebajaron los impuestos?

¿Le regalan la garrafa del supergás?, ¿le disminuyó el precio de la nafta?, ¿cayó el del gasoil?

¿Le descontaron la tarifa del colegio?, ¿la patente?, ¿le bajaron lo que paga de alquiler?, ¿bajó el azúcar, la harina o la yerba?

¿Le bajó la carne?, ¿los huevos, la leche, los tomates, el aceite de girasol, el café, el pan?

¿No hay más tickets en la mutualista?, ¿le regalan los medicamentos como prometió el hoy senador Juan Sartori?

¿Debe menos en la tarjeta de crédito?, ¿le cobran menos intereses?, ¿le sobra la plata a fin de mes?

Ni ahí. Nada de eso. Ninguna de estas cosas ha pasado en estos dos años en que gobierna Lacalle Pou.

Le dijeron que todo iba a cambiar. Que al menos no iba a haber más aumentos y tarifazos. Que Lacalle iba a poner el país patas para arriba y todo está para peor.

Lo cierto es que yo estoy igual a quien lee estas palabras.

Al lector, ¿le parece que tiene  más libertad?, ¿antes de que gobernaran los blancos y sus socios, escuchaba de abusos policiales?, ¿había oído que hubiera represión en las calles o que la Policía te golpeara sin motivo?

¿Tenía menos libertades?, ¿no podía opinar?, ¿cerraban diarios o radios?, ¿lo echaban del trabajo o del liceo por pensar distinto?

¿Ahora puede dejar la puerta de la casa abierta?, ¿se olvidó de usar llave o dejó de poner rejas?, ¿sus hijos juegan en la calle o los puede dejar ir  solos a la escuela?

¿Apareció alguno de los compatriotas desaparecidos durante la dictadura?

Yo no veo que estemos mejor, ni veo que no haya aumentos, ni que haya más seguridad, ni más libertad ni los uruguayos estamos más felices

¿Tal vez no estamos mejor pero se hicieron grandes obras?

Muchos gobiernos hicieron obra. Hasta los militares hicieron los accesos a Montevideo del lado oeste y el Fondo Nacional de Recursos, Sanguinetti, hizo la Torre de Antel, Tabaré hizo el Auditorio del Sodre, la Torre Ejecutiva, la Perimetral, el Antel Arena, el puente del Río Santa Lucía y el nuevo Aeropuerto de Carrasco, Mujica promovió la instalación de la fibra óptica y el cambio de la matriz energética y las UTEC.

Pepe además amplió derechos, impulsó el matrimonio igualitario, la igualdad de género, los derechos de homosexuales y transexuales, la Ley de interrupción voluntaria del embarazo; Tabaré, la reforma sanitaria y la reforma fiscal.

Este gobierno es malo, malísimo. Es puro globo porque aún no hizo nada.

¿Alguien recuerda qué hizo este gobierno que quede para generaciones futuras?

Por ahora, nada.

Subió los combustibles, no una sino siete veces, redujo los salarios y las jubilaciones, achicó las prestaciones del Mides, los salarios de los funcionario públicos, incluyendo policías y soldados, redujo la participación de los profesores y maestros en los organismos de enseñanza, sustituyó buenos policías por malos policías… y aprobó la LUC.

Ya llevan dos años y faltan tres de gobierno.

El primero no hizo nada porque iban a hacer auditorías para develar la corrupción del gobierno anterior y porque lo sorprendió la covid; el segundo año no hicieron nada porque los despertó la segunda ola de la pandemia; ahora no harán gran cosa por la guerra que estalló en Europa.

El mayor logro por el que se ufana el gobierno es haber vacunado a la población.

Todos los gobiernos, blancos, colorados y frenteamplistas, incluyendo a los deplorables gobiernos de la dictadura, al menos desde que yo nací, vacunaron a toda la población.

Hace tres cuartos de siglo que me vacunaron todos los gobiernos, no solo en sentido figurado, sino en sentido literal.

Nos vacunaron a mí y a todos mis  contemporáneos contra la tuberculosis, la tos convulsa, la fiebre tifoidea, la viruela, la poliomelitis, el sarampión, la gripe, la meningitis y el tétanos.

Esto se veía siempre como un hecho natural, casi obligatorio y necesario.

No hay niño que no esté vacunado contra las enfermedades transmisibles que tienen vacunas.

Ningún gobierno se vanaglorió de haber comprado vacunas y vacunado a la población objetivo.

A decir verdad, tampoco a ningún gobierno uruguayo se le murieron en una epidemia más de 7.000 uruguayos ni ningún ministro se refirió a sus compatriotas  diciendo que “algunos se murieron”.

Tal vez conviene recordar que en la guerra de Ucrania, que tanto nos conmueve y que constituye una verdadera tragedia -según consigna las Naciones Unidas-, se cuentan hasta el día de hoy 568 civiles muertos.

El próximo año el gobierno espera su mejor  año, en el que se promete recuperar los salarios, suprimir el IASS y bajar el impuesto a la renta. Eso, si los números lo permiten.

2023 será  el de las promesas incumplidas y el siguiente año comienza la campaña electoral y el Presidente deberá encontrar un heredero. El último año, Lacalle Pou no encontrará un conserje que le sirva un café.

Ya está. Bobeando y bobeando se le fue el tiempo y no hay ni necesidad de poner palos en la rueda.

La gente quisiera un gobierno exitoso, en que todos vivieran mejor. El que lee estas líneas, el obrero, el jubilado, el colono, el doctor y la enfermera están amargados y no tienen mucha esperanza en que se cumplan ni 10% de las promesas que Pompita hizo en la campaña electoral, instancia en la que prometió bajar impuestos y no subir más los combustibles, en la que se comprometió a que nuestra vida sería mejor, que el país iba a estar más integrado, recibiría importantes inversiones, mejoraría la inserción comercial, crearía puestos de trabajo y transformaría la educación.

Y no hizo nada, nada de nada. Me rompo la cabeza pensando qué hizo y no se me ocurre nada.

Podría parecer curioso, pero todo tiene una explicación. El lector está amargado, pero las cámaras empresariales no.
La Cámara de Comercio, la Federación Rural y la Asociación Rural, la Cámara de Industria, las empresas agroexportadoras, la Asociación de Diarios y los canales privados de televisión están de fiesta. Lo mismo la Confederación de Gremiales Empresariales.

Los ganaderos, los exportadores de granos, las transnacionales que producen la celulosa, los bancos, los vendedores de maquinaria agrícola, los frigoríficos, los propietarios de grandes extensiones de tierra, las grandes empresas de la construcción, la están juntando a paladas.

Mientras el lector no llega a fin de mes, los  depósitos en el sistema financiero de los más ricos se incrementan en muchos miles de  millones de dólares.

Tenemos una oportunidad de poner freno a esto el próximo domingo, no para que hagan alguna obra porque ya no van a hacer nada, tampoco  poner palos en la rueda porque los palos se los ponen ellos solos.

Al menos para que no sigan gobernando para los malla oro, para que no desalojen a nadie por deber tres días el alquiler, para que no sigan sancionando a los profesores, para que malos policías no te sigan prepoteando en la calle, para que no les den pasaportes a los narcotraficantes, para que el presidente no siga pavoneándose como si fuera el rey del mundo, para que alguien se acuerde de que, al menos mientras cuentan los votos rosados, los pobres también existen.

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