No vamos a cuestionar las medidas adoptadas a nivel mundial para frenar la propagación de este extraño virus; pero no podemos dejar de pensar que algunas pueden causar más daño que el mismo.
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Antes de esta pandemia, 25.000 personas morían de hambre cada día, y el 75 % eran niños, de acuerdo a estudios de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). Solo en Yemen, muere de hambre un niño cada diez minutos y en el planeta hay 155 millones de niños menores de cinco años con desnutrición crónica.
No tengo datos actualizados al respecto; pero sospecho que la cifra mundial aumentó en las últimas semanas y aumentará en los próximos meses, no tanto por las consecuencias de la pandemia como por la insensibilidad de los gobernantes neoliberales. En Uruguay, el gobierno no quiere retroceder en el aumento de las tarifas de los servicios por encima de la inflación, mientras que otros países han llegado a suspender el cobro de las mismas. En Francia, por ejemplo, Emmanuel Macron decidió suspender el pago de impuestos y cotizaciones sociales, así como el pago de las facturas de agua, luz, gas y alquileres, prometiendo además que “ningún francés se quedará sin recursos”.
Para el contador Ivan Posada, en cambio, la propuesta de suspender el aumento de tales tarifas es un planteo “absolutamente demagógico y fuera de la realidad”. Huelga decir que él no se encuentra entre las personas con familia a cargo que hoy no saben cómo afrontar semejante pago tras haber perdido su fuente de ingresos.
El tema es que, en medio de la tragedia, sobresalen gestos de grandeza por todas partes; pero también actos de una bajeza vergonzosa.
El general pescando en río revuelto
Uno de los demagogos más grandes de los últimos tiempos no dejó pasar la oportunidad de la crisis sanitaria para llevar agua a su molino y publicó un video donde, aparte de dar consejos para cuidar la salud, aprovechó para echarle la culpa de nuestros males a la izquierda, pese a señalar en primera instancia que los uruguayos debemos superar esto con “inteligencia, solidaridad y espíritu de colaboración”.
Con su característico tono solemne, cadencioso y pausado (tan común en los discursos de los dictadores que nos gobernaron desde 1973 a 1984) expresó: «No es el momento de pasar cuentas al anterior gobierno, si realizó o no medidas para enfrentar una situación que desde hace meses comenzó a expandirse agresivamente por el planeta. Si se debió o no establecer mayores controles en las fronteras hace ya mucho. No es momento de reiterar que era mucho más importante recuperar el hospital de Clínicas que construir el Antel Arena».
Solo le faltó decir: Es obvio que eso, justamente, es lo que acabo de hacer; pero parto de la base de que ustedes son idiotas y no se habrán dado cuenta.
El general, ante la crisis, no muestra ni inteligencia, ni solidaridad ni espíritu de colaboración; pero, justamente, para eso sirven estas crisis: para dejar claro quiénes actúan con grandeza priorizando el bien colectivo, y quienes se arrastran por las cloacas para buscar ruines réditos políticos. Él, como candidato presidencial, nunca abrió la boca para exigir medidas contra la pandemia; pero ahora parece que hace meses que se sabía de la crisis que estallaría en marzo.
De robar con un arma en la mano a robar con la Biblia
El ex rapiñero pastor Giménez gana dinero en Argentina vendiendo alcohol en gel a 1000 pesos, aprovechando el lavado de cerebro que ha hecho a sus seguidores y asegurando que está bendecido. Ya está ante la Justicia por estafador. Nunca dejó de ser un criminal; solo que descubrió algo más lucrativo que amenazar con un arma para que le entreguen dinero: amenazar con el infierno y prometer el cielo.
Ojalá sigamos el ejemplo de Argentina y le cortemos el chorro a estos chantas que se hacen millonarios gracias a la ignorancia y fanatismo de tantas personas.
Lo malo es que se propagan de manera más peligrosa que cualquier otro virus.
America first
Mientras tanto, Donald Trump pretendió tomar el control de la empresa farmacéutica CureVac, que trabaja en la creación de la vacuna contra el Covid-19, para tenerla en exclusividad para EE.UU; pero chocó con la firme decisión del gobierno alemán de mantener el desarrollo de vacunas en Alemania y Europa. El diputado socialdemócrata Karl Lauterbach, profesor de Economía de la Salud, twiteó: “La venta exclusiva de una posible vacuna a los EE.UU. debe evitarse. El capitalismo tiene límites”.
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Maas, criticó el intento de Trump y expresó al grupo Funke: “Los científicos alemanes son líderes en el desarrollo de medicamentos y vacunas en cooperaciones a nivel global. No podemos permitir que otros se quieran asegurar de manera exclusiva los resultados de sus investigaciones”. Finalmente, agregó una frase que difícilmente logre atravesar la capa de irracionalidad que cubre el rústico cerebro del presidente norteamericano: “Sólo lograremos combatir este virus juntos y no los unos contra los otros”.
El lema favorito de Donald Trump es “América primero”. No sólo considera a Estados Unidos como América, despreciando a todos los demás países, sino que demuestra un egoísmo y prepotencia excesivamente peligrosos para la humanidad en un momento como éste. Que alguien así tenga al planeta infectado de bases militares erizaría la piel a toda la humanidad, si no fuera porque las grandes cadenas internacionales de desinformación siguen mostrando a los estadounidenses como los salvadores del mundo, la libertad y la democracia y millones de incautos lo creen.
Buscando la reelección, su estrategia es llamarle “el virus chino” al Covid-19 y se presenta como un presidente de guerra; es decir, como la persona adecuada para enfrentar un agravamiento de la crisis. A mayor miedo, mayor búsqueda de personajes nefastos y autoritarios por parte de la ciudadanía.
Es increíble cómo los buitres comienzan a sobrevolar cuando la muerte anda cerca.
Al final, no todo era tan malo…
ALUR no era tan malo. Ahora, el gobierno le pide desesperadamente más alcohol en gel.
El MIDES no era tan malo. Ahora será la tabla de salvación para millares de personas perjudicadas económicamente por las medidas implementadas mundialmente para impedir el avance del Covid-19.
El Plan Ceibal no era tan malo. Ahora, con la pandemia, las clases se podrán dar en línea a los “idiotas informáticos”.
El cable submarino no era tan malo. Ahora podemos hacer la mayoría de los trámites con el Estado por internet, sin salir de nuestro hogar, y a gran velocidad de conexión.
El Sistema Nacional Integrado de Salud no era tan malo. De haber seguido con el que teníamos con los partidos de derecha, nos esperaría una gran mortandad en los próximos meses.
La inclusión financiera no era tan mala. Ahora, es la mejor manera de sacar el efectivo de las calles, no solo para evitar rapiñas y hurtos, sino también la propagación de virus.
La economía no era tan mala. Ahora el gobierno dispone de casi 15.000 millones de dólares en reservas del Banco Central para afrontar esta emergencia. Menos mal que el virus no cayó en 2005, cuando el gobierno solo recibió 2.500 millones. Ante esta situación, cuando miles de personas han perdido su fuente de ingresos y no sabemos cuánto durará la crisis, necesitamos un Estado solidario y responsable que atienda prioritariamente a los más débiles. Tal como ha señalado Fernando Pereira (PIT-CNT): “Gastar 500 millones de dólares de las reservas que tiene Uruguay no debería generar ningún espanto”. “Hay 400.000 trabajadores uruguayos que son trabajadores informales o tienen un puesto en la feria”. Redoblemos la apuesta. Si tenemos que gastar 1.000 o 2.000 millones para asegurar el bienestar de nuestros compatriotas, ni siquiera se tambaleará nuestra economía. Un “Gracias, Danilo”, no estaría mal en esta instancia.
El neoliberalismo es sinónimo de egoísmo
Debo felicitar al gobierno por distribuir alimentos en los hogares de los niños que comían en la escuela. Lo que está bien, está bien y punto, si me disculpan la tautología. Sin embargo, y pese a varias solicitudes de organizaciones sociales, el gobierno uruguayo mantendrá la suba de las tarifas de los servicios públicos por encima de la inflación, aun cuando su principal promesa electoral era no subirlas. El problema es que, debido a la pandemia, muchísima gente humilde ha perdido su fuente de ingresos y no sabemos cuánto durará esto. Con el virus en la vuelta, sin agua y sin luz (porque no tendrán cómo pagarlas) su situación será dramática, un problema que no tendrá ningún integrante del gobierno y menos el presidente, que ni siquiera deberá pagarlas.
Con la mitad del gabinete vinculado al sector agroexportador, el dólar se ha dejado ir a las nubes, y mientras varios ministros y familiares de estos multiplican su riqueza, los humildes mortales ven cómo su poder adquisitivo va en picada.
En la serie The Walking Dead, lo peor no son los muertos, sino los vivos. En los días del Corona Virus, lo peor no es el virus; también son los vivos.
Los vivos de siempre.