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¿Qué piensa el general Guido Manini Ríos?

Manini: “O nos integramos o los grandes del mundo decidirán por nosotros”

Reportaje al comandante en jefe del Ejército, un militar que se declara seguidor del pensamiento de Alberto Methol Ferré.

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Caras y Caretas Diario

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Hace unos días se realizó un reconocimiento al papel que han jugado los afrodescendientes en las Fuerzas Armadas uruguayas a lo largo de la historia. ¿Usted considera que los afrodescendientes no habían sido reconocidos como debían hasta este momento?

El 29 de octubre nosotros homenajeamos -lo teníamos previsto hace mucho tiempo- a la figura de Ansina. Primero que nada, ese día se cumplían dos siglos exactos de un oficio en el cual el general Artigas menciona a Ansina y habla de una misión que él cumplió, más allá de esa imagen de sirviente que nosotros hemos heredado y que hemos visto siempre. O sea, en realidad cumplía una misión operativa para Artigas y así lo hace ver en un oficio. Podemos decir que el 29 de octubre de 1818 Ansina entró en la historia. Por lo tanto entendimos, en una continuidad de lo que venimos haciendo en estos años -recordemos que hace tres años hicimos un homenaje a Andresito, el principal caudillo guaraní al servicio de Artigas, que incluso fue ascendido al grado de general-, que Ansina merecía ser reconocido y así lo fue. Logramos que el Poder Ejecutivo firmara un decreto designándolo “comandante de las milicias de libertos artiguistas”. Esta era una vieja aspiración de los afrodescendientes de nuestro país: reconocerle a Ansina ese título, y aprovechamos la oportunidad para hacer un reconocimiento general a todos los morenos -y hablo de morenos porque ese era el término que Artigas empleaba- que prestaron servicio en el Ejército en estos más de dos siglos de historia y, por extensión, a todos los morenos que contribuyeron a hacer a la patria. Es decir, aquellos que estuvieran o no en el Ejército contribuyeron con su esfuerzo, con su sacrificio y con su sangre a la libertad de nuestra tierra. Porque aparte de esto, en todas las épocas, con su aporte cultural, contribuyeron a la identidad nacional. Entendimos que era un homenaje largamente postergado, necesario y así lo hicimos. Por suerte tuvimos el eco de las autoridades nacionales y de mucha gente que nos acompaña.

 

¿Cuál es la participación actual de los afrodescendientes en las Fuerzas Armadas? Entiendo que hay muchos en las fuerzas, pero no sé si alcanzan altos rangos, si han llegado a posiciones de mando, no recuerdo a ningún general, por ejemplo.

Son minoritarios, como lo son en toda la sociedad. Hay alrededor de 1.000 morenos, pero si vamos a aquellos que también tienen parte morena, podemos llegar a cerca de 2.000 integrantes y eso es más de 10% del total del Ejército. Hay oficiales y personal subalterno que son morenos. Hay varios que son teniente coronel o capitanes en distintas jerarquías. Es cierto sí que no ha habido un general en los últimos tiempos, pero también debido a la poca cantidad que existen en nuestra sociedad, pero no hay ningún obstáculo, ningún tipo de discriminación, ninguna limitación, simplemente esta liberado a las capacidades personales de cada uno. No va a ser de extrañar que en un futuro, alguno de los que hoy ya son jefes puedan llegar a ser generales.

 

¿Y las mujeres? ¿Ha aumentado la presencia femenina en las fuerzas en los últimos años?

Mujeres en el ejército ya hace casi medio siglo que hay. Antes estaban en cargos de subalternos, de personal subalterno, administrativas, más allá de lo que hay fuera del Ejército, que también son militares, como las enfermeras o nurses, personal de sanidad, por ejemplo. Pero a partir de los años 90 ingresan en el Ejército, en la Escuela Militar, para ser oficiales. Hoy tenemos mujeres que ascienden -ahora, en este año- a teniente coronel y va a haber, seguramente, en un futuro alguna general mujer. En el Ejército las mujeres son más o menos 14%, es decir, que cada siete efectivos, hay seis hombres y una mujer. No hay limitaciones, más allá de las posibilidades físicas que a veces se les exigen porque las tareas militares son determinadas y hay que estar en condiciones de cumplirlas, pero no hay limitación por ser mujer y están perfectamente integradas al Ejército Nacional.

 

Desde el gobierno, sobre todo en los últimos años, se han impulsado políticas de inclusión, a veces a minorías y a veces no, porque las mujeres no son minoría. Pero se han venido reconociendo derechos, a veces reconociendo la existencia durante mucho tiempo de discriminación efectiva, independientemente de la ley. Por ejemplo a los homosexuales. Hace no tantos años en el Ejército se le aplicaba tribunal y destitución. Hoy la situación de los homosexuales en el Ejército ¿cómo es? Porque ya ese tipo de cosas no se pueden hacer.

Nosotros, como institución del Estado, nos ajustamos estrictamente a las leyes nacionales. Hoy es legal y aceptado que haya homosexuales. En el Ejército hay homosexuales, incluso hay  casos de parejas casadas, es decir que hoy no es causal de baja el hecho de ser homosexual. Nosotros nos ajustamos a la normativa que rige en todo el Estado, por supuesto. Son pocos casos, pero existen y no es causal de baja como era en otras épocas en que, aparte, había otra legislación para el Estado.

Volviendo a las mujeres, una cosa que es bueno agregar es que en nuestro Ejército, cosa que no es igual en todos lados, las mujeres tienen acceso a todas las armas. No están solamente en funciones de apoyo, como están en otros países. Acá pueden ser capitán o mayor o teniente coronel. Tenemos hoy de las armas de caballería, de infantería, armas que son básicas, que son las más típicamente militares, las que están en la primera línea del enfrentamiento. Típicamente militares son todas, pero a las funciones más sensibles del combate, por decirlo de alguna forma, que es para lo que se prepara el militar, tienen el acceso las mujeres y hoy están en las jerarquías que dimos como ejemplo.

 

En estos momentos se están comenzando a debatir en el Parlamento ciertos cambios en las doctrinas militares. Por ejemplo, se está pensando abandonar oficialmente la doctrina de seguridad nacional. Me interesaba abordar su pensamiento sobre estos temas. Me preguntaba cuál es la doctrina que el Ejército maneja con sus subalternos, con los soldados. Y entonces entré en contacto con un material bibliográfico que usted utiliza en la formación militar que me pareció sumamente interesante. Me refiero al libro del autor argentino Marcelo Gullo, La insubordinación fundante, que según entiendo tiene mucha importancia en la prédica actual de la comandancia. Y leyendo el libro, encuentro que Gullo plantea la existencia en el mundo de Estados subordinantes, o sea, las potencias centrales de carácter imperialista y Estados subordinados, es decir, todos los Estados de la periferia. De acuerdo al texto, la estrategia para salir de esa condición periférica de los Estados subordinados de América del Sur, entre los cuales está incluido el nuestro, es la integración sudamericana. ¿Para el Ejército la integración sudamericana es un objetivo, es la utopía a cumplir?

El Ejército Nacional se rige por las misiones y por las disposiciones legales que le marcan sus objetivos. En la Constitución se establece como misión principal del Ejército la defensa de la soberanía, la integridad territorial de la República, los recursos naturales. Y aparte tiene una serie de misiones subsidiarias que cumple a la vez en concurrencia con las misiones principales. El Ejército Nacional no puede, por definición constitucional, meterse en la política, pero como institución nacional también es esencialmente política en cuanto a la definición de política, la cosa pública. El Ejército Nacional tiene que estar en condiciones de cumplir sus misiones constitucionales y para ello tiene que saber bien cuáles son las amenazas, cuáles son los riesgos y cuál es el mejor camino para el país. Permanentemente el Ejército está haciendo un estudio, un análisis, un monitoreo de las situaciones. Porque se nos puede permitir cualquier cosa, podemos triunfar o ser derrotados en el cumplimiento de nuestra misión; lo que no se nos puede permitir nunca es ser sorprendidos por no haber seguido la evolución de los acontecimientos. Eso que usted dice es así, y nosotros en estos años hemos desarrollado una cátedra dentro de la materia Estrategia, en el Instituto Militar Superior, en la cual hemos utilizado como base ese texto, La insubordinación fundante, de Marcelo Gullo, porque entendemos que es esencial para el país ver cuáles son los caminos de salida en el contexto internacional en el cual estamos inmersos. Independientemente del autor, el texto claramente habla de cuál es la única forma de dejar de ser objetos de la historia y poder algún día ser sujetos de la historia. Es decir, poder decidir sobre nuestra historia, sobre nuestro destino y él habla de la necesidad de llegar a un umbral de poder en el cual podamos hablar de igual a igual a las distintas potencias que existen hoy en el planeta. Y pone ejemplos históricos que son irrebatibles: desde la propia Inglaterra del siglo XVI, las colonias norteamericanas en el siglo XVIII, Alemania en el siglo XIX, Japón, China. Pone ejemplos de cómo cada país logró salir adelante, alcanzar ese umbral de poder que le hizo llegar a estar en la mesa de los que deciden los destinos del planeta. Entonces marca, como única forma de lograr eso,  lograr una integración similar. Por supuesto que  él -Gullo sigue mucho a Methol Ferré, de quien yo también he tenido la suerte de ser alumno y sigo también su línea de pensamiento- habla de los Estados continentales y habla de que o nos integramos en un Estado Continental que pueda realmente hablar de igual a igual a los otros Estados continentales, como Estados Unidos, la Unión Europea, China, India, Rusia, o directamente el destino de América del Sur va a seguir siendo siempre ser objeto de la historia y de las decisiones que adopten los grandes en el mundo.

 

En ese sentido, Gullo alaba la construcción de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que ahora está experimentando un cierto retroceso: hay varios países que se han retirado y digamos que van en el sentido contrario. Y además menciona la necesidad de un impulso estatal industrialista, yo diría que francamente antineoliberal.

Por supuesto que sí. Más allá de lo que la realidad marque, porque hay obstáculos de todo tipo, a veces hay obstáculos impulsados por los verdaderos centros de poder, que no tienen ningún interés en que haya un nuevo actor en el concierto de las decisiones internacionales. Más allá de la realidad, no cabe duda de que la teoría, esa teoría que especifica el autor en ese libro, es la única posible para romper este cerco de dependencia que tenemos desde que somos independientes.

 

El libro plantea, además, algunos riesgos, algunos objetivos, dentro de nuestra región que pueden tener las potencias imperiales o las potencias subordinantes: menciona el Acuífero Guaraní, menciona el caso de la Amazonia, menciona el caso del Pre-sal, la reserva petrolera de Brasil. En ese marco sitúa la reactivación de la IV Flota de Estados Unidos. Realmente me pareció interesante, un libro francamente antiimperialista. ¿Usted cree que, entre las eventuales hipótesis de amenazas que podría sufrir nuestro país, el Acuífero Guaraní podría ser objeto de interés de potencias subordinantes?

Sí; cuando hablamos de que nuestra misión constitucional habla de la protección, de la defensa de los recursos naturales, los recursos naturales son todo: el Acuífero Guaraní, por supuesto, es uno de los principales recursos naturales que tenemos nosotros -más que nosotros, la región- y que por supuesto puede ser tentador para algún centro de poder mundial, que tiene carestía justamente de agua y de otros elementos. Esto que estamos hablando es lo que viene a dar la razón de lo primero que decíamos: no podemos estar ajenos a cuáles son las soluciones y cuáles son las realidades que vive Uruguay, que no es una isla, porque si nosotros queremos realmente contribuir a esa misión constitucional de defender la soberanía y la integridad territorial, tenemos que estar alertados y saber cuáles son las amenazas. Por supuesto que las amenazas de los centros de poder están siempre latentes, como han estado a lo largo de la historia. Sería ingenuo pensar que nosotros estamos exentos, que estamos libres de ese tipo de amenaza, por tanto, tenemos que estudiar cuáles son las soluciones para nuestro país y creo que esto que expresa este texto es realmente muy claro y, aparte, creo que es irrebatible mirando solamente los ejemplos de la historia. El que diga lo contrario es porque realmente no se ha preocupado por saber cómo han salido los países de situaciones de dependencia.

 

El Ejército uruguayo, por ejemplo en la época de la dictadura, ¿a quiénes respondía, qué intereses estaba defendiendo? Porque claramente las élites económicas estuvieron detrás del proceso de ruptura institucional.

Yo preferiría no hablar por razones del cargo que tengo hoy, no quiero meterme en una discusión que después puede tener otro tipo de connotaciones. No voy a decir lo que fue el Ejército en esa época, pero sí digo lo que debió ser siempre el Ejército: el Ejército nunca debe estar confrontado o enfrentado a los sectores más necesitados y más carenciados de la sociedad. El Ejército siempre ha sido la puerta de entrada de la gente que viene de los sectores más marginados, la gente que tiene menos opciones en la vida son las que nosotros recibimos mes a mes. Por año ingresan al Ejército -porque se van otro tanto- más de 2.000 personas que reciben una oportunidad de poder salir adelante en la vida. Aprenden determinadas habilidades u oficios, aprenden hábitos de disciplina, hábitos de conducta que después les sirven para la vida, para siempre. Muchos se van de baja a los dos o tres años, pero ya se van con eso incorporado, que les va a ser una herramienta fundamental en la vida. El Ejército siempre debió estar del lado de los que más necesitan, de la gente que tiene mayores problemas, porque esa es la esencia del Ejército desde la época de Artigas, siempre ha estado integrado y formado por gente de los sectores más sumergidos. En otros países de la región tal vez haya una élite militar, acá nunca hubo una élite militar. Acá, yo puedo decirlo y eso sí se lo discuto a cualquiera, no hay organización, no hay institución más popular en  Uruguay que el Ejército Nacional.

 

Usted hace poco tiempo hizo una propuesta de que el Ejército colaborara en las políticas de inclusión social, sobre todo con los llamados “ni-ni”, los muchachos que no estudian ni trabajan. La propuesta fue muy polémica,  generó también cierta resistencia de los que pensaban que era una forma de cooptar a sectores humildes para las tareas militares. ¿Cuál era el propósito de esa propuesta? ¿Era una propuesta de ese tipo o era una propuesta realmente de utilizar los saberes del Ejército para enseñar oficios?

La propuesta sigue vigente, o sea, que podemos decir cuál es el propósito de esa propuesta. Hay que ubicarla en el momento: la Presidencia de la República convoca a un diálogo social y llama a las instituciones públicas y privadas a presentar ideas para mejorar la convivencia social. El Ejército Nacional entendió que no podía quedar afuera de esa convocatoria, elaboró un plan por el cual se podía dar cabida en sus cuarteles, porque tiene la capacidad locativa y tiene la capacidad humana de recibir gente. A esa gente se les llamaba “voluntarios de protección civil”, es decir, el cerno de la instrucción que recibía era para colaborar ante desastres naturales. Hacía poco tiempo habíamos tenido inundaciones en 13 departamentos a la vez, hubo un tornado en Dolores. Bueno, pensamos, si esto fuera mucho peor de lo que estamos viviendo ahora y no dan las fuerzas militares ni las fuerzas públicas que están para eso, para atender la emergencia, ¿por qué no tener voluntarios civiles preparados para eso? Podríamos tomar gente, no como soldados, la idea no eran soldados sino civiles, para formarlos en un voluntariado de protección civil, que recibirían en el cuartel la instrucción que se le da al soldado, excepto todo lo referente al uso de armas. Es decir, se les daban elementos de disciplina, hábitos de deporte, hábitos de presentación, se les daban clases de educación cívica, de respeto a la Constitución, a la ley, había una currícula bien detallada que fue presentada en la torre de Antel por un general del Ejército y dos coroneles. La expusieron ante un auditorio calificado. Esto iba a durar entre siete y nueve meses, en ese ciclo proponíamos algo tímido inicial de 700 u 800 personas que podían entrar y cada nueve meses renovarlo. Esa era la idea y darle un plus a todo, porque aparte, concurrente con esa currícula, estaba la introducción a oficios.

Entonces nosotros propusimos eso, que creímos que era muy adecuado y sobre todo estaba con el espíritu del diálogo social que convocaba el presidente, claro que eso requería el apoyo de distintos organismos del Estado, no lo puede hacer el Ejército per se. El Ejército solo no está en condiciones de llevar adelante eso, tiene que tener la colaboración del Mides, del Ministerio de Cultura, del Ministerio del Interior; es decir, que hubiera una concurrencia de fuerzas apuntando a ese plan. De  haber sido, ya hoy estaríamos en el tercer o cuarto año, ya habría algunos miles de jóvenes que hubiesen pasado por ahí y habrían podido adquirir este plus que nosotros creemos que es positivo para la convivencia social, que de eso se trataba el diálogo. Quedó el Poder Ejecutivo con el proyecto, hasta el día de hoy no se nos ha aprobado. Hay distintas consideraciones del porqué no se nos ha aprobado, yo preferiría no entrar en ese terreno porque no me corresponde. Como eso no fue aprobado, nosotros hemos implementado  algo para lo que sí no precisamos ningún tipo de recursos.  Para ese plan que le decía algún recurso se precisa, porque hay que dar algún estímulo a quien está en ese curso y para sacarlo de la calle. Para que quiera salir de la calle había que dar, incluso habría que alimentarlo, vestirlo. Y como eso no caminó, nosotros implementamos hace como un año lo que llamamos “Talleres de formación ciudadana”, orientados a los hijos de nuestro personal e, incluso, en algunos cuarteles, a los vecinos de la zona que así lo quieren. Entonces nosotros en todos los cuarteles tenemos distintas actividades: por ejemplo, hay panadería, hay albañiles trabajando, hay pintores, hay quinchadores. Entonces los gurises de determinada edad -tienen que tener más de 15 años- que quieran participar y aprender a hacer pan o a quinchar, o a alambrar o a lo que sea que nuestra gente está haciendo, nosotros le damos acogida y eso ha arrancado y está funcionando. Son algunas decenas nada más los que estamos manejando, o sea, no va a mover la aguja a nivel nacional, pero creemos que es un camino, que es la dirección adecuada para ir saliendo socialmente del problema.

 

Cada tanto aparecen propuestas de atribuirle nuevas funciones al Ejército, sobre todo en la seguridad interior. Cada vez que crece la inseguridad o la sensación de inseguridad en la población, aparecen ese tipo de propuestas. Ahora mismo hay una recolección de firmas. ¿Usted cree que el Ejército puede cumplir tareas de seguridad interior?

Yo creo que hay que diferenciar muy bien lo que es la función militar de la función policial. Son cosas distintas. El Ejército no quiere participar en la función policial como tal. No quiere participar. Eso sí: el Ejército apoya en la seguridad interior no perdiendo su esencia hoy. Por ejemplo, el Ejército hace la custodia perimetral a las siete principales cárceles del país. Antes de que el Ejército entrara,  hace casi 20 años, había fugas que se contaban por decenas todos los años, hoy por hoy hay una o dos fugas por año, estadísticamente hablando, por razones muy especiales. Estoy hablando (de fugas)  por el perímetro, a veces hay fugas pero no a través del perímetro, sino que salen por la puerta de la entrada, que no las maneja el Ejército. Ahí le estamos dando un apoyo muy importante a la Policía con esas custodias perimetrales de las cárceles. Nosotros también tenemos, ahora lo vamos a tener en forma efectiva, nuestra presencia en la frontera, para tratar de reducir la porosidad de la frontera. Nosotros actuamos con nuestros medios, con radares, con nuestras patrullas, para tratar de interceptar y de detectar alguna acción grande del crimen organizado. Por supuesto, nosotros en la frontera no vamos a ir a sacarle al ciudadano que está pasando su surtido ni cosas menores, pero sí podemos ser un elemento importante para los grandes delitos transnacionales que se dan en la frontera. Es decir, que también en la frontera vamos a dar una mano importante a la seguridad interior y, por supuesto, si en algún momento se requiriera de nuestra participación en algún hecho puntual, porque, yo qué sé, está muy complicada en tal lugar la situación y es necesario entrar militarmente, bueno, pero ahí actúan los militares como militares, con sus medios, con sus mandos, con sus armas y bueno, eso será siempre enmarcado en una ley que lo habilite, si no tampoco vamos a participar sin el marco legal apropiado. Pero volviendo a su pregunta inicial, no tenemos ninguna voluntad ni creemos que sea realmente bueno que el Ejército actúe policialmente, sí en apoyo a situaciones coyunturales y alguna otra situación que hoy por hoy no está planteada, que el Ejército puede llegar a colaborar con la Policía, pero siempre actuando militarmente, con sus mandos militares y como Ejército y no como policía.

 

Este año, en el discurso del día del Ejército, usted habla, voy a citarlo un poco de memoria, pero dice que el Ejército acierta cuando sigue el ideario artiguista, pero se equivoca, por ejemplo, en la Masacre de Quinteros o cuando degüella en el Sauce o cuando maltrata a los prisioneros. Muchos entendimos que hay una alusión directa al trato que se dio a los prisioneros en la dictadura, pero no sé si esta es una lectura muy laxa que estoy haciendo.

No, yo incluso cito una frase del general Galarza, que dice que en una guerra lo más sagrado que hay son los prisioneros.

 

En estos días están pidiendo el procesamiento de un militar por la muerte bajo tortura de Perrini, en Carmelo, en 1974. Eso sucedió esta semana.

No voy al caso concreto porque no quiero decir que ese militar tenga o no tenga responsabilidad en ese caso; no quiero entrar en ese caso concreto. Pero, por supuesto, que la muerte bajo tortura de un prisionero nunca es justificable. Los prisioneros, y ahí estoy con el general Galarza, son sagrados, no se los puede tocar. Son prisioneros, porque en el enfrentamiento fueron detenidos en el marco de una situación, que también hay que tenerla presente cuando hoy se la juzga, pero el maltrato al prisionero jamás puede ser justificado, por un ejército y menos por un ejército que se precie de artiguista.

 

¿Fue a ver la película La noche de 12 años?

No he podido, porque justo cuando la estrenaron, me invitaron a verla, pero yo no estaba en el país. Mandé a un par de oficiales a verla y tengo los comentarios. No he podido verla todavía; tal vez más adelante.

Porque es impresionante y usted conoció bien por lo menos a Fernández Huidobro y al presidente Mujica. La verdad que es una película que le recomiendo ver. ¿Cuál ha sido su esfuerzo para aclarar el destino de los desaparecidos y por qué no aparecen? ¿Usted qué cree?

Mire, yo creo que si hay alguien hoy que tenga conocimiento de dónde hay un enterrado, un muerto, un desaparecido enterrado, si es que hay alguien hoy, son casos muy excepcionales, tal vez se pueden contar con los dedos de una mano. Estoy seguro que dentro del Ejército, en actividad, nadie tiene ni idea, porque la gran mayoría no había ni nacido cuando pasaron los hechos, no hay nadie que haya actuado en esa época. Pero dentro del mundo de los retirados, yo creo que son muy pocos los que saben y seguramente los que saben no están hoy detenidos, porque los detenidos en su momento, si lo hubiesen sabido, habrían empleado esa información para mejorar su situación personal.

 

¿Pero no hay un pacto de silencio?

Yo creo que no; lo que sí puede haber es alguien que pueda tener conocimiento y que, directamente, ante la eventualidad que si dice algo va a terminar preso, se calla la boca. ¿Qué es lo que hemos hecho nosotros para tratar de llegar a ubicar a algún desaparecido? Hemos tratado de generar un clima de confianza, de total reserva, les hemos hecho saber a todos, genéricamente, porque no sabemos quién puede tener la información, genéricamente a todos, que el hecho de que aparezca un cuerpo por una información que pueda dar el propio Ejército no es en contra, es a favor de la institución, de la imagen de la institución y que sería muy bueno para nosotros poder contar con esa información. Una vez se acercó uno con una información que resultó no ser cierta. Bueno, la dimos, por supuesto, de inmediato y mantuvimos, está en la tapa del libro, la reserva total de quién se trataba el informante y lo seguiremos haciendo. Si mañana se apersona alguien más y nos dice en tal lugar hay algo, sea cierto o no sea cierto, yo voy a aportar la información y que los grupos que están trabajando en esa búsqueda resuelvan si es creíble o no creíble. Lamentablemente yo creo que existió esa operación llamada Zanahoria, que al terminar la dictadura excavó y sacó los cuerpos que había y los esparció, los tiró por otro lado y desaparecieron definitivamente y ahí hay una segunda desaparición, por decirlo de alguna forma, yo creo que existió y que los cuerpos que hoy pudieran quedar enterrados son muy poquitos, si es que hay todavía por encontrar alguno. Es muy difícil llegar a detectar o saber quién tiene esa información, porque quien la tenga directamente no la va a decir. Aparte la gente se está muriendo o ya se han muerto quienes podían tener un tipo de información.

 

¿Cómo le cae que algunos dirigentes políticos, como el precandidato Edgardo Novick, lo nombre a usted como eventual parte de su equipo de gobierno? Me imagino que eso no lo autorizó.

No, nosotros no autorizamos. Lo que pasa es que los candidatos están en campaña y buscan la forma de llevar agua para su molino. También apareció otro por Cerro Largo, haciendo una propuesta, es decir, yo no autorizo a nadie a utilizar mi nombre, pero tampoco lo puedo evitar muchas veces, tampoco voy a salir a aclarar ni a contradecirlo, ni nada. El hecho de que piensen que invocando mi nombre les va a dar votos, bueno, por lo menos me halaga, pero realmente no lo autorizo, ni me queda cómodo tampoco.

 

¿Qué le parecieron las declaraciones del presidente del Centro Militar, Carlos Silva, al diario El País haciendo una reivindicación de la dictadura? No sé si usted tiene alguna relación con los militares retirados.

 

Nosotros tenemos relación, sí, con los retirados, cómo no. Esas declaraciones me parecieron fuera de lugar y en alguna de sus partes sonó a provocación, pero prefiero no ahondar en el tema.

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